InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

2.10.17

La creatividad como excusa para enseñar un evangelio diferente

Parece de sentido común creer que veinte siglos de catolicismo han producido una doctrina moral consistente, firme, verdadera y, por tanto, liberadora. De todas las encíclicas papales publicadas tras el Concilio Vaticano II, “El esplendor de la Verdad” (Veritatis Splendor) de san Juan Pablo II, es clave tanto para entender los fundamentos de esa doctrina como para combatir los errores que la acechan.

Entre esos errores figura la herejía de que la conciencia humana no está sujeta en última instancia a la ley de Dios, sino que tiene libertad para obedecerla o no dependiendo de las circunstancias, siendo estas circunstancias, y no la voluntad divina, las que determinen el juicio moral -y de paso eclesial- que merecen nuestros actos.

La ley, en esa herejía, no pasaría de ser más que un ideal a alcanzar, pero que en realidad sería inaccesible para la mayoría y solo asumible por unos cuantos elegidos, mayormente aquellos que acaban en los altares como santos y beatos.

No negaré que la gracia de Dios actúa de forma más abundante y frucífera en las almas a las que Dios ha querido adornar con la corona de la santidad más excelsa, pero no hay bautizado que no reciba la gracia suficiente como para poder verse libre de la lacra de vivir practicando el pecado de forma pertinaz. Hoy, igual que hace veinte siglos, siguen vigentes las palabras del apóstol:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla.
1ª Cor 10,13

Existe un doble error a la hora de enfrentarse a cómo debe actuar el cristiano de cara a poder ser contado entre los que se salvan:

1- La idea de que depende de él, en primera y última instancia, el poder vivir en santidad. Si acaso, ayudado por la gracia. Es decir, Dios ayuda, ciertamente, pero luego pasa a ser mero espectador de nuestras decisiones finales.

2- La idea de que al hombre la basta con creer, con tener fe, para ser salvo, independientemente de cómo se comporte, ya que la misericordia divina pasará por alto sus pecados tanto si se arrepiente de ellos como si no.

Herejes son los que creen y enseñan lo primero. Herejes son los que creen y enseñan lo segundo.

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23.09.17

La certeza de la fe en medio de la tormenta

Son multitud los fieles que asisten con estupor, termor, desánimo e incredulidad al peligro de derrumbe del edificio de la moral católica. La Escritura y la Tradición están siendo cuestionadas de forma abierta por algunos de aquellos que tienen el deber de custodiar el depósito de la fe. Otros callan, por prudencia o por cobardía -solo Dios sabe-, mientras que no faltan quienes cumplen fielmente el ministerio que les ha sido encomendado y combaten por la fe transmitida de una vez para siempre a los santos (Jud 3).

Cristo edificó su Iglesia sobre el apóstol Pedro y su confesión de fe (Mt 16,18), y somos edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo mismo la piedra angular (Ef 2,20). Mas ya en tiempos de la era apostólica surgieron falsos maestros que manipulaban el evangelio y ponían en peligro la fe del pueblo de Dios. 

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3.09.17

No os amoldéis a este mundo

Segunda lectura del vigésimo segundo domingo del Tiempo Ordinario:

Os exhorto, por tanto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos como ofrenda viva, santa, agradable a Dios: éste es vuestro culto espiritual.
Y no os amoldéis a este mundo, sino, por el contrario, transformaos con una renovación de la mente, para que podáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, agradable y perfecto.
Rom 12,1-2

Ante el avance de un falso concepto de misericordia que convierte al cristiano y el cristianismo en una copia barata del mundo, cabe preguntar: ¿qué parte no se entiende de esas palabras del apóstol san Pablo? ¿quizás lo de ofrecer el cuerpo como ofrenda? ¿quizás lo de no amoldarse al mundo? ¿quizás lo de que hay que renovar la mente para saber qué es lo que Dios quiere?

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13.08.17

Las tinieblas del pecado cubren a tu amada Esposa

Del Oficio de lectura del decimonoveno domingo del Tiempo Ordinario

Mi Señor dulcísimo, vuelve benignamente tus ojos misericordiosos a este pueblo y al cuerpo místico que es tu Iglesia; porque mayor gloria se seguirá para tu santo nombre al perdonar tan gran muchedumbre de tus creaturas que si tan sólo me perdonas a mí, miserable pecadora, que tan gravemente he ofendido a tu majestad. ¿Qué consuelo podría hallar yo en poseer la vida, viendo que tu pueblo está privado de ella, y viendo cómo las tinieblas del pecado cubren a tu amada Esposa, por mis pecados y los de las demás creaturas tuyas?

Deseo, pues, y te pido como una gracia especial este perdón, por aquel amor incomparable que te movió a crear al hombre a tu imagen y semejanza. ¿Cuál, me pregunto, fue la causa de que colocaras al hombre en tan alta dignidad? Ciertamente, sólo el amor incomparable con el cual miraste en ti mismo a tu creatura y te enamoraste de ella. Mas veo con claridad que por culpa de su pecado perdió merecidamente la dignidad en que lo habías colocado.

Pero tú, movido por aquel mismo amor, queriendo reconciliarte gratuitamente al género humano, nos diste la Palabra que es tu Hijo unigénito, el cual fue verdaderamente reconciliador y mediador entre tú y nosotros. Él fue nuestra justicia, ya que cargó sobre sí todas nuestras injusticias e iniquidades y sufrió el castigo que por ellas merecíamos, por obediencia al mandato que tú, Padre eterno, le impusiste, cuando decretaste que había de asumir nuestra humanidad. ¡Oh incomparable abismo de caridad! ¿Qué corazón habrá tan duro que no se parta al considerar cómo la sublimidad divina ha descendido tan abajo, hasta nuestra propia humanidad?

Nosotros somos tu imagen y tú imagen nuestra, por la unión verificada en el hombre, velando la divinidad eterna con esta nube que es la masa infecta de la carne de Adán. ¿Cuál es la causa de todo esto? Solamente tu amor inefable. Por éste tu amor incomparable imploro, pues, a tu majestad, con todas las fuerzas de mi alma, para que otorgues benignamente tu misericordia a tus miserables creaturas.

Del Diálogo de santa Catalina de Siena, virgen, Sobre la divina providencia
(Cap. 4, 13)

Permítanme una breve reflexión personal. Cuando leo que alguien de la santidad de Santa Catalina de Siena se define a sí misma como miserable pecadora, ¿cómo no habré de definirme a mí mismo? Dan ganas como de salir corriendo a una cueva, tal cual hizo el profeta Elías -primera lectura de hoy- y quedase ahí quietecito, sin asomar la cabeza. Mas donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rom 5,20). Solo que no usemos la gracia como ocasión para pecar (Rom 6,15). 

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18.07.17

En el día del Juicio

Evangelio del martes de la decimoquinta semana del Tiempo Ordinario:

Jesucristo se puso a reprochar a las ciudades donde se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: -¡Ay de ti, Corazín, ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han obrado en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia en saco y ceniza. Sin embargo, os digo que en el día del Juicio Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotras.
Y tú, Cafarnaún, “¿"acaso “serás exaltada hasta el cielo? ¡Hasta los infiernos vas a descender!” Porque si en Sodoma hubieran sido realizados los milagros que se han obrado en ti, perduraría hasta hoy.
En verdad os digo que en el día del Juicio la tierra de Sodoma será tratada con menos rigor que tú.
Mat 11:20-24

El Señor es muy claro. No recibirán el mismo castigo aquellos que, aun obrando mal, nunca escucharon el evangelio que quienes lo escucharon y lo rechazaron. 

Es lógico pensar que tampoco recibirán el mismo castigo los que, naciendo en una familia no cristiana y habiendo recibido poca luz sobre el cristianismo, mueren sin ser cristianos, que aquellos que recibieron el don de la fe por el bautismo y acaban en el ateísmo y la apostasía.

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