Que sean buenas personas
El último recurso que nos queda. Una generación de jóvenes bautizados, comulgados, muchos confirmados y muchos que asistieron a colegios confesionalmente católicos. Los datos no mienten. Apenas un 35 % de los jóvenes españoles se consideran católicos y no llegan al 15 % los que se consideran católicos practicantes. El fracaso de nuestro catolicismo buenista, liberal, progresista y abierto no ha podidio ser más estrepitoso. O tal vez el éxito, si lo que se pretendía era acabar con el catolicismo en España. Vaya usted a saber.
Loa padres, resignados a la apostasía de facto de sus hijos, se refugian hoy en un mantra repetido hasta la saciedad según el cual lo importante es que sus hijos sean buenas personas.
Vamos a enredar. ¿Me pueden decir esos padres exactamente qué es ser buena persona? Porque yo sé lo que es ser buena persona según el evangelio y la doctrina de la Iglesia. Otros modos habría que verlo.

Una de mis frases más recurrentes es eso de que “nunca pasa nada". O casi nunca. O casi nada. Un lector apostillaba: “¿y si pasa, qué importa? ¿y si importa qué pasa?". Pues eso, que en esta Iglesia nuestra nunca pasa nada, al menos es lo que uno comprueba y habitualmente en la misma dirección.
Este es un resumen de mi calendario desde mañana y hasta el 8 de septiembre. Y esto además de la vida ordinaria de las parroquias.
El P. José era claramente pesimista en lo que él veía una deriva hacia el abismo de toda la Iglesia católica. Por eso, fatalmente, nos decía a sus alumnos: