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8.01.16

El principio protestante de la “Sola Escritura” no es bíblico

Uno de los principios fundamentales de la Reforma protestante es el de la sola Escritura (sola Scriptura).El principio protestante de la sola Escritura dice que la Divina Revelación no es transmitida por la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición (como enseña la Iglesia Católica), sino sólo por la Sagrada Escritura. También dice que la Sagrada Escritura es la única autoridad en materia religiosa establecida por Dios en la tierra, lo cual implica el rechazo del Magisterio de la Iglesia (contra lo que enseña la Iglesia Católica).

En este artículo mostraré que siete doctrinas protestantes contradicen el principio protestante de la sola Escritura, basándome sobre todo en argumentos tomados del estupendo libro: Scott y Kimberly Hahn, Roma, dulce hogar. Nuestro camino al catolicismo, Ediciones Rialp, Madrid 2001. Presentaré esas siete doctrinas en el orden en que aparecen en esa narración del dramático camino de conversión al catolicismo del pastor y teólogo presbiteriano Scott Hahn y su esposa Kimberly. Junto al subtítulo de cada una de las siete secciones del artículo indicaré las páginas del libro en las que se trata la doctrina respectiva.

1. El bautismo de los niños (cf. pp. 30-32)

Dentro del protestantismo hay algunas comunidades eclesiales que aceptan y practican el bautismo de los niños pequeños y otras comunidades eclesiales que lo rechazan. La fuerte corriente que niega la validez del bautismo de los niños pequeños tuvo su origen histórico en el movimiento anabaptista del siglo XVI, que se enfrentó a Lutero y sus seguidores. Los protestantes que rechazan el bautismo de los niños pequeños sostienen que ese bautismo es inválido porque los niños que no han alcanzado la edad del uso de razón no pueden creer. También enfatizan que los adultos que fueron bautizados de pequeños ni siquiera recuerdan su bautismo. Sin embargo, la doctrina de la invalidez del bautismo de los niños no es bíblica.

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26.12.15

La era de las herejías imperiales (Vladimir Soloviev)

En el dominio de las relaciones temporales, en el orden puramente humano, el Estado debía realizar la solidaridad absoluta de cada uno y de todos representada por la Iglesia en el orden espiritual con la unidad de su sacerdocio, de su fe y de sus sacramentos. Antes de realizar esa unidad era necesario creer en ella; antes de llegar a ser cristiano de hecho, el Estado debía abrazar la fe cristiana. Este primer paso fue dado en Constantinopla, pero toda la obra cristiana del Bajo Imperio se reduce a ese comienzo.

La transformación bizantina del Imperio romano inaugurada por Constantino el Grande, desarrollada por Teodosio y fijada por Justiniano, sólo produjo un Estado cristiano nominal. Las leyes, instituciones y parte de las costumbres públicas conservaban ciertos caracteres del viejo paganismo.

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7.08.10

San Pedro en el Vaticano. Las pruebas indiscutibles (Margherita Guarducci)

Los huesos de San Pedro en el Vaticano. Después de casi 40 años de estudios, Margherita Guarducci traza un balance de sus descubrimientos. He aquí las pruebas que dicen: «Pedro está aquí».

Desde hace muchos siglos la Iglesia católica proclama la existencia de la tumba de Pedro en el Vaticano y considera esta tumba como fundamento y garantía de su primacía. Se entiende entonces cómo la presencia de esta tumba haya sido objeto de contradicción para los adversarios de la Iglesia de Roma.

Algunos, para atajar el problema de raíz, incluso han negado que Pedro haya estado en la urbe. Esta última radical opinión ha ido perdiendo fuerza, pero todavía quedan algunos que ponen en duda la real presencia de la tumba de Pedro en el Vaticano.

Por mi parte, estoy segura de haber demostrado claramente, gracias a un intenso trabajo que ha durado no pocos años, desde 1952 en adelante, que en los subterráneos de la Basílica Vaticana no solamente existe la tumba de Pedro sino también –clamorosa excepcionalidad– una notable parte de sus restos mortales. Mi demostración, siempre iniciada en el más riguroso método científico y siempre basada en pruebas y comprobaciones sugeridas por varias disciplinas, se ha abierto paso. Pero ciertas resistencias quedan, especialmente por cuanto concierne a las reliquias del apóstol. Tales resistencias se manifiestan (increíble pero verdadero) sobre todo en el ámbito del Vaticano y eso -se nota– en pleno contraste con el reconocimiento oficial de las reliquias mismas, proclamado por Pablo VI en 1968 y sucesivamente confirmado nuevamente por él en varias ocasiones.

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2.07.10

La Piedra de la Iglesia (Vladimir Soloviev)

Sería demasiado largo examinar aquí o enumerar siquiera todas las doctrinas y teorías concernientes a la Iglesia y su constitución. Pero si se quiere saber la verdad pura y simple, en este problema fundamental de la religión positiva, sorprende la facilidad providencial con que se puede averiguarlo.

Están perfectamente de acuerdo los cristianos entre sí sobre este punto: que la Iglesia ha sido instituida por Cristo; pero se trata de ver cómo y en qué términos lo hizo. Ahora bien, no hay más que un solo y único texto evangélico que habla directa, explícita y formalmente de la institución de la Iglesia. Este texto constitutivo vuélvese más y más luminoso a medida que la Iglesia se desarrolla acrecentando las formas determinadas de su organismo, y así, los adversarios de la verdad, no encuentran hoy nada mejor que truncar la palabra creadora de Cristo para adaptarla a su punto de vista confesional (1).

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28.06.10

Sobre esta Roca

La apologética es la ciencia que demuestra racionalmente la credibilidad de la fe y defiende a la fe de los ataques que pretenden invalidarla o desestimarla. Lamentablemente, después del Concilio Vaticano II la apologética católica sufrió un eclipse muy notorio y casi generalizado, debido a influjos protestantizantes y liberalizantes en el pensamiento católico. Los protestantes tienden a ver a la apologética como una de las “obras” humanas -contrapuestas a la gracia de Dios y a la fe (“sola gracia” y “sola fe” son principios protestantes)- que no pueden contribuir a la salvación del hombre. Los liberales tienden a ver a la apologética como un intento intolerante o fanático de imponer la propia fe a los no creyentes, opuesto al espíritu de diálogo y a la convivencia pacífica. En la perspectiva católica, en cambio, el hombre contribuye a la obra divina de la redención, por medio de su respuesta libre a la gracia de Dios (respuesta que, también ella, si es positiva, es obra de la gracia); y resulta sumamente lógico y “natural” que el cristiano procure compartir con los demás la alegría de la fe y la esperanza de la salvación, sin recurrir a violencia alguna, confiando en la fuerza intrínseca de la verdad revelada por Dios en Cristo.

La Providencia ha querido preservar a la Iglesia Católica en los Estados Unidos de América de la aludida crisis general de la apologética católica. En realidad, en Estados Unidos la apologética católica no sólo ha sido conservada, sino que ha vuelto a florecer en las últimas décadas, por medio de las obras de Karl Keating, Scott Hahn y muchos otros magníficos apologistas católicos. En este artículo quiero comentar brevemente un libro de uno de los principales exponentes del vibrante ambiente de la apologética católica norteamericana: Stephen K. Ray, Upon this Rock. St. Peter and the Primacy of Rome in Scripture and the Early Church, Ignatius Press, San Francisco, 1999.

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