Sugerencia a los gobernantes de Costa Rica
La noticia, no por menos esperada -¿alguien de verdad esperaba otra cosa?- menos penosa, acaba de producirse. El Estado costarricense ha sido condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por haber prohibido la fecundación in vitro (FIV) hace 12 años. El fallo exige la reactivación de la práctica de esa técnica médica para lograr embarazos.
Leyendo la sentencia, uno se encuentra con argumentos como estos:
C.3.a) El estatus legal del embrión
247. Ha sido señalado que en el Caso Vo. Vs. Francia, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos indicó que la potencialidad del embrión y su capacidad para convertirse en una persona requiere de una protección en nombre de la dignidad humana, sin convertirlo en una “persona” con “derecho a la vida” (supra párr. 237).248. Por su parte, el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y la Dignidad del Ser Humano con respecto a la Aplicación de la Biología y Medicina (en adelante el “Convenio de Oviedo”), adoptado en el marco del Consejo de Europa,390 establece lo siguiente en su artículo 18:
Artículo 18. Experimentación con embriones in vitro:
1. Cuando la experimentación con embriones in vitro esté admitida por la ley, ésta deberá garantizar una protección adecuada del embrión.

Una nación en la que se han matado antes de nacer a más de un millón y medio de seres humanos en el último cuarto de siglo, difícilmente puede tener un futuro que no sea el más profundo de los abismos. Una nación en la que la tasa de natalidad está muy lejos del nivel de reemplazo generacional, no puede tener otro futuro que no sea su envejecimiento y empobrecimiento a todos los niveles. Una clase política que alienta, promueve y legisla de cara a que se den ambas circunstancias no puede recibir otro calificativo que el de necia e irresponsable. Pero su necedad e irresponsabilidad está refrendada en las urnas por la gran mayoría de la población.
Primero conocimos el resultado final de la sentencia del TC sobre el matrimonio homosexual. Ayer supimos l
Hay ocasiones en que lo mejor es dejar que las palabras hablen por sí mismas. Es el caso de las 


