28.03.16

La Madre Angélica se fue con Cristo

Cuando el apóstol San Pablo había realizado buena parte de su actividad apostólica, escribió lo siguiente en una carta a los Filipenses:

Fil 1,23-24
Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros.

Efectivamente, para el cristiano que vive y muere en gracia de Dios, la muerte es el paso a la vida eterna al lado del Señor, alejado ya de todas las pruebas y cruces que permanecen en esta vida terrenal. Incluso en el caso de que debamos pasar por el purgatorio -del que tan poco se predica-, el destino final es seguro si s ha fallecido en paz con Dios.

Y aunque, a diferencia de lo que nos encontramos en la inmensa mayoría de los funerales, no soy partidario de dar por seguro la salvación de todo el que fallece, ese parece claramente el caso de la Madre Angélica, fundadora de EWTN, que entregó ayer su alma a Dios, precisamente el Domingo de Resurrección.

No pudo elegir el Señor un día más significativo para llevársela a su lado. La Madre Angélica fue, por gracia de Dios, una verdadera “resucitadora” del catolicismo en el continente americano. Su gran legado es precisamente esa cadena de radio y televisión. 

EWTN ha sido, y es, a la vez dique de contención contra el avance del protestantismo y las sectas y río bravo de las aguas de la fe católica. Todos sus programas son católicos en el mejor sentido del término. En ellos vemos liturgia -misa diaria-, oración, catequesis, sana diversión para los niños y, algo muy poco de moda hoy, magnífica apologética. Si la Madre Teresa de Calcuta entregó su vida para cuidar a los pobres, la Madre Angélica la entregó para alimentar el alma de los fieles católicos.

Leer más... »

25.03.16

El pobre

Tengo hambre, frío y dolor en mis huesos. Veo pasar a la gente a toda prisa. Vienen de lugares ignotos y se dirigen a un destino incierto, pero sus miradas reflejan la ansiedad de quienes nunca se conforman con lo que tienen. Siempre quieren más. ¿Y yo? aquí tirado en la acera, sin más calor humano que la sonrisa que de vez en cuando me dirige un niño. Benditos los ojos de esas criaturas que reflejan la mirada de mis ángeles. Muy de vez en cuando, alguno de mis hermanos se convierte en niño y me dirige algunas palabras de consuelo. No sólo eso. Incluso me echa algunas monedas en el cesto para que ese día pueda comer algo caliente. No sabe que esas monedas las guardaré en un arca de oro que tengo en mi casa celestial. El día en que les reciba en los atrios de mi Templo en el cielo, reconocerán en mí a ese pobre al que entregaron parte de sus ganancias, y yo les devolveré esas monedas convertidas en bendiciones eternas.

Leer más... »

22.03.16

Una carta necesaria a la que le falta una firma

Los obispos de Alcalá de Henares y Getafe han firmado una carta sobre la “Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad Autónoma de Madrid” aprobada recientemente en el parlamento autónomo madrileño. 

El texto episcopal está firmemente fundado sobre el magisterio de la Iglesia, con alusiones a la reciente encíclica Laudato Si del papa Francisco. Los obispos recuerdan el deber de todo católico de alzar la voz contra leyes inicuas:

Como en otras ocasiones, los católicos, además de nuestro testimonio, hemos de emerger y hacernos presentes en todos los ámbitos de la vida social. Para ello os animamos a profundizar en la formación humana y cristiana y, de manera especial, os urgimos al conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia.

Es por ello que resulta muy chocante, por no utilizar un término más contundente, la no adhesión de Mons. Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, a este texto. Damos por hecho que esa ausencia es voluntaria. No cabe pensar que los dos obispos sufragáneos de la archidiócesis de la capital de España no han ofrecido a su arzobispo sumarse a la redacción y la firma texto. Dado que el mismo es impecable desde el punto de vista de la fe católica, ¿qué ha movido a Mons. Osoro a mirar para otro lado? 

Leer más... »

21.03.16

Jesucristo. No hay otro nombre dado a los hombres. Punto final

Ni Buda, ni Mahoma, ni Sai Baba, ni Moisés, ni San Pedro o San Pablo (1ª Cor 1,13), ni cualquier otro

Hch 4,10-12
…quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros.  Él es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

Y

Fil 2,5-11
Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y, mostrándose igual que los demás hombres, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Y por eso Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: «¡Jesucristo es el Señor!», para gloria de Dios Padre.

No le den ustedes más vueltas. No hay otro Salvador aparte de Cristo. La razón es obvia. Solo Dios puede salvarnos. Y ningún otro ser humano, ningún otro fundador de religión, es Dios encarnado. Solo Jesucristo es el Verbo de Dios hecho carne. Puede que haya, de hecho hay, semillas de la verdad en algunas religiones no cristianas. Pero solo en la fe cristiana, y más concretamente en la fe católica, tenemos la semilla germinada, la vid que nos salva. Y es por ello que Cristo mismo ordena a su Iglesia:

Mc 16,15-16
 Y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.

Predicar el evangelio no es una opción. Es una obligación:

1 Co 9,16-17
Porque si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, pues es un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no evangelizara! Si lo hiciera por propia iniciativa, tendría recompensa; pero si lo hago por mandato, cumplo una misión encomendada.

Sin embargo, llevamos décadas escuchando que los católicos no debemos hacer proselitismo. Según el diccionario de la RAE, proselitismo es el “celo de ganar prosélitos". Y prosélito se define en ese mismo diccionario como “Persona incorporada a una religión” y “Partidario que se gana para una facción, parcialidad o doctrina". Por alguna extraña razón -o no tan extraña- ese verbo y ese sustantivo se ven como algo negativo. Como si se tratara de imponer la fe que nos salva por la fuerza. Lo cual es absurdo. Nadie puede convertirse si Dios no lo concede. No hay ejército, no hay violencia humana alguna, del tipo que sea, capaz de suscitar en el corazón de los hombres el amor por Cristo crucificado y resucitado.

Leer más... »

19.03.16

Ecumenismo: Pelillos a la mar...

El P. Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, cree llegado el momento de dar un paso de calidad en el ecumenismo. Le parece que el V Aniversario de la Reforma supone una gran oportunidad para ahondar en ese camino hacia la unidad. Y en su quinta de predicación de Cuaresma, afirma dos cosas:

las cuestiones que provocaron la separación entre la Iglesia de Roma y la Reforma en el siglo XVI fueron sobre todo las indulgencias y la forma mediante la cual se produce la justificación del pecador.

Y:

Las formulaciones doctrinales y dogmáticas, que en sus inicios fueron el resultado de procesos vitales y reflejaban el camino coral de la comunidad y la verdad alcanzada con fatiga, con el paso del tiempo tienden a endurecerse para convertirse en ‘consignas’, etiquetas que indican una pertenencia.

No negaré que el asunto de las indulgencias -más bien su mal uso- y la justificación fueron fundamentales para que se produjera la separación. Y no negaré que a veces el dogma puede ser usado como una consigna y no como reflejo de la verdad revelada. Ahora bien, permítanme ustedes que reformule las palabras del religioso capuchino desde otra perspectica histórica:

… las cuestiones que provocaron la separación entre la Iglesia de Roma y de buena parte de las iglesias orientales fueron la divinidad y humanidad de Cristo.

Y:

Las formulaciones trinitarias y cristológicas, que en sus inicios fueron el resultado de procesos vitales y reflejaban el camino coral de la comunidad y la verdad alcanzada con fatiga, con el paso del tiempo tienden a endurecerse para convertirse en ‘consignas’, etiquetas que indican una pertenencia.

Para el P. Cantalamessa “en el diálogo ecuménico con las Iglesias protestantes pesa mucho el papel de frenado de las fórmulas". Conclusión. Dejemos las fórmulas a un lado y unámonos todos en Cristo. Pero si eso lo decimos de los protestantes, ¿por qué no decirlo de los Testigos de Jehová? ¿por qué no de los adventistas? ¿por que no…? Por ejemplo, los Testigos de Jehová creen que Cristo no es Dios pero sí nuestro Salvador. ¿No habrá que centrarse en lo que nos une con ellos en vez de lo que nos separa?

Por otra parte, hasta donde yo sé, los protestantes siguen aceptando como principios fundamentales de su fe los lemas Sola Fide y Sola Scriptura -acompañado del libre examen-. Eso significa, entre otras cosas, que su doctrina de la justificación sigue siendo solafideísta y que desechan el papel de la Tradición y la idea de que hay un Magisterio eclesial que marca la verdadera interpretación de la Revelación. Por supuesto, niegan que el Obispo de Roma sea Sucesor de Pedro e infalible. No es una cuestión de cómo se formulan esas doctrinas. Es cuestión de lo que esas doctinas implican en la vida cristiana.

En realidad, lo que subyace de las palabras del predicador de la Casa Pontificia es la idea de que el dogma, aunque pudo ser de utilidad en su momento, hoy es un lastre para la unidad. Y si es un lastre para la unidad y la unidad es algo querido por Dios, entonces es un lastre para el cristianismo en general, sea cual sea su configuración. Eso, señores míos, ni siquiera es una tesis protestante clásica. Es la tesis del protestantismo liberal y su hermano de sangre el modernismo católico.

En ese camino ecuménico al que quieren llevarnos con consignas emotivas -¿cómo no querer la unidad?, ¿cómo no querer la igualdad y la fraternidad entre hermanos separados?- los conversos son un problema. Tanto los que han dejado el catolicismo para hacerse protestantes como los que dejamos el protestantismo para hacernos católicos, somos un estorbo. Igual con los conversos desde o hacia el cristianismo ortodoxo.

El P. Cantalemessa alaba  "las muchas iniciativas mediante las cuales los creyentes de distintas Iglesias se encuentran para rezar y proclamar juntos el Evangelio, sin intenciones de proselitismo y en plena fidelidad cada uno a su propia Iglesia“. Conmovedor. 

A Dios gracias, yo no regresé a la Iglesia por la acción proselitista de ningún católico. De hecho, si hubiera tenido que esperar a que algún católico hicera tal cosa, hoy seguiría siendo protestante o quizás ortodoxo. La Iglesia Católica lleva décadas renunciando, de hecho, a considerarse como la Iglesia de Cristo. Sí, en la letra del Magisterio todavía figura esa doctrina, pero la realidad es que a la inmensa mayoría de los católicos se les ha inculcado la idea de que para salvarse da igual ser católico, que protestante, que ortodoxo. Es más, como acaba de recordar Benedicto XVI, escribiendo como teólogo privado, esa idea va más allá incluso de la propia fe cristiana:

Si es verdad que los grandes misioneros del siglo XVI estaban convencidos de que quien no estaba bautizado estaba perdido para siempre –y esto explica su compromiso misionero–, después del concilio Vaticano II dicha convicción ha sido abandonada definitivamente en la Iglesia católica.

De esto deriva una doble y profunda crisis. Por una parte, esto parece eliminar cualquier tipo de motivación por un futuro compromiso misionero. ¿Por qué se debería intentar convencer a las personas de que acepten la fe cristiana cuando pueden salvarse también sin ella?

Si ni siquiera creemos que es necesaria la fe cristiana para salvarse, ¿cómo va a tener importancia que dicha fe sea la católica, la protestante o la ortodoxa?

Comprenderán ustedes que empiece a preguntarme a qué me convertí hace quince años cuando regresé a la Iglesia. Porque la fe católica a la que creí convertirme, la fe de los padres de la Iglesia, de los santos y doctores de la Iglesia, hoy existe apenas en el papel. Ni se predica desde nuestros púlpitos, ni apenas se defiende activamente en la arena pública, ni parece que para muchos sea otra cosa que un estorbo para la unidad de los cristianos y, quién sabe, si de todos los hombres. Esa fe todavía existe -cuesta sepultar en medio siglo algo levantado por Dios en veinte-, pero estamos en pleno proceso de enterramiento

Tras leer lo que acabo de escribir, ¿creen ustedes que estoy en contra del ecumenismo? Ni por un casual. Por ejemplo, me siento mucho más en comunión con John Piper, protagonista del siguiente vídeo, que con la multitud de “predicadores” católicos que jamás predicarán lo que predica ese pastor bautista:

La musiquita del vídeo es innecesaria, pero el contenido merece la pena. Y difícilmente escucharán ustedes, hermanos católicos, lo que predica Matt Chandler, discípulo de Piper, en este vídeo. No lo escucharán ni con gritos ni sin gritos:

Como ven ustedes, no es cuestión de formulaciones. Es cuestión de cristianismo auténtico o cristianismo aguado, mundano

Santidad o muerte.

Luis Fernando Pérez Bustamante

De los pocos católicos que sí predica la necesidad de la conversión.