Demostremos que somos lo que creemos

No me cansaré de repetir que en la Liturgia de las Horas la Iglesia nos regala joyas de la sabiduría patrística, como es el caso del siguiente texto de San Cipriano de Cartago, mártir. Es de su Tratado sobre la muerte:

Nunca debemos olvidar que nosotros no hemos de cumplir nuestra propia voluntad, sino la de Dios, tal como el Señor nos mandó pedir en nuestra oración cotidiana. ¡Qué contrasentido y qué desviación es no someterse inmediatamente al imperio de la voluntad del Señor, cuando él nos llama para salir de este mundo! Nos resistimos y luchamos, somos conducidos a la presencia del Señor como unos siervos rebeldes, con tristeza y aflicción, y partimos de este mundo forzados por una ley necesaria, no por la sumisión de nuestra voluntad; y pretendemos que nos honre con el premio celestial aquel a cuya presencia llegamos por la fuerza. ¿Para qué rogamos y pedimos que venga el reino de los cielos, si tanto nos deleita la cautividad terrena? ¿Por qué pedimos con tanta insistencia la pronta venida del día del reino, si nuestro deseo de servir en este mundo al diablo supera al deseo de reinar con Cristo?

Si, como yo, te sientes apelado por esas palabras, si te ves acusado, recuerda: “Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad” (1 Jn 1,9).

Si el mundo odia al cristiano, ¿por qué amas al que te odia, y no sigues más bien a Cristo, que te ha redimido y te ama? Juan, en su carta, nos exhorta con palabras bien elocuentes a que no amemos el mundo ni sigamos las apetencias de la carne: No améis al mundo -dice- ni lo que hay en el mundo. Quien ama al mundo no posee el amor del Padre, porque todo cuanto hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida. El mundo pasa y sus concupiscencias con él. Pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. Procuremos más bien, hermanos muy queridos, con una mente íntegra, con una fe firme, con una virtud robusta, estar dispuestos a cumplir la voluntad de Dios, cualquiera que ésta sea; rechacemos el temor a la muerte con el pensamiento de la inmortalidad que la sigue. Demostremos que somos lo que creemos.

¡Demostremos que somos lo que creemos! Grábate a fuego esa frase en tu alma como me la grabo yo.

Debemos pensar y meditar, hermanos muy amados, que hemos renunciado al mundo y que mientras vivimos en él somos como extranjeros y peregrinos. Deseemos con ardor aquel día en que se nos asignará nuestro propio domicilio, en que se nos restituirá al paraíso y al reino, después de habernos arrancado de las ataduras que en este mundo nos retienen. El que está lejos de su patria es natural que tenga prisa por volver a ella. Para nosotros, nuestra patria es el paraíso; allí nos espera un gran número de seres queridos, allí nos aguarda el numeroso grupo de nuestros padres, hermanos e hijos, seguros ya de su suerte, pero solícitos aún de la nuestra. Tanto para ellos como para nosotros significará una gran alegría el poder llegar a su presencia y abrazarlos; la felicidad plena y sin término la hallaremos en el reino celestial, donde no existirá ya el temor a la muerte, sino la vida sin fin.

Ay de mì, que todavía no he renunciado del todo al mundo. Menos mal que, como enseñó el apóstol amado por Cristo: “Hijitos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo” (1 Jn 1,11). Pide a Dios conmigo que nos libre del amor errado por las cosas terrenales que nos alejan de la comunión con el Señor. Y una vez en su amor, añoraremos la patria celestial, que es el destino de los elegidos por el Altísimo, entre quienes le clamamos que nos tenga.

Allí está el coro celestial de los apóstoles, la multitud exultante de los profetas, la innumerable muchedumbre de los mártires, coronados por el glorioso certamen de su pasión; allí las vírgenes triunfantes, que con el vigor de su continencia dominaron la concupiscencia de su carne y de su cuerpo; allí los que han obtenido el premio de su misericordia, los que practicaron el bien, socorriendo a los necesitados con sus bienes, los que, obedeciendo el consejo del Señor, trasladaron su patrimonio terreno a los tesoros celestiales. Deseemos ávidamente, hermanos muy amados, la compañía de todos ellos. Que Dios vea estos nuestros pensamientos, que Cristo contemple este deseo de nuestra mente y de nuestra fe, ya que tanto mayor será el premio de su amor, cuanto mayor sea nuestro deseo de él.

La comunión de los santos es una de las cosas más bellas de la creación redimida. Deseamos estar con los que ya gozan de la presencia de Dios en el cielo. A tantos de ellos hemos pedido que intercedan por nosotros que ¿cómo no desear abrazarles y agradecerles sus oraciones? ¿Y qué no decir de nuestra Madre? ¿no queréis besar su mejilla como el Niño Jesús la besó?

Pensemos en el cielo, con Dios, María, los santos y los ángeles, cada vez que carguemos nuestras cruces en esta vida terrena, cuya duración no llega a ser ni como una gota de agua en el océano comparada con la eternidad.

¡Santidad o muerte!

Luis Fernando Pérez Bustamante

12 comentarios

  
Fernando Cova
Jesús lloró a traves de su voluntad humana por la muerte de Lázaro no debemos confundir el amor y apego que tengamos por una persona con el apego al mundo como realidad material , el amor por una persona no muere pero duele y debe doler su partida. En definitiva primero debemos somternos a la voluntad de Dios antes pedir o pretender "cambiar" su voluntad aparente , esa es la diferencia entre orar para pedir u sentirse por encima de Dios como para ordenarle que debe hacer.
29/11/14 3:36 AM
  
Daniel Lagos de Perú
Espléndido
29/11/14 7:15 AM
  
Arturo
"Si el mundo odia al cristiano, ¿por qué amas al que te odia, y no sigues más bien a Cristo, que te ha redimido y te ama?"
No estoy de acuerdo en esto, Me explico:
¿Cómo relacionar esto con el "ama a tu enemigo"? Para seguir a Cristo, creo yo que lo primero es seguir sus mandatos. Porque "el mundo", en mi opinión no son los hombres, el mundo es una explicación de lo material, la concupiscencia, la carne, el pecado. Y aunque los hombres tengan mucho de pecadores, hay en ellos (en nosotros) una chispita divina que es la que hay que amar. Pero sé que esto es difícil, lo fácil es encerrarse en tus fronteras y decir que todo es malo, que como los hombres son malos y odian a la Iglesia yo paso de ellos, Por ahí no vamos por buen camino (evangélico)


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LF:
San Cipriano no dice que hay que odiar a los hombres que están en el mundo, sino a lo que el mundo representa. ¿Cómo no vamos a estar de acuerdo con eso?
El mundo es lo que la Biblia dice que es y lo que el santo sabe que es. Por tanto, decir que no se está de acuerdo con lo que dice ese padre de la Iglesia, mártir, en base a una concepción errónea del mundo, no tiene mucho sentido.
29/11/14 9:06 AM
  
Isabel. Granada.
Nunca debemos olvidar que nosotros no hemos de cumplir nuestra propia voluntad, sino la de Dios, tal como el Señor nos mandó pedir en nuestra oración cotidiana. ¡Qué contrasentido y qué desviación es no someterse inmediatamente al imperio de la voluntad del Señor, cuando él nos llama para salir de este mundo! Nos resistimos y luchamos, somos conducidos a la presencia del Señor como unos siervos rebeldes, con tristeza y aflicción, y partimos de este mundo forzados por una ley necesaria, no por la sumisión de nuestra voluntad;

La causa es el miedo al dolor y a la muerte. Nos falta mucha fortaleza en la Fe y tal y cómo están las cosas del mundo... ¿A dónde acudir a que esa fe se pueda ver fortalecida, si desde dentro de la misma Iglesia, sacerdotes, obispos e incluso cardenales integrados en ella nos dicen una cosa y la contraria? ¿Donde encontrar al director espiritual tan necesario para nuestra guía y ayuda?

29/11/14 9:10 AM
  
Mar
Hoy leía que los hombres mas fecundos en este mundo han sido los que tenían su corazón y su mente en el otro. (Mero Cristianismo. Lewis Clive)
Esa virtud de la Esperanza que la mencionamos entre la Fe y la Caridad y siempre queda un poco escondida...
29/11/14 10:20 AM
  
Ricardo de Argentina
El de San Cipriamo de Cartago sería un excelente sermón para un funeral.
29/11/14 11:35 AM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
No hace todavía un año me enteré que tenía cáncer. Mi primer pensamiento en ese momento fue pedirle a Dios que me diera un poco más de tiempo para CONOCERLO, AMARLO Y SERVIRLO CON TODAS LAS FUERZAS DE MI SER y la gracia necesaria para llevar a cabo mi propósito.

Lo primero que pasó por mi cabeza cuando recibí la noticia fue tomar conciencia de CUÁNTO HABÍA DESAPROVECHADO EL TIEMPO DE VIDA TERRENA QUE ÉL ME HABÍA REGALADO CON ESE FIN. Este reconocimiento fue una experiencia muy dolorosa para mí.

Comprendí que, cuanto más se aprovecha la vida terrena para buscarlo y conocerlo, más se lo ama. Y que con la ayuda de Su gracia y una vida de oración perseverante podremos hasta llegar a decir con Santa Teresa de Jesús: "Y muero porque no muero".

Que Dios les dé su gracia para hacer con "determinada determinación" este propósito sin necesidad de tener que escuchar un diagnóstico y tener que pasar por la dolorosa experiencia de no haber aprovechado fructuosamente la vida terrena que les está regalando.



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LF:
Gracias por tu testimonio.
¿Cómo vas con la enfermedad?
29/11/14 2:16 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Muy bien, GRACIAS A DIOS. El oncólogo me ha dicho que hasta marzo no quiere volver a verme. Le contesté que no se hiciera problema porque yo tampoco quería verlo. Todos los estudios me dieron bien y ya se pasaron los efectos molestos de la quimioterapia lo que me permite hacer una vida totalmente normal, pero sobre todo pedirle a Dios la gracia para poder cumplir con el propósito de CONOCERLO, AMARLO Y SERVIRLO CON TODAS MIS FUERZAS CADA VEZ MÁS.

Muchísimas gracias Luis Fernando y te pido oraciones, comprometiéndo las mías por ti.

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LF:
Cuenta con ellas.
29/11/14 2:54 PM
  
Carlos Gómez Aviña
Beatriz Mercedes, gracias por tus palabras que nos invitan a la reflexión, oramos por ti; Luís Fernando a ti también te agradecemos tus artículos y oramos también por ti. Pero, sobre todo, agradezcamos a Dios Nuestro Señor que inspiró a San Cipriano de Cartago y a ustedes, que Él nos bendiga a todos. Nos encomendamos a vuestras oraciones. Saludos. Soco y Carlos Gómez.
29/11/14 3:52 PM
  
Gonzalo
Unidad de vida. En lo privado, en lo público, en el trabajo, y tomando un café se vive se habla como lo que se es, un cristiano. Y al que no le guste, tiene un problema, de formación o bien de respeto a la libertad.



Salut
29/11/14 5:12 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Muchísimas gracias Luis Fernando, Soco y Carlos por sus palabras y oraciones. Por supuesto, cuenten con las mías, pero también cuente con mis oraciones InfoCatólica que tanto nos orienta y ayuda en nuestro peregrinar. Que Dios bendiga y la Santísima Virgen y San José protejan siempre a todos los que colaboran con ella.
29/11/14 5:18 PM
  
Isabel. Granada.
Hay dos cosas que envidio (desearía profundamente) tener en esta vida. Una de ellas es tener la misma fe que tenía Santa Teresa de Jesús. Y mientras escribía mi comentario ayer, se me venían al pensamiento sus versos: "Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero."

Una noche, en una reunión con la comunidad de Iglesia a la que pertenecía, el sacerdote que entónces estaba con nosotros, habló de que necesitábamos tener una fe adulta, no una fe infantil. Yo le contesté que ojalá tuviera yo la fe infantíl que tenía. Desgraciadamente el mundo cambió, y empezó a atacar con fuerza el ateísmo, el agnosticismo, y sin duda hacen mella en el alma, al menos en el alma débil y herida que es la mia. Y aunque por la misericordia de Dios me mantengo en la fe, y no la escondo ante nadie, necesito vivamente la ayuda del Señor para fortalecerla.
La fe y el amor, son los únicos sentimientos capaces de dar sentido a la vida.

Feliz día del Señor.
30/11/14 10:34 AM

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