InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categorías: Biblia, Antiguo Testamento, Nuevo Testamento

24.07.17

El Señor peleará por vosotros

Primera lectura del lunes de la decimosexta semana del Tiempo Ordinario:

Cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el faraón y sus servidores cambiaron de parecer sobre el pueblo y se dijeron: «¿Qué hemos hecho? Hemos dejado escapar a Israel de nuestro servicio».
Hizo, pues, preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales.
El Señor hizo que el faraón, rey de Egipto, se obstinase en perseguir a los hijos de Israel, mientras estos salían triunfantes. Los egipcios los persiguieron con todos los caballos y los carros del faraón, con sus jinetes y su ejército, y les dieron alcance mientras acampaban en Piajirot, frente a Baalsefón.
Al acercarse el faraón, los hijos de Israel alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos, quedaron sobrecogidos de miedo y gritaron al Señor. Dijeron a Moisés: «¿No había sepulcros en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto?; ¿qué nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto: “Déjanos en paz y serviremos a los egipcios, pues más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto?”».
Moisés respondió al pueblo: «No temáis; estad firmes y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad tranquilos».
El Señor dijo a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco. Yo haré que los egipcios se obstinen y entren detrás de vosotros, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes. Así sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros y de sus jinetes».
Ex 14, 5-18

Cuando el Señor nos libera de la esclavitud del pecado, es harto probable que Satanás quiera recuperar la pieza que le ha sido arrebatada, nuestra alma, y se lanza a por nosotros tentándonos con nuestras concupiscencias pasadas y presentes. Y dado que somos débiles, necesitamos absolutamente del Señor para no caer de nuevo prisioneros del mal.

Para Dios no hay nada imposible. Tan pronto abre el mar para que pase su pueblo y luego quede atrapado un gran ejército, como salva a un alma que se ahoga en el pecado y hace que muera el viejo Adán que se resiste a desaparecer.

Leer más... »

23.07.17

Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre

Evangelio del decimosexto domingo del Tiempo Ordinario:

Jesús propuso otra parábola: -El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces apareció también la cizaña.
Los siervos del amo de la casa fueron a decirle: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?»
Él les dijo: «Algún enemigo lo habrá hecho». Le respondieron los siervos: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?»
Pero él les respondió: «No, no vaya a ser que, al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad que crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega les diré a los segadores: “Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero"».
Les propuso otra parábola: -El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo; es, sin duda, la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas, y llega a hacerse como un árbol, hasta el punto de que los pájaros del cielo acuden a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola: -El Reino de los Cielos es como la levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.
Todas estas cosas habló Jesús a las multitudes con parábolas y no les solía hablar nada sin parábolas,
para que se cumpliese lo dicho por medio del Profeta: “Abriré mi boca con parábolas, proclamaré las cosas que estaban ocultas desde la creación” del mundo.
Entonces, después de despedir a las multitudes, entró en la casa. Y se acercaron sus discípulos y le dijeron: -Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
Él les respondió: -El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles.
Del mismo modo que se reúne la cizaña y se quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino a todos los que causan escándalo y obran la maldad, y los arrojarán en el horno del fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que oiga.
Mat 13,24-43

Es peculiar que en nuestro tiempo sea común interpretar la parábola del sembrador sin tener muy en cuenta la explicación que el propio Señor dio.

Por ejemplo, muchos dan por hecho que el trigo y la cizaña han de crecer en la Iglesia y por tanto no tiene demasiado sentido intentar separarlos, pues ya lo hará el Señor el día del Juicio. Pero Cristo dice que donde se siembra la buena semilla es en el mundo, no en la Iglesia. De hecho, las semillas son los hijos de Dios. Y la mala semilla son los que viven bajo el dominio del Maligno.

Leer más... »

22.07.17

He visto al Señor y ha dicho esto

Evangelio en la Memoria de Santa María Magdalena

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice: «Suétame, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».
Jn 20,1-2;11-18.

María Magdalena supo que era Cristo quien le hablaba cuando el Señor pronunció su nombre. Y entonces se agarró a Él cual lapa, de tal manera que el Señor le pidió que le soltara. 

Sin duda ella habría preferido quedarse agarrada al Salvador, pero obedeció al encargo de ser la primera testigo de la Resurrección. 

Leer más... »

17.07.17

Si el Señor no hubiera estado a favor nuestro

Salmo del lunes de la decimoquinta semana del Tiempo Ordinario:

Si el Señor no hubiera estado a favor nuestro -que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado a favor nuestro cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
seguro que nos habrían tragado vivos en el ardor de su ira.
Seguro que nos habrían arrastrado las aguas, el torrente nos habría sumergido;
seguro que nos habrían sumergido las aguas impetuosas.
Bendito sea el Señor que no nos entregó en presa de sus dientes.
Nuestra alma, como un pájaro, se escapó del lazo de los cazadores. el lazo se rompió y nosotros escapamos.
Nuestro auxilio es el Nombre del Señor, el que hizo cielo y tierra.
Salmo 124

Como bien dice San Pablo “si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom 8,31) y “ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rom 8,38-39).

Leer más... »

15.07.17

No tengáis miedo

Evangelio del sábado de la decimocuarta semana del Tiempo Ordinario

Jesús dijo a sus apóstoles:
No está el discípulo por encima del Maestro, ni el siervo por encima de su Señor. Al discípulo le basta llegar a ser como su maestro, y al siervo como su Señor. Si al amo de la casa le han llamado Beelzebul, cuánto más a los de su misma casa. 
No les tengáis miedo, porque nada hay oculto que no vaya a ser descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; y lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde los terrados. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno. ¿No se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Por tanto, no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos. 
A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Mat 10,24-33

No tengamos miedo. Aunque nos insulten, aunque nos denigren, incluso aunque nos torturen y maten, no tengamos miedo. Podrán convertir nuestros cuerpos en despojos humanos pero el alma… el alma tiene como dueño al Señor, y ahí no tienen poder alguno. 

Leer más... »