InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Agosto 2017

21.08.17

Si quieres ser perfecto, ven y sígueme

Evangelio del lunes de la vigésima semana del Tiempo Ordinario:

Y se le acercó uno, y le dijo: -Maestro, ¿qué obra buena debo hacer para alcanzar la vida eterna?

Él le respondió: -¿Por qué me preguntas sobre lo bueno? Uno sólo es el bueno. Pero si quieres entrar en la Vida, guarda los mandamientos.

-¿Cuáles? -le preguntó.

Jesús le respondió: - No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.

-Todo esto lo he guardado -le dijo el joven-. ¿Qué me falta aún?

Jesús le respondió: -Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes y dáselos a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Luego, ven y sígueme.

Al oír el joven estas palabras se marchó triste, porque tenía muchas posesiones.
Mat 19,16-22

¿Y bien? ¿acaso no basta con cumplir los mandamientos? ¿No habíamos quedado en que tal cosa es conocer y amar a Dios (Jn 14,21; 1 Jn 2,3)? Pues sí pero no.

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20.08.17

Guardad el derecho y practicad la justicia

Primera lectura del vigésimo domingo del Tiempo ordinario:

Esto dice el Señor. «Guardad el derecho y practicad la justicia, que pronto va a llegar mi salvación y a revelarse mi justicia».
A los hijos del extranjero que se adhieran al Señor para servirlo y amar el Nombre del Señor, para serle sus siervos, y a cuantos guarden el sábado sin profanarlo, y mantengan mi alianza, les haré entrar en mi monte santo, les daré alegría en mi casa de oración. sus holocaustos y sus sacrificios me serán gratos sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos».
Isa 56,1.6-7

Aun cuando Dios se reveló a Israel, pueblo al que eligió de entre todos los pueblos del mundo, ya en el Antiguo Testamento abre la puerta a la salvación de todos aquellos que le amaran y guardaran sus mandamientos. 

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19.08.17

Elegid hoy a quién queréis servir

Primera lectura del sábado de la decimonovena semana del Tiempo Ordinario

Dijo Josué al pueblo de Israel:
Pues bien: temed al Señor; servidle con toda sinceridad; quitad de en medio los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del Río y en Egipto; y servid al Señor. Pero si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy a quién queréis servir: si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor».

El pueblo respondió: «¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! Porque el Señor nuestro Dios es quien nos sacó, a nosotros y a nuestros padres, de Egipto, de la casa de la esclavitud; y quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios y nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos por los que atravesamos. Además, el Señor expulsó ante nosotros a los pueblos amorreos que habitaban el país. También nosotros serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro Dios!».

Y Josué dijo al pueblo: «No lograréis servir al Señor, porque es un Dios santo, un Dios celoso. No perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados. Si abandonáis al Señor y servís a dioses extranjeros, él también se volverá contra vosotros y, después de haberos hecho tanto bien, os maltratará y os aniquilará».

El pueblo le respondió: «¡No! Nosotros serviremos al Señor».

Josué insistió: «Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido al Señor para servirle».

Respondieron: «¡Testigos somos!».

«Entonces, quitad de en medio los dioses extranjeros que conserváis, e inclinad vuestro corazón hacia el Señor, Dios de Israel».

El pueblo respondió: «¡Al Señor nuestro Dios serviremos y obedeceremos su voz!».

Aquel día Josué selló una alianza con el pueblo y les dio leyes y mandatos en Siquén. Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios. Cogió una gran piedra y la erigió allí, bajo la encina que hay en el santuario del Señor. Y dijo Josué a todo el pueblo: «Mirad, esta piedra será testigo contra nosotros, porque ha oído todas las palabras que el Señor nos ha dicho. Ella será testigo contra vosotros, para que no podáis renegar de vuestro Dios».

Luego Josué despidió al pueblo, cada cual a su heredad. Y después de todo esto, murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años.
Jos 24,14-29

Elijamos hoy a quién servir. Si a Cristo o al pecado. Si a Iglesia fiel a Cristo o a los falsos maestros y pastores necios que manipulan el Evangelio. Si al catolicismo o al modernismo. 

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18.08.17

Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio

Evangelio de la decimonovena semana del Tiempo Ordinario

Se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».
Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla?».
Él les contestó: «Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le replicaron: «Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse». Pero él les dijo: «No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».
Mateo 19,3-12

¿Podían los hombres divorciarse y volverse a casar antes de Cristo? Sí, por concesión de la ley mosaica. ¿Pueden divorciarse y volverse a casar después de Cristo? No, por mandato del Señor. ¿Cómo llama Cristo a los que hacen tal cosa? Adúlteros. ¿Y qué ocurre con los adúlteros que no se arrepienten y no dejan el adulterio? Que no heredarán el Reino de Dios (1ª Cor 6,9-10). Es decir, se condenarán.

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17.08.17

El perdón

Evangelio del jueves de la decimooctava semana del Tiempo Ordinario:

Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste.¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Mat 18,21-35.19,1.

El perdón no es una opción para el cristiano. Es un deber. Se ve claramente en la oración que el Señor nos enseñó, el padrenuestro, que incluye la afirmación del perdón a quienes nos ofenden.

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