InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

19.04.12

El humo de Satanás empieza a desaparecer

Hace 40 años el Papa Pablo VI aseguró que el humo de Satanás había entrado en la Iglesia. Mucho se ha especulado acerca de en qué estaría pensando el papa Montini cuando dijo esas palabras. El cardenal Virgilio Noé aseguró que hablaba de los abusos litúrgicos, pero no es descartable que el Santo Padre tuviera en mente toda la crisis post-conciliar, que tuvo un efecto nefasto a todos los niveles.

Siendo Satanás el padre de toda mentira, y siendo la herejía -una forma de mentira- uno de los instrumentos más dañinos para el bien espiritual de los fieles católicos, no hace falta ser muy osado para afirmar que mientras la heterodoxia pueda campar a sus anchas en el seno de la Iglesia, las volutas de humo malignas seguirán ejerciendo su cancerígeno efecto.

En ese sentido, las últimas semanas están siendo un claro ejemplo de lo que se puede y se debe hacer. Los obispos españoles han dejado claro que no es católica la teología de Torres Queiruga, uno de los puntales de la heterodoxia. Y si alguien cree que en Roma no están de acuerdo con la notificación de la CEE, que pruebe a preguntar. Que verá qué sorpresa se lleva. No olvidemos las palabras del Papa en la Misa Crismal, advirtiendo a los sacerdotes austriacos de que por el camino de la rebeldía no van a ningún lado.

De hecho, ha sido la propia Congregación para la Doctrina de la Fe la que ha entrado en un proceso de actividad casi febril. Ha ordenado el silencio a dos sacerdotes irlandeses, P. Tony Flannery y P. Sean Sagan, que se caracterizaban por escribir y hablar contra el magisterio. Y se acaba de hacer pública lo que es posiblemente el acto más contundente llevado a cabo por Roma contra la disidencia eclesial desde el Concilio Vaticano II. La intervención de la Conferencia de Líderes Religiosas (LCWR), en la que están integradas la mayoría de las superioras religiosas de Estados Unidos, marcará sin duda un antes y un después, sobre todo por lo que tiene de ejemplar para el resto de la Iglesia. Se acabó eso de ser religioso y estar en constante rebelión contra la Iglesia y sus enseñanzas.

Queda todavía mucho por hacer. Es tanto el daño causado por la heterodoxia doctrinal, moral y litúrgica que solo la acción decidida y constante de todos los obispos -no solo Roma- puede poner fin a la pesadilla que se ha llevado por delante el sensus fidelium en amplios sectores de los bautizados. Como dice Mons. Francisco Pérez en su magnífica y muy necesaria carta sobre los errores cometidos habitualmente en los funerales:

Jesucristo concedió su autoridad a los apóstoles y ahora el Papa y los obispos hemos de seguir confirmando en la fe católica a nuestros fieles. Atrevernos a comunicar la verdad a nuestros hermanos es la acción que mejor expresa el amor y el respeto que por ellos tenemos.

De eso se trata. De que ejerzan esa autoridad en caridad para el bien de toda la Iglesia. A los heterodoxos se les acabó el tiempo de vivir con sus mentiras en medio de aquella que es columna y baluarte de la verdad. Deben acogerse a la gracia que les lleva a la conversión -por ello debemos orar constantemente- o afrontar el hecho de que ya no tienen lugar en la Iglesia de Cristo.

Luis Fernando Pérez Bustamante

16.04.12

Los herejes ante la Escritura y la Tradición

Desde que en las últimas semanas la Iglesia parece decidida a dar un paso adelante a la hora de defender la sana doctrina y amonestar, siquiera someramente, a quienes se oponen públicamente a la misma (curas austriacos, Queiruga, Flannery), los defensores de los heterodoxos se rasgan las vestiduras hablando del regreso de la Inquisición, de la Edad Media, etc.

Ciertamente la Iglesia ha combatido la herejía antes del último concilio. En dicho combate se llegaron a usar métodos absolutamente brutales, que esperamos y deseamos que no se vuelvan a repetir. Ahora bien, la defensa de la sana doctrina contra la heterodoxia no es cosa de Torquemadas, ni empezó cuando se implantaron las hogueras para quemar herejes. Aparece en el Nuevo Testamento y sigue, sin solución de continuidad, en los primeros siglos del cristianismo. Prueba de ello es que una de las obras cumbre del siglo II lleva como títlo “Contra los herejes”. Escrita por San Ireneo de Lyon, tiene hoy exactamente la misma actualidad que en el momento de su composición.

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13.04.12

Torres Queiruga se mantiene en su herejía

Si alguien concibió alguna vez la idea de que el teólogo gallego Andrés Torres Queiruga aceptaría las indicaciones que el magisterio le ha hecho sobre su teología, que vaya olvidándose de ello. Y hasta cierto punto es lógico. Toda una vida pensando lo mismo, escribiendo lo mismo, difundiendo lo mismo, no se va a dejar a un lado porque una comisión episcopal para la doctrina de la fe diga que eso que se piensa, escribe y difunde no es conforme a la fe católica. Daría igual, creo yo, que la nota llegara de Roma, aunque espero y deseo que tal cosa ocurra algún día, siquiera sea para dar más fuerza magisterial a lo que los obispos españoles han manifestado.

Una prueba más del carácter pertinaz en el error de Queiruga se manifestó ayer en el programa de la televisión gallega “Vía V”. Don Andrés fue objeto de una amplia entrevista en la que manifestó su opinión sobre todo lo ocurrido con motivo de la nota de la CEE. Resumir media hora de entrevista no es el objeto de este post, así que voy a ir a los dos asuntos que me parecen más importantes.

El primero consiste en la clara afirmación de Queiruga acerca de su intención de seguir haciendo exactamente lo mismo. Es decir, escribir sobre teología en base a como él cree que son las cosas. Y eso no cambiaría ni siquiera en el caso, que no se ha dado todavía, de que la Iglesia se lo prohibiera. También es lógico. Si no acepta la autoridad doctrinal del magisterio, ¿cómo va a aceptar la autoridad disciplinar de la Iglesia? Otra cosa es que eso nos lleve a constatar como evidencia irrebatible el hecho de que este señor no es católico. Eso, digan lo que digan la totalidad de los que le defienden, no admite discusión.

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11.04.12

Consecuencias de las derivas doctrinales y pastorales

Voy a imitar a uno de nuestros blogueros más destacados empezando el post con un diálogo introductorio:

- ¿Otra vez escribiendo sobre lo mismo?

- Pues sí. Tenaz que es uno, oiga.

- ¿Y no se cansa de repetirse vez tras vez? ¿No aburrirá a sus lectores?

- El cansancio no es excusa cuando se trata de “combatir por la fe, que una vez para siempre ha sido dada a los santos” (Jud 3).

- ¿Y a usted quién le ha llamado a esta tarea? ¿no es pretencioso presentarse como defensor de la fe?

- … siervo inútil soy, pues lo que debo de hacer, hago. Y cuando mi Señor me pida que no lo haga, dejaré de hacerlo.

No es necesario recordar que la Iglesia lleva sufriendo una crisis de secularización interna desde hace unas cuantas décadas. La raíz de dicha crisis -básicamente un infección causada por el protestantismo liberal-, en mi opinión, es bastante anterior al Concilio Vaticano II, a quien se suele acusar injustamente de todos los males habidos y por haber, cuando la realidad es que en sus textos encontramos buena parte de las medicinas para sanar el cuerpo herido de la Esposa de Cristo.

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6.04.12

El Papa deja las cosas claras a los que quieren una Iglesia diferente

En la que, sin la menor duda, es una de las homilías más importantes de su pontificado, Benedicto XVI dejó ayer las cosas muy claras a quienes en la Iglesia han hecho de la desobediencia y la rebeldía contra el magisterio su “modus vivendi". El Papa se refirió explícitamente al numeroso grupo de sacerdotes austriacos que han querido emprender en pleno siglo XXI el camino que en su día recorrieron los reformadores protestantes. Estas fueron las palabras del Santo Padre:

Recientemente, un grupo de sacerdotes ha publicado en un país europeo una llamada a la desobediencia, aportando al mismo tiempo ejemplos concretos de cómo se puede expresar esta desobediencia, que debería ignorar incluso decisiones definitivas del Magisterio; por ejemplo, en la cuestión sobre la ordenación de las mujeres, sobre la que el beato Papa Juan Pablo II ha declarado de manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad sobre esto. Pero la desobediencia, ¿es un camino para renovar la Iglesia? Queremos creer a los autores de esta llamada cuando afirman que les mueve la solicitud por la Iglesia; su convencimiento de que se deba afrontar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos. Pero la desobediencia, ¿es verdaderamente un camino? ¿Se puede ver en esto algo de la configuración con Cristo, que es el presupuesto de una auténtica renovación, o no es más bien sólo un afán desesperado de hacer algo, de trasformar la Iglesia según nuestros deseos y nuestras ideas?

El Obispo de Roma concede, graciosamente, que puede haber buenas intenciones en esos rebeldes, pero les advierte que el camino que han emprendido es erróneo. Es más, apunta al meollo de la cuestión. Lo que quieren esos disidentes es transformar la Iglesia según sus deseos e ideas. O en otras palabras, que la Iglesia esté hecha a su imagen y semejanza.

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