Caso Zanchetta, trabajo para Tornielli

En el último mes han cambiado muchas cosas en el área de la comunicación vaticana. Al nombramiento del vaticanista Andrea Tornielli como director del Dicasterio para la Comunicación y la salida de Giovanni Maria Vian de la dirección de L´Osservatore Romano se le unió la ¿sorprendente? dimisión de Geg Burke y Paloma García Ovejero como portavoz y viceportavoz de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la cual, de forma provisional, ha quedado a cargo de Alessandro Gisotti. No hace falta ser un experto en el negociado de la información religiosa para entender que se ha puesto en marcha una maquinaria destinada a tener un control mucho más exhaustivo e ideologizado de lo que sale o deja de salir, a nivel informativo, de la Santa Sede. De Burke y García Ovejero se podía decir lo que se quisiera, pero no que fueran “creadores” de opinión, cosa que no ocurre con Tornielli ni creo que vaya a ocurrir con el futuro portavoz.

Precisamente ha sido Gisotti quien, en plena interinidad, ha tenido que salir al paso del posible escándalo revelado por la prensa argentina sobre el obispo Zanchetta. El obispo emérito de Orán presentó sorpresivamente su renuncia alegando motivos de salud. La misma fue aceptada en un abrir y cerrar de ojos -lo cual es “significativo"- y desapareció de Argentina. A los pocos meses el Papa le dio un “carguito” en el Vaticano, sin responsabilidades ejecutivas pero suficiente como para que residiera en Roma.

El problema es que la prensa del país sudamericano ha revelado que Mons.Zanchetta fue acusado de abusos sexuales y de poder (*). Las víctimas de los abusos sexuales habrían sido tres seminaristas. Las de poder -sea lo que sea eso-, diez seminaristas. Es más, fue la Nunciatura en Buenos Aires quien recibió las denuncias, con lo cual es evidente que el caso llegó a Roma, a menos que pensemos que Mons. Emil Paul Tscherrig, Nuncio en Argentina cuando ocurrió todo, decidió ocultar los hechos a la Santa Sede.

De hecho, Gisotti ha tenido que jugar el papelón de asegurar que Roma conocía las denuncias por abusos de poder, pero no las de abusos sexuales. Ni que decir tiene que la renuncia del obispo por motivos de salud y su inmediata aceptación parecen una farsa. Si la propia Oficina de Prensa del Vaticano reconoce la “mitad” de las acusaciones, no es fácil creer que el obispo saliera de Orán por la razón aludida. 

El problema con la versión de la Santa Sede es que no coincide con las revelaciones periodísticas. Eso de que “conocíamos los abusos de poder pero no los sexuales", ¿quién se lo puede creer cuando se ha informado de que a la Nunciatura llegó la denuncia completa?

Alguien puede pensar que esto es una cuestión de credibilidad. Que no hay razón para dudar de la versión del Vaticano. Pero fue precisamente el Vaticano quien indicó que al obispo se le aceptó la renuncia por razones de salud y ahora confirma que sabía lo de los abusos de poder. Es decir, ya han faltado a a verdad en una primera ocasión. Y el sentido común indica que habiendo una denuncia completa de los “problemas” con este obispo, no es lógico que a Roma llegara solo una parte de la misma.

De hecho, los abusos de poder de un obispo no son necesariamente delito ante la justicia penal secular. Los abusos sexuales, sí. Si la denuncia por abusos de seminaristas llegaran a la justicia argentina, ¿cuál sería la situación de Mons. Zanchetta? ¿puede tener eso algo que ver con su salida innmediata en dirección a España primero y Roma después?

Con ocasión de la carta que el Papa envió a los obispos de EEUU reunidos en un retiro espiritual, Andrea Tornielli publicó un artículo en Vatican News en el que valoraba la misiva. El periodista citaba estas palabras del Pontífice:

«La credibilidad de la Iglesia ha sido fuertemente cuestionada y debilitada por estos pecados y crímenes, pero sobre todo por el deseo de disimularlos y ocultarlos».

Según Tornielli, «la credibilidad no se reconstruye con estrategias de marketing». Tiene toda la razón. A eso añado que tampoco se recostruye ocultando la verdad, manipulando los hechos e intentando controlar lo que los medios deben saber y decir. O sea, justo lo que ocurrió con el caso Viganò, que quizás adquiera una nueva “luz” con el caso Zanchetta. 

Por tanto, sería bueno, sería recomendable,sería deseable,sería altamente aconsejable, que el flamante director del Dicasterio para la Comunicación ordenara, si es que puede o le dejan hacerlo, que la Santa Sede aclare cuanto antes cómo es posible que se conocieran las denuncias por abusos de poder de Mons. Zanchetta y no las de abuso sexual. Con que nos expliquen eso, podemos darnos por satisfechos. Ni siquiera les pedimos que nos digan cómo es posible que se dé un cargo en Roma a un obispo acusado “solamente” de abusos de poder. Al fin y al cabo, la decisión de nombrar a Mons. Zanchetti como asesor de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica no la tomó Tornielli. Fue el Papa quien lo hizo.

Luis Fernando Pérez Bustamante

(*) Ser acusado de algo no convierte a nadie automáticamente en culpable de ese algo. Mons. Zanchetta es inocente hasta que no se demuestre lo contrario, aunque todo apunte a que hay “sustancia” en las denuncias.

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