Por Dios, por Dios.... ¡un cardenal vestido de cardenal!

Hace cosa de un mes que vi las fotos del Cardenal Cañizares vestido con capa magna en el Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote, cerca de Florencia. La verdad no le di mayor importancia a la cuestión, pero parece que ahora que se ha conocido el hecho en España, algunos están escandalizadísimos. ¡Un cardenal vestido para una ceremonia solemne como vestían los cardenales hace medio siglo! ¡Qué horror! ¡Qué insolencia! ¡Qué despilfarro! ¡Qué insoportable carcundia!

Obviamente, si Monseñor Cañizares saliera de cada todos los días de esa guisa, habría que preguntarse seriamente si ha perdido el juicio. Pero que un cardenal católico use una capa magna cardenalicia en un Instituto de corte tradicionalista es como mínimo tan lógico y respetable como que el párroco de un pueblo del interior de Andalucía no vista de sotana larga en agosto a la hora de la siesta.

En el fondo, lo que subyace debajo de todas estas manifestaciones de desagrado, de protesta y hasta de escándalo es, ni más ni menos, que el profundo desprecio hacia el catolicismo pre-conciliar. Algunos desearían de verdad que entre el martirio de San Pedro en Roma y la sesión inaugural del Concilio Vaticano II no hubieran habido diecinueve siglos largos de historia de la Iglesia Católica. Desprecian todo lo que huela a la liturgia que la Iglesia ha celebrado durante siglos. Y como además les cae mal el cardenal que más se ha significado últimamente por dar la cara en los medios de comunicación, pues han tocado a rebato para lanzarle todo tipo de improperios, algunos con la Biblia en mano.

En fin, supongo que todos los consternados con la capa magna de Cañizares se enfadarán cosa mala cuando vean a una novia luciendo un traje bien hermoso y, ¡qué menos!, se indignarán si los hijos de sus amigos lucen trajes de comunión "como los de toda la vida". A mí lo que me gusta de las fotos no es tanto la capa magna del cardenal como el hecho de que un buen número de hombres jóvenes eran ordenados para ser sacerdotes de Cristo para siempre. Y, señores, ahí está el gran drama de ese sector de la Iglesia que se rasgas sus vestiduras laicas ante este asunto: no producen vocaciones al sacerdocio. Sin embargo, el Instituto de las capas magnas sí. ¿Será eso una señal de los tiempos y un aviso del Espíritu Santo?

Luis Fernando Pérez Bustamante