InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Obispos españoles

7.11.09

Mesa redonda sobre Javier Osés, obispo de Huesca

Esta noche ha tenido lugar una mesa redonda organizada por el Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA) cuyo tema ha sido la figura del anterior obispo de Huesca, monseñor Javier Osés. En la misma han intervenido el historiador Pablo Martín de Santa Olalla -autor de un libro sobre don Javier que se ha vendido como churros en Huesca-, el doctor en Teología y sacerdote secularizado José Bada, el periodista y escritor Javier Ortega y, “last but not least", el director de Religión Digital, José Manuel Vidal. Sobre el acto hablaré en unas líneas. De momento me basta con decir que el aula, en la que calculo que entraban unas 150 personas -quizás más- estaba llena.

Cuando me trasladé con mi familia a tierras oscenses, don Javier Osés ya sufría la enfermedad que le llevó a la tumba ya estaba presente. Por tanto poco puedo hablar por conocimiento personal de cómo ejercía de obispo, pero sí que puedo asegurar que él se enfrentó a la enfermedad y a la muerte de forma genuinamente cristiana. Y también puedo certificar que su funeral demostró, por si alguien lo dudaba, que era un obispo muy querido. Independientemente del juicio que se pueda realizar sobre su episcopado, esos dos hechos son irrefutables.

Dicho lo cual, todas las referencias que tenía del antecesor de monseñor Jesús Sanz Montes indicaban que el mismo fue de los obispos más “progres", si no el que más, del episcopado español post-conciliar. Hoy he comprobado que dichas referencias eran ciertas. Los “ponentes” han glosado la mar de bien la persona y el pontificado de monseñor Osés. La añoranza, la nostalgia de tiempos pasados que hoy ya no existen ha flotado durante todo el encuentro. Además el 95% de los presentes eran mayores de 55 años. Dudo que hubiera en la sala más de 5 personas más jóvenes que yo. Tal hecho no me ha sorprendido. Sí me ha extrañado la ausencia clamorosa de sacerdotes “en ejercicio". Y no creo que haya sido por desconocimiento del acto. Cope Huesca lo ha anunciado a bombo y platillo y dudo que hubiera un solo sacerdote de la diócesis que no supiera que esta tarde se iba a hablar, y bien, de quien fue su obispo durante treinta años largos. Con esto no digo que el presbiterio oscense no aprecie a monseñor Osés, pero tampoco parece que su figura suscite un gran entusiasmo.

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5.11.09

Nueva etapa para la Iglesia en Sevilla

Los oficialistas querrán vender lo ocurrido en Sevilla como algo normal, pero que a todo un señor cardenal le acepten la renuncia por edad en menos de tres meses es ciertamente significativo. Como significativo fue que le nombraran un arzobispo coadjutor, que ahora pasa a ser el ordinario con mando en plaza. Se quiera o no, algo grave tuvo que ver Roma en la archidiócesis hispalense para que mandaran a monseñor Asenjo a ir conociendo el percal y ahora no hayan esperado ni cien días tras el 75 cumpleaños del cardenal para ponerle al frente de esa iglesia local.

Se puede especular, y mucho, sobre las causas concretas de la acción de la Santa Sede, pero yo creo que lo que ahora toca es mirar para adelante, desearle al nuevo arzobispo la mejor de las suertes y al ya cardenal emérito el mejor de los retiros, alejado del mundanal ruido del gobierno diocesano. Hacer leña del árbol caído no tiene sentido.

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3.11.09

Munilla parriba, Munilla pabajo

Don José Ignacio Munilla, a día de hoy obispo de Palencia, lleva varios días en el disparadero de la rumorología eclesial. Son muchos los que le sitúan como próximo obispo de San Sebastián, diócesis que le vio nacer a la vida y a la fe, diócesis de la que fue sacerdote. Alguno se inventa incluso la noticia de que don José Ignacio habría dado ya el placet a Roma para su nombramiento. Bien, como quiera que yo sí he hablado con él, puedo asegurar que tal cosa no es cierta y que está especialmente molesto de que alguien que se dice periodista mienta de esa manera. El obispo vasco no ha dicho ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Sabe lo mismo que el resto, o sea, que se maneja a base de rumores.

De hecho, ya son varias las ocasiones en las que he comprobado que en el asunto de los nombramientos episcopales, por lo general el último en enterarse es el interesado. Y eso, señores míos, no debería de ser así. Yo entiendo, como no podría ser de otra forma, el interés periodístico por estas cuestiones. Las quinielas son inevitables. Las filtraciones no. Y, como las meigas, haberlas hailas, con lo cual uno se pregunta de qué vale eso del secreto pontificio.

Si además los nombramientos se retrasan, la situación en la que quedan los obispos “trasladables” no es fácil de cara a sus diócesis. Por ejemplo, mi obispo, que es de largo el obispo más pluriempleado del episcopado nacional, y dudo que haya otro igual el mundo entero, es obispo de dos diócesis, comisario pontificio de un grupo que ha dado más problemas que un dolor de muelas, presidente de una comisión episcopal para la CEE y responsable de una cátedra en San Dámaso. Pues bien, sin dejar de ser obispo de Huesca y de Jaca, ya le ha dado tiempo a ser cuasi-obispo de Alcalá de Henares, cuasi-obispo de Cartagena, cuasi-obispo de San Sebastián (no sé a quién se le ocurrió semejante martirio para él), cuasi-obispo de Málaga, cuasi-arzobispo de Pamplona, cuasi-arzobispo de Oviedo y cuasi-arzobispo de Valladolid, donde, dicho sea de paso, sospecho que irá si es que va a algún lado. Es más, hay quien dice que fue en la terna para Toledo. Yo ni lo sé ni me importa. Lo que sí me importa es que los diocesanos oscenses llevemos 2-3 años pensando que nos llevan el obispo a otro lado. No es una situación agradable.

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28.10.09

Bien por monseñor Iceta, pero...

Monseñor Iceta, obispo auxiliar de Bilbao, es un notorio ejemplo de la savia nueva episcopal que está mejorando, y no poco, el árbol episcopal de la Iglesia Católica en España. Además de obispo, don Mario es doctor en medicina -cirujano para más señas-, lo cual le ayuda para hablar no sólo como pastor católico sino como experto en temas que tengan que ver con la realidad “biológica” del ser humano. Bien sabe él que cuando el espermatozoide fecunda el óvulo, ahí surge un ser genéticamente distinto de su madre y de su padre.

El auxiliar de monseñor Blázquez ha sido entrevistado hoy por Radio Euskadi y, como era de esperar, se le ha preguntado por la nueva ley del aborto y por la postura del PNV, partido que dicen que pretendió ser católico desde sus inicios, aunque no acabo de entender cómo se puede conciliar eso con el hecho históricamente indiscutible de que su fundador, Sabino Arana, era un proto-nazi racista e indeseable.

Monseñor Iceta ha pedido al partido de Arzallus, ese que acaba de alabar el patriostimo de los batasunos, que no apoye la ley del aborto en Madrid. El partido ya había cambiado ligeramente su posición inicial de apoyo a la ley, asegurando que si no se aceptan sus enmiendas, votarán en contra. Pero esas enmiendas no van a lo esencial, o sea, a impedir que haya aborto libre en las primeras 14 semanas de embarazo. Si, como supongo, el PSOE acabará cediendo en el tema de las menores y si acaba dejando cierta puerta abierta a la objeción de conciencia para los profesionales de la salud público que se nieguen a practicar abortos, el PNV votará sí, diga lo que diga monseñor Iceta o el resto de los obispos vascos.

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23.10.09

La responsabilidad moral del Rey en la sanción de las leyes, por monseñor Guerra Campos

Como quiera que la buena gente de Bebé-Aído ha enviado un muñequito de los suyos a la Familia Real y han pedido al Rey que interceda para que no salga adelante la nueva ley del aborto, recupero para los lectores de este blog y de InfoCatólica una carta que escribió monseñor Guerra Campos el 19 de julio de 1985, a cuenta de la primer ley del aborto y su sanción por el sucesor de Franco a título de Rey y actual Jefe de Estado de nuestra querida España:

MORAL CATÓLICA Y MONARQUIA CONSTITUCIONAL
La responsabilidad moral del Rey en la sanción de las leyes

El 19 de julio “YA” publicó un editorial titulado “El Rey y la ley del aborto”. Envié al diario una exposición complementaria con el propósito de que la doctrina moral católica no quedase rebajada a mero liberalismo. “YA” no se ha dignado publicar dicha aclaración. Y así me veo obligado a hacerla pública en este número del “Boletín”, añadiéndole un párrafo conclusivo.

“YA” en su editorial de hoy glosa mi declaración de 13 de julio en lo tocante a la sanción y promulgación de la ley. Destaca este punto como novedad. La novedad, si la hay, no me corresponde, pues, en 1983, un Obispo muy ligado al “YA”, escribió sobre el “grave problema de conciencia para muchas personas porque no es lícito cooperar ni a la elaboración, ni a la promulgación, ni a la puesta en práctica…”

El artículo de “YA” merece ser continuado para que podamos asomarnos de verdad al problema moral que nos preocupa. Recuerda primero la conocida falta de responsabilidad jurídica del Rey según la Constitución, su carencia de iniciativa y de libertad para oponerse, su función meramente nominal, su preeminencia simbólica y puramente representativa como encarnación suprapartidista del Estado.

En el último párrafo, que es el que toca la cuestión, hace dos afirmaciones. En la primera reconoce que “la responsabilidad moral no queda agotada en la responsabilidad jurídica ni de las personas ni de las instituciones”. “Puede darse incluso contraposición entre ambas, lo mismo que puede darse entre la legalidad de una norma y su moralidad”. Reconocimiento oportuno, pues el gran problema tras la promulgación de la ley está precisamente en que numerosos practicantes del aborto quedan exentos de responsabilidad jurídica mientras permanece su responsabilidad moral, como autores de lo que la Iglesia califica de “crimen abominable”.

La segunda afirmación es aplicable al caso del Rey. Dice que para “calibrar su verdadera responsabilidad moral” es forzoso tener en cuenta como condicionante: 1º la obligación jurídica de obrar en un sentido determinado, en razón de su cargo; 2º la necesidad de ponderar, en difícil discernimiento, las gravísimas consecuencias de carácter general que pudieran derivarse de sus decisiones.

Y aquí se detiene la exposición de “YA”. Que hay que tener en cuenta ese condicionante es evidente; pero no basta para formar un criterio moral. Nos deja en una hipótesis indeterminada. En primer lugar, ¿consta que el Rey tuviese obligación jurídica de sancionar cuando la ley se opone a las garantías que exige el Tribunal Constitucional? Y dado el condicionante, ¿elimina sin más y en cualquier caso la responsabilidad moral? ¿No se requiere alguna otra condición, al menos como propósito de futuro?

Una respuesta cómoda sería que el Rey, en virtud del sistema constitucional, queda exento de responsabilidad moral sancionando con pasividad permanente y automática todo lo que produzca aquel sistema, aunque ello le convirtiera en símbolo de un Estado que conculque valores inviolables.

En nuestro caso es forzoso no olvidar que, mientas dure la ley del aborto, lo que se produce no es sólo una situación insatisfactoria respecto a opiniones o formas constitucionales. Lo que ocurre es que se está destruyendo de manera monstruosa la vida de niños inocentes. Esto condiciona seriamente la valoración de las consecuencias que pudieran derivarse de evitarlo (¿es claro que sean realmente más graves?). Además, según enseño la Santa Sede, no es aplicable al caso el criterio del pluralismo democrático, porque “la vida de un niño prevalece sobre todas las opiniones; no se puede invocar la libertad de pensamiento para arrebatársela”. No se puede invocar ningún concepto de tratadistas constitucionales. Si una ley ataca esa vida, un Rey constitucional no puede olvidar que la ley existe con su sanción y sin ella no.

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