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27.06.16

Os envié profetas y no obedecisteis

Publicado el 21 de junio del 2014. Republicado el 27 de junio del 2016.

Dios sabe hacerse oír. Cuando quiere que su pueblo no siga por el camino de perdición, envía profetas que advierten de las consecuencias. Pero el pueblo no siempre escucha, o lo hace pero no obedece. Esto dijo a través del profeta Jeremías:

Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? Oráculo de Yahvé. Las palabras de Jonadab, hijo de Recab, son obedecidas: mandó a sus hijos no beber vino, y no lo han bebido hasta hoy, cumpliendo el mandato de su padre, y yo os he hablado tantas y tantas veces, y no me habéis obedecido.
Os he enviado una y otra vez a mis siervos los profetas para deciros: Convertios de vuestros malos caminos, enmendad vuestras obras y no os vayáis tras de los dioses ajenos para darles culto, y habitaréis la tierra que os he dado a vosotros y a vuestros padres; pero no me habéis dado oídos, no me habéis obedecido.

(Jer 35,13-14)

Eso mismo hizo Dios a través de varios Papas de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Ejemplos:

… desgraciadamente, y con gran daño para la religión, se ha introducido un sistema que se adorna con el nombre respetable de «alta crítica», y según el cual el origen, la integridad y la autoridad de todo libro deben ser establecidos solamente atendiendo a lo que ellos llaman razones internas. Por el contrario, es evidente que, cuando se trata de una cuestión histórica, como es el origen y conservación de una obra cualquiera, los testimonios históricos tienen más valor que todos los demás y deben ser buscados y examinados con el máximo interés; las razones internas, por el contrario, la mayoría de las veces no merecen la pena de ser invocadas sino, a lo más, como confirmación. De otro modo, surgirán graves inconvenientes: los enemigos de la religión atacarán la autenticidad de los libros sagrados con más confianza de abrir brecha; este género de «alta crítica» que preconizan conducirá en definitiva a que cada uno en la interpretación se atenga a sus gustos y a sus prejuicios; de este modo, la luz que se busca en las Escrituras no se hará, y ninguna ventaja reportará la ciencia; antes bien se pondrá de manifiesto esa nota característica del error que consiste en la diversidad y disentimiento de las opiniones, como lo están demostrando los corifeos de esta nueva ciencia; y como la mayor parte están imbuidos en las máximas de una vana filosofía y del racionalismo, no temerán descartar de los sagrados libros las profecías, los milagros y todos los demás hechos que traspasen el orden natural.
(Encíclica Providentíssimus Deus 40, León XIII)

No se le hizo, o más bien no se le hace, apenas caso. Y se ha cumplido lo que profetizó. Literalmente.

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14.05.16

Labios de necio traen discordias

Prov 18, 6-7
Labios de necio traen discordias, y su boca provoca trastazos. La boca del necio es su ruina, y sus labios, trampa mortal.

Pro 10,19
Quien mucho habla no escapa al pecado, quien refrena los labios se llama sensato.

Sir 21,26
Los necios tienen el corazón en la boca, los sabios tienen la boca en el corazón .

Sir 20,20
De la boca del necio no se acepta un proverbio, pues nunca lo dice en el momento adecuado.

Sir 34,1
Las esperanzas vanas y engañosas son propias del necio.

Ecc 10,14
El necio no para de charlar.

Pro 26,11
Perro que vuelve a su vómito, el necio que insiste en sus sandeces.

Pro 10,23
El necio se divierte haciendo trampas; el hombre prudente, con la sabiduría.

Rom 10,11
Pues dice la Escritura: Nadie que crea en él quedará confundido.

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10.05.16

No es tiempo de lamentos, sino de santidad

Divorcio, adulterio, aborto, “matrimonio” homosexual, eutanasia, eugenesia prenatal, venta/alquiler de úteros, apologia de la transexualidad, autoritarismo estatal que anula el derecho paterno/materno en la educación de los hijos, acoso a la libertad religiosa que se opone a todo lo anterior.

Esa es la realidad que se está imponiendo en los pueblos que otrora fueron cristianos. En unos países más, en otros menos, pero el camino es claro. 

Todo esto tiene una raíz. La indica San Pablo en Romanos

Rom 1, 18-32
En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo sobre toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen aprisionada la verdad en la injusticia. Porque lo que se puede conocer de Dios es manifiesto en ellos, ya que Dios se lo ha mostrado….
Por eso Dios los abandonó a los malos deseos de sus corazones, a la impureza con que deshonran entre ellos sus propios cuerpos: cambiaron la verdad de Dios por la mentira y dieron culto y adoraron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. 
Por lo tanto, Dios los entregó a pasiones deshonrosas, pues sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contrario a la naturaleza, y del mismo modo los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos de unos por otros, cometiendo torpezas varones con varones y recibiendo en sí mismos el pago merecido por sus extravíos. 
Y como demostraron no tener un verdadero conocimiento de Dios, Dios los entregó a un perverso sentir que les lleva a realizar acciones indignas, colmados de toda iniquidad, malicia, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidio, riñas, engaño, malignidad; chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades, rebeldes con sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados. 
Ellos, aunque conocieron el juicio de Dios -que quienes hacen estas cosas merecen la muerte-, no sólo las hacen, sino que defienden a quienes las hacen.

Gran parte de todas esas barbaridades mencionadas antes son cometidas por personas bautizadas. En la civilización occidental se cumple lo indicado por San Pedro:

2ª Ped 2,17-22
Estos son fuentes sin agua y nubes impulsadas por el huracán, a los que aguarda la oscuridad de las tinieblas, pues expresando grandilocuencias sin sentido seducen con deseos carnales libertinos a quienes hace poco se han alejado de los que se mueven en el error.
Les prometen libertad, pero ellos son esclavos de la corrupción, porque uno es esclavo de aquello que lo domina. Pues si, después de haberse alejado de los abusos del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, vuelven a implicarse en ellos hasta verse dominados, entonces su situación última es peor que la primera. Pues habría sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia que, después de conocerlo, desviarse del mandamiento santo que les había sido transmitido. Les pasa lo de ese refrán tan verdadero que dice: «El perro vuelve a su propio vómito» y «Cerda lavada se revuelca en el fango».

Mas como dijo el profeta:

Jer 2,19
En tu maldad encontrarás el castigo, tu propia apostasía te escarmentará. Aprende que es amargo y doloroso abandonar al Señor, tu Dios, y no saber temerlo.

Pero también dice:

Jer 3,22
Volved, hijos apóstatas, yo curaré vuestra apostasía.

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9.05.16

Haré brillar la doctrina como la aurora

Sab 24,44
Haré brillar la doctrina como la aurora, y haré que resplandezca hasta lo lejos. 

Salm 50,16-18
Dios dice al impío. «¿Por qué repites mis preceptos y tienes en tu boca mi Alianza, tú, que aborreces mi doctrina y postergas mis mandatos? Si ves a un ladrón corres con él, y tomas parte con los adúlteros».

2ª Tim 3,4
Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído.

Tito 2,1
Tú, en cambio, habla de lo que está de acuerdo con la sana doctrina.

2ª Jn 9-11
Todo el que se sale de la doctrina de Cristo, y no permanece en ella, no posee a Dios; quien permanece en la doctrina, ése posee al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no transmite esta doctrina no lo recibáis en casa ni le saludéis; pues quien le saluda se hace cómplice de sus malas obras.

San Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 4
… se plantea la cuestión de si los mandamientos de Dios, que están grabados en el corazón del hombre y forman parte de la Alianza, son capaces verdaderamente de iluminar las opciones cotidianas de cada persona y de la sociedad entera. ¿Es posible obedecer a Dios y, por tanto, amar a Dios y al prójimo, sin respetar en todas las circunstancias estos mandamientos? Está también difundida la opinión que pone en duda el nexo intrínseco e indivisible entre fe y moral, como si sólo en relación con la fe se debieran decidir la pertenencia a la Iglesia y su unidad interna, mientras que se podría tolerar en el ámbito moral un pluralismo de opiniones y de comportamientos, dejados al juicio de la conciencia subjetiva individual o a la diversidad de condiciones sociales y culturales.

8.05.16

Habéis fortalecido las manos del malvado para que no se convierta

Pro 30, 5-6
Toda palabra de Dios es acrisolada, es un escudo para los que se refugian en él. Nada añadas a sus palabras, no sea que te reprenda y quedes como mentiroso.

Ecc 8,11-12 
No se ejecuta enseguida la condena por actuar mal, y por eso se fomenta la mala conducta en el corazón de los hombres, pues el pecador actúa mal cien veces y se le tolera. Ya sé yo que a los que temen al Señor les irá bien, pues son temerosos ante Él.

Ez 13,22
Porque con mentiras habéis entristecido el corazón del justo, que Yo no había entristecido, y habéis fortalecido las manos del malvado para que no se convierta de su mal camino y conserve su vida.

Ez 22,26
Sus sacerdotes han violado mi Ley y han profanado mi santuario. No han hecho distinción entre lo santo y lo profano, no han enseñado a distinguir entre lo puro y lo impuro, han apartado sus ojos de mis sábados y Yo he sido deshonrado en medio de ellos.

Ef 4,25
Por lo tanto, dejaos de mentiras, hable cada uno con verdad a su prójimo, que somos miembros unos de otros.

San Juan Pablo II, 12 de noviembre de 1986
… el mal no es completo o al menos es remediable, mientras el hombre es consciente de ello, mientras conserva el sentido del pecado. Pero cuando falta también esto, es prácticamente inevitable la caída total de los valores morales y se hace terriblemente amenazador el riesgo de la perdición definitiva. Por eso, hemos de recordar siempre y meditar con gran atención estas graves palabras de Pío XII (una expresión que se ha hecho casi proverbial): El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado