29.11.23

La Rebelión de los Rosarios

¿Han oído hablar de la Opción Benedicto? ¿Han leído el libro? Pues la Opción Lepanto en diametralmente la contraria: en realidad es similar a la Opción Pelayo que propuse hace ya muchos años. Nosotros no nos exiliamos del mundo a un San Irineo de Artois idílico. Nosotros nos mantenemos en el mundo sin ser del mundo. Nuestro Reino no es de este mundo, porque nuestra Patria Verdadera está en el Cielo. Pero estamos en este mundo, y mientras lo estemos, debemos ser antorchas de caridad, debemos vivir encendidos en el amor de Dios. Como dice el Cantar de los Cantares, «no valen las muchas aguas para apagar el amor ni los ríos pueden ahogarlo» (Cant.8, 6-7). Vivamos siempre conforme  al mandamiento de la caridad: amemos a todos siempre. Incluso a los impíos y a nuestros enemigos. Se puede combatir con caridad. Y nosotros debemos combatir con caridad.

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25.11.23

Reflexiones a vuela pluma a partir de la nota de la CEE

 

Los obispos españoles se pronuncian ante la crispación política y social en el país y han acordado durante su Asamblea Plenaria hacer público un mensaje ante la situación social y política en España[1]. Dios me libre de pretender enmendarle la plana a la Conferencia Episcopal. Pero con la libertad de los hijos de Dios, sí puedo expresar alguna reflexión pertinente e incluso alguna impertinente sobre el asunto.

1.- Los obispos reunidos en asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, compartimos la preocupación que suscitan la actual polarización ideológica, la crispación social y los episodios de desencuentro.

Señala la Encíclica Quas Primas que el cúmulo de males que nos aflige se debe a que la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, y nunca resplandecerá una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones nieguen y rechacen el imperio de nuestro Salvador.

La sociedad española ha abandonado a Cristo y la partitocracia ha dividido a España en un cúmulo de sectas – llamadas partidos políticos – que no son sino falsas religiones que proponen utopías y engaños a los ciudadanos para conseguir el poder o para mantenerse en él el mayor tiempo posible.

Pedro Sánchez es un buen ejemplo de líder maquiavélico: al señor Sánchez le hemos visto  y oído decir hoy una cosa y mañana, la contraria. Y sin despeinarse. Y buena parte de los españoles siguen votando a este mentiroso compulsivo porque para la mayor parte del electorado “ser” de un partido es como ser de un equipo de fútbol. Y así como uno es del Madrid o del Barcelona, pase lo que pase, uno es socialista, comunista o pepero, pase lo que pase. Y lo que diga el líder, bien dicho está. ¿Que miente? Sus razones tendrá. Yo, con los míos hasta el final. Y en este punto, nunca se sabe si es más apasionado el amor por los colores o el odio a los colores del adversario, convertido tantas veces en enemigo. Cuando las políticas de un partido dependen de las decisiones caprichosas, cambiantes, arbitrarias e interesadas de su líder, ese partido ya no busca el bien común, sino los intereses particulares del jefe y del partido. Y eso ya no es un medio de participación política, sino una secta.

Vivir en una sociedad donde el electorado no penaliza la mentira ni la corrupción ni siquiera la traición a su propia patria resulta sumamente significativo e indica bien a las claras la catadura moral de los españoles.

Todas las ideologías del arco parlamentario – desde los liberales hasta los comunistas – rechazan a Dios: lo ignoran, lo desprecian; algunos hasta lo odian. ¿Alguno de estos partidos políticos acepta el imperio de nuestro Salvador Jesucristo? ¿Verdad que no? Pues ahí está el origen de la crispación y de todos los males de nuestra patria.

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23.11.23

La única esperanza es Cristo

Mi esperanza está puesta en el Señor. El Señor me dio la vida en el seno de mi madre. Él me dio el aliento y la vida. Ha sido Dios, Creador del mundo, quien me dio la vida. Él formó el género humano y creó todo cuanto existe. Y si obedecemos sus santas leyes, tras la muerte, nos dará de nuevo el aliento y la vida.

Dios lo ha hecho todo de la nada: mirad el cielo y la tierra y fijaos en todo lo que hay en ellos. Así sabréis que Dios lo ha hecho todo de la nada y que de la misma manera ha hecho a los hombres. Así, pues, no le tengáis miedo al tirano ni al anticristo ni a los herejes ni a los impíos.

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20.11.23

Yo Soy Siervo de Dios

El cordero de dios que quita el pecado del mundo entero agnus dei

Soy siervo de Dios. Cristo es mi Señor. Y deseo, en toda circunstancia, hacer la voluntad de Dios y no la mía.

Los modernos, sin embargo, proclaman una libertad ilimitada. Y no quieren someterse ni obedecer a nadie: ni siquiera a Dios. Su libertad es una libertad igual para el bien que para el mal; lo mismo para la verdad que para el error. Y cada uno puede elegir si cree en Buda, en Cristo, en Alá o en nada en absoluto. Su libertad religiosa les pone ante el escaparate de las diversas ofertas y cada cual elige la religión que más le interesa. O, tal vez, ninguna.

Creyéndose listos, se han convertido en unos necios redomados: no creen que Dios les dio la vida. No creen que hayamos sido creados por Él y para Él y que nuestro fin último sea la bienaventuranza en la Patria Celestial.

Ellos creen que son fruto del azar, de la casualidad. Estamos aquí por un conjunto de carambolas que nos ha dado la existencia aquí y ahora. Y a partir de ahí, cada uno se apaña como puede para tratar de ser feliz. Y si no hay Dios, tampoco hay moral y, ante la realidad irremediable de la muerte, lo único que le queda al hombre es disfrutar de los placeres de esta vida mezquina: disfrutar de experiencias, de descargas de adrenalina que nos hagan sentirnos vivos… Disfrutar de la buena vida, del buen vino, de la buena comida, de sexo sin compromisos… A fin de cuentas, ¿qué felicidad se puede esperar aquí, si no es un orgasmo, una bacanal o un buen banquete?

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19.11.23

Guerra contra Lucifer

https://twitter.com/i/status/1725859462458618246

«Tenemos que decir «non serviam», no somos siervos, no estamos para obedecer a nadie». Así se expresaba Fernando Savater en la manifestación de hoy, sábado, en Madrid contra la amnistía y la autodeterminación de Cataluña y del País Vasco.

Y realmente Savater ha dado en el clavo: ese es el origen de todos los males que afligen a España y al mundo: el «non serviam». Lucifer se rebeló contra Dios y decidió no obedecer sus Mandamientos y sus Leyes.

Y en ese mismo pecado de desobediencia a Dios, cayeron nuestros primeros padres, que cegados por la soberbia, no quisieron aceptar con humildad su condición de criaturas de Dios y quisieron ser dioses.

El hombre no acepta que es una criatura creada por Dios, una causa segunda. El hombre quiere ser dueño de sí mismo, construirse a sí mismo, hacerse a sí mismo (el self-made man). El hombre quiere hacer con su vida lo que le dé la gana, lo que le apetezca en cada momento. El hombre quiere hacer de su voluntad ley. De ahí la diversidad infinita de identidades de género. El reinado de la voluntad (entendida como deseo) implica la muerte de la coherencia o la autenticidad, porque ya nada es coherente ni auténtico. Hoy puedo defender un argumento y mañana predicar exactamente lo contrario. Y no pasa nada. Porque la libertad te hace verdadero. Y la verdad ya no existe. Existe el reino de la mentira, en el que Pedro Sánchez es el soberano absoluto.

1.- Triunfo del Liberalismo

El triunfo del Liberalismo supuso la victoria (momentánea) de Lucifer. En España, no les resultó fácil. Tres guerras civiles asolaron nuestra patria y llenaron nuestros campos y nuestras ciudades de sangre.

El bando carlista, además de la cuestión legitimista, defendía – y aún lo defiende – el «nada sin Dios». Su famoso trilema resume perfectamente su ideario: «Por Dios, por la Patria y el Rey». El carlismo defiende la unidad católica de España: un gobierno que supedita sus leyes y sus mandatos a la Ley de Dios. El gobierno habría de procurar el bien común de los españoles y satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, de tal modo que el gobierno secular debe colaborar con la Iglesia en la tarea de llevar todas las almas al cielo. Esta vida es el camino hacia la otra, que es morada sin pesar. Y un gobierno sometido a la ley de Dios tiene el deber de contribuir a la salvación de las almas de los ciudadanos.

El otro bando, el liberal, reunía a los afrancesados contaminados por la Revolución Francesa, que reclamaban la libertad, la igualdad y la fraternidad.

La Libertad liberal significa rebelión contra la soberanía de Dios y su santa ley. Significa que el hombre es un fin en sí mismo: no solo porque no pueda o no deba ser “instrumentalizado” o utilizado por otras personas para sus propios fines (obviamente, el hombre no es ni debe ser considerado como un “recurso humano” para obtener beneficios); sino porque la finalidad del hombre – su fin último – es el propio hombre: y no Dios. Que el hombre no ha sido creado por Dios y para Dios. Que el fin del hombre no es sobrenatural, no es el cielo; sino que el fin para el que ha sido creado el hombre es para sí mismo. El mundo moderno liberal rechaza el Reino de Dios y lo combate para establecer el “Reino de los Fines” kantiano. Dios no es soberano, no es Rey: lo es el hombre. No hay que santificar el nombre de Dios, no queremos que venga su Reino, no hay que hacer su Voluntad en la tierra como en el cielo. El hombre quiere que se haga su voluntad de hombre. Por eso, el hombre sin Dios odia a Dios y a quienes queremos a Dios como Señor. El mundo moderno es el “Anticristo”, el “Contra Dios”, el “Anti Padre Nuestro”. Nada hay más contrarrevolucionario hoy que rezar el Padre Nuestro.

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