InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

18.11.10

¡¡Viva la secularización de los religiosos!!

El P. Josep Mª Abella, claretiano Vice-presidente de la Unión de Superiores Generales, ha publicado un artículo la mar de interesante en L´Osservatore Romano. El mismo puede leerse en la web “Mas de Cerca”. El titular del mismo ya llama la atención: “No creo que la mayoría de los religiosos y religiosas hayan sucumbido ante la secularización“. Como declaración de principios, no está mal. Falta por ver si se corresponde con la realidad.

El P. Abella explica que la vida consagrada es un modo de vivir que expresa “la pasión por Cristo y la pasión por la humanidad”. Asegura que se trata de una vida que se vive en un lugar determinado y que, naturalmente, se siente interpelada y afectada por los rasgos sociales y culturales de cada lugar. Ese tipo de declaraciones son típicas en muchos religiosos, pero yo me pregunto: ¿acaso no se puede decir exactamente lo mismo del resto de la Iglesia? ¿acaso un sacerdote diocesano no se siente interpelado y afectado por….? ¿quizás los fieles no viven en un lugar determinado? ¿son muchos los que van de acá para allá como hojas que lleva el viento? Sinceramente no veo que los religiosos tengan un plus sobre el resto en cuanto a inculturación o encarnación de la fe en la sociedad. Quizás sí en tierra de misión, pero mejor no entro en ese terreno porque hay demasiado que hablar, y no todo bueno, sobre la situación de las misiones como herramientas de evangelización y no de mera asistencia social.

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11.11.10

Queiruga, grita conmigo: "Marcelino ha resucitado. ¡Aleluya!"

El teólogo gallego Andrés Torres Queiruga es quizás uno de los ejemplos más evidentes, al menos en España, de a dónde puede llegar la teología cuando se separa de la fe católica y cuáles pueden ser las consecuencias para aquellos fieles que tomen como maestro a quienes obviamente no creen aquello que la Iglesia profesa. En sus libros y en sus declaraciones a los medios, podemos leer afirmaciones como las siguientes:

“No solamente la resurrección no es un milagro, sino que ni siquiera es un acontecimiento empírico. Y la fe en la resurrección no depende del hecho de que se acepte o rechace la realidad histórica del sepulcro vacío“.

“…los discípulos no vieron con sus ojos al Resucitado ni lo tocaron con sus manos, porque esto era imposible estando él fuera del alcance de sus sentidos”

De hecho, uno de sus libros más conocidos y leídos se llama “Repensar la resurrección". En él encontramos joyas como la siguiente:

El hecho de la huída y ocultamiento de los discípulos fue, con toda probabilidad, históricamente cierto; pero su interpretación como traición o pérdida de la fe constituye una “dramatización” literaria, de carácter intuitivo y apologético, para demostrar la eficacia de la resurrección. En realidad, a parte de lo injusta que resulta esa visión con unos hombres que lo habían dejado todo en su entusiasmo por seguir a Jesús, resulta totalmente inverosímil. Algo que se confirma en la historia de los grandes líderes asesinados, que apunta justamente en la dirección contraria, pues el asesinato del líder auténtico confirma la fidelidad de los seguidores: la fe en la resurrección , que los discípulos ya tenían por tradición, encontró en el destino trágico de Jesús su máxima confirmación, así como su último y pleno significado.

y esta:

Si antes influía sobre todo la caída del fundamentalismo , ahora es el cambio cultural el que se deja sentir como prioritario. Cambio en la visión del mundo, que, desdivinizado, desmitificado y reconocido en el funcionamiento autónomo de sus leyes, obliga a una re-lectura de los datos. Piénsese de nuevo en el ejemplo de la Ascensión : tomada a la letra, hoy resulta simplemente absurda.

o esta:

Desde luego, ya nadie confunde la resurrección con la revivificación o vuelta a la vida de un cadáver. Ni por tanto se la pone en paralelo ni, menos, se la confunde con las “resurrecciones” narradas no sólo en la Biblia, atribuidas a Eliseo, a Jesús o a Pablo (que, por otra parte, casi nadie toma a la letra), sino también en la cultura del tiempo, como en el caso de Apolonio de Tiana. La resurrección de Jesús , la verdadera resurrección, significa un cambio radical en la existencia, en el modo mismo de ser: un modo trascendente, que supone la comunión plena con Dios y escapa por definición a las leyes que rigen las relaciones y las experiencias en el mundo empírico.

Por eso ya no se la comprende bajo la categoría de milagro, pues en sí misma no es perceptible ni verificable empíricamente. Hasta el punto de que, por esa misma razón, incluso se reconoce de manera casi unánime que no puede calificarse de hecho histórico . Lo cual no implica, claro está, negar su realidad, sino insistir en que es otra realidad: no mundana, no empírica, no apresable o verificable por los medios de los sentidos, de la ciencia o de la historia ordinaria.

y también esta:

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28.09.10

¿Y qué piensan hacer los obispos con los profesores de teología que apoyaron el libro herético?

Los obispos estadounidenses han emitido una nota por la que se condena un libro de dos profesores de la Universidad de Creighton. La misma pertenece a la Compañía de Jesús, que vuelve a sumar una pluma más -¿y van?- en el penacho de las heterodoxias de sus miembros. Bueno, puede que los dos profesores no sean religiosos pertenecientes a la orden, pero para para el caso es lo mismo.

En principio está bien y es de agradecer que los obispos condenen a los heterodoxos y pongan de manifiesto las razones de la condena. En esta ocasión se han tardado un par de años en notificar los errores de un libro publicado en el 2008. En vista de la contundencia del documento episcopal, es evidente que esa obra no hay por donde cogerla desde el punto de vista de nuestra fe. Es más, aunque no lo he leído, estoy convencido de que no hace falta ser obispo ni teólogo para discernir que ese libro no refleja la doctrina católica. También tengo la convicción moral de que sus autores sabían que se estaban alejando de la fe de la Iglesia, y aun así quisieron publicarlo.

Sin embargo, basta con asomarse por la ficha del libro en Amazon para encontrarse con una realidad que, digo yo, habrá que enfrentar. Por ejemplo, Lisa Sowle Cahill asegura que “Salzman y Lawler son dos teólogos de categoría, con la estatura necesaria como para enfrontar asuntos que se han convertido en altamente inflamables en el demasiado polarizado ambiente católico. El resultado es una obra erudita de primer orden - lit `extensive, well-researched, and carefully argued scholarship´-. Los autores son respetuosos, inteligentes, honestos y valientes. Alarmaran a unos pocos, iluminarán a muchos…“. ¿Y quién es doña Lisa? Pues lo pueden ver ustedes haciendo click sobre este enlace. Aparte de lo que ha sido en el pasado, hoy es profesora del departamento de teología del Boston College, otra universidad perteneciente a la Compañía de Jesús.

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2.09.10

No podemos pertenecer a la misma Iglesia

Vaya por delante que de ninguna de las maneras pretendo que lo que voy a escribir en este post sea la opinión de la Iglesia, en especial de su jerarquía, con los obispos y el Papa a la cabeza. Quede claro que bajo ningún concepto pretendo tener más “autoridad” -tampoco menos- que la que pueda tener cualquier católico fiel a la Iglesia por su condición bautismal de rey y sacerdote. Es decir, yo ni quito ni pongo. Ni echo ni dejo de echar a nadie de la comunión eclesial. Primero porque no puedo. Segundo porque aunque pudiera, no me corresponde a mí esa tarea. Pero sí que puedo, e incluso debo, dar mi opinión y las razones de la misma.

Y es mi opinión que no podemos formar parte de la misma Iglesia aquellos que, por un lado, pensamos que no da lo mismo creer una cosa que la contraria y los que creen que sí da lo mismo. No podemos formar parte de la misma Iglesia los que defendemos la idea de que todos los fieles deben acatar lo que enseña el magisterio y los que piensan que se puede disentir del mismo en prácticamente cualquier punto. En definitiva, no podemos formar parte de la misma Iglesia quienes profesamos la fe católica y quienes profesan una fe hecha a imagen y semejanza de sus opiniones particulares sobre la práctica totalidad de las doctrinas y enseñanzas éticas y morales de la Iglesia Católica.

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5.03.10

Si de verdad quisieran a Pagola...

El dato lo he dado en alguna ocasión, pero creo que conviene hacerlo público de forma más notoria. José Antonio Pagola lleva sumido en una depresión desde hace meses. De tal manera que necesita ayuda profesional para tratarla. Y si alguien piensa que está causada sólo por la polémica sobre su libro, se equivoca, aunque es obvio que todo lo ocurrido tras la publicación de su controvertida obra influye en su actual estado.

Hace meses, cuando supe lo que estaba ocurriendo, dije que el mejor favor que le podían hacer a Pagola aquellos cercanos a él era “dejarlo pasar”. Es decir, cuanto más jaleo hicieran, peor para él. Pero también aventuré que darían pasos en el camino opuesto a lo que el sentido común dictaba. Y no me equivoqué.

El primero que le hizo un flaquísimo favor fue monseñor Uriarte. En vez de apoyarle de forma sensata, ayudándole a superar el trago de que su obra fuera cuestionada desde la CEE -lo cual fue mucho mejor para él que si le hubieran cuestionado desde Roma-, pero sin enfrentarse a la propia CEE y a la Congregación para la Doctrina de la Fe, se tiró a la piscina dando un nihil obstat que le habían pedido de forma expresa que no diera. El caso Pagola se convirtió entonces en el caso Uriarte, pero con el teólogo vasco todavía dentro de un huracán que no le venía nada bien a su estado anímico.

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