(Arab news/InfoCatólica) Desde el pasado 2 de marzo, ningún camión con ayuda humanitaria ha logrado acceder a la Franja de Gaza, bloqueada por Israel. La situación es especialmente crítica en el sur del enclave, donde miles de desplazados malviven en campamentos improvisados, como el situado en las afueras de Jan Yunis.
Allí, Mariam Al-Najjar y su suegra prepararon el pasado viernes la única comida del día para su familia de 11 miembros, entre ellos seis niños: cuatro latas de guisantes y zanahorias hervidas con algo de arroz y caldo. «Los viernes son sagrados para nosotros», lamentó Al-Najjar. «Ahora comemos guisantes enlatados y arroz. Nunca habíamos comido guisantes enlatados antes de la guerra».
Los 2,3 millones de habitantes de Gaza dependen ya exclusivamente de conservas, arroz, pasta y lentejas. Productos frescos como carne, lácteos, fruta y pan han desaparecido prácticamente de los mercados. Los pocos alimentos disponibles alcanzan precios desorbitados: un kilo de tomates cuesta cerca de 50 séqueles, unos 13 euros.
Hambruna intencionada
El bloqueo fue impuesto por Israel el 2 de marzo y, tras una tregua de dos meses, reanudó sus operaciones militares el 18 del mismo mes, con el objetivo declarado de presionar a Hamás para liberar a los rehenes. Organizaciones de derechos humanos han calificado esta táctica como una posible forma de «hambruna intencionada», lo que podría constituir un crimen de guerra.
Los testimonios como el de la familia Al-Najjar se repiten. Cuando desapareció la carne, recurrieron a las sardinas enlatadas, pero ahora también se han agotado. Hace semanas que no reciben leche infantil del sistema de distribución humanitaria. En el mejor de los casos, los niños desayunan pan mojado en té.
«Temo que los hijos de mi hijo mueran de hambre», dijo Sumaya Al-Najjar, de 61 años, enferma de cáncer y sin acceso a su medicación. Su esposo, también enfermo, recibe tratamiento en un hospital.
El doctor Ayman Abu Teir, jefe del departamento de Alimentación Terapéutica del hospital Nasser de Jan Yunis, advierte de un aumento «muy significativo» de los casos de malnutrición. El número de niños con desnutrición aguda ha aumentado un 80 % en marzo respecto al mes anterior, alcanzando los 3.700 casos según datos de la ONU. La leche terapéutica para tratar a estos niños se ha agotado.
Un niño de un año y 10 kilos necesita unas 700 calorías diarias. En el caso de la familia Al-Najjar, el total de calorías aportado por las cuatro latas de verduras apenas alcanzó las 1.000, repartidas entre 11 personas.
Granjas sin agua
La destrucción de cultivos y el cierre de zonas agrícolas por parte de las fuerzas israelíes han agravado la escasez de alimentos. Las granjas que aún funcionan carecen de agua y suministros. Mahmoud Al-Shaer, agricultor, señala que su producción semanal de tomates se ha reducido de 600 a 150 kilos, y advierte de que en pocas semanas no quedará nada.
Israel ha argumentado que durante la tregua entró suficiente ayuda humanitaria en la Franja, y acusa a Hamás de desviar parte de los suministros. Las agencias humanitarias lo niegan, asegurando que el reparto está estrictamente supervisado por la ONU.
En Jan Yunis, los niños hacen cola con ollas de metal en las cocinas populares, como la gestionada por la ONG Rafah Charity Kitchen. Allí solo pueden servir lentejas o pasta hervida, y ya han comenzado a reducir las raciones. El Programa Mundial de Alimentos advirtió que sus cocinas —las más grandes de Gaza— se quedarán sin alimentos en los próximos días.
«Estas personas dependen de nosotros. Si cerramos, se verán abocadas al hambre», declaró Hani Abu Qasim, responsable de una de las cocinas solidarias.