InfoCatólica / Razones para nuestra esperanza / Categoría: Doctrina Social y Política

17.10.10

Los desafíos de la técnica según la Encíclica “Caritas in Veritate” (3)

Mi sexta tesis es que, si extrapolamos simplemente la actual tendencia a un desarrollo técnico mayormente desvinculado de la ley moral natural, nos enfrentamos a la oscura perspectiva de una sociedad cada vez más deshumanizada.

El Papa Benedicto XVI se detiene a analizar un ámbito (el de la bioética) donde esa tendencia se muestra hoy con máxima claridad. Dice lo siguiente:

En la actualidad, la bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral. Éste es un ámbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramática la cuestión fundamental: si el hombre es un producto de sí mismo o si depende de Dios. Los descubrimientos científicos en este campo y las posibilidades de una intervención técnica han crecido tanto que parecen imponer la elección entre estos dos tipos de razón: una razón abierta a la trascendencia o una razón encerrada en la inmanencia. Estamos ante un aut-aut decisivo. Pero la racionalidad del quehacer técnico centrada sólo en sí misma se revela como irracional, porque comporta un rechazo firme del sentido y del valor. Por ello, la cerrazón a la trascendencia tropieza con la dificultad de pensar cómo es posible que de la nada haya surgido el ser y de la casualidad la inteligencia. Ante estos problemas tan dramáticos, razón y fe se ayudan mutuamente. Sólo juntas salvarán al hombre. Atraída por el puro quehacer técnico, la razón sin la fe se ve abocada a perderse en la ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas.” (CV, 74).

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16.10.10

Los desafíos de la técnica según la Encíclica “Caritas in Veritate” (2)

Mi tercera tesis es que, si no respeta la naturaleza humana, la técnica se convierte en una grave amenaza contra el mismo ser humano, en sus dimensiones individual y social.

Si las nociones de “naturaleza humana” y de “fin último trascendente del hombre” faltan o se oscurecen, como ocurre en las corrientes de pensamiento dominantes de la cultura contemporánea, el significado de la moral cristiana se vuelve incomprensible. Si Dios no existe y el hombre es sólo un producto del azar, su existencia no tiene ninguna finalidad objetiva, por lo cual tampoco puede existir ningún orden moral objetivo, ninguna ley moral natural. Por lo tanto, en última instancia todo está permitido. Al que no va a ningún lugar, cualquier camino le sirve. En la perspectiva atea, la moral se reduce a un conjunto de convenciones sociales con un valor puramente relativo y utilitario, más o menos como las normas de etiqueta o las leyes del tránsito. De allí se llega fácilmente a la noción liberal de una autonomía moral absoluta del individuo. La libertad de elección, que en la visión cristiana es sólo un medio para el desarrollo humano integral, pasa a ser considerada en el liberalismo como el valor supremo. Cuando predominan estas ideologías relativistas y liberales, se pierde el sistema de referencia adecuado para medir la moralidad de las distintas aplicaciones de la técnica y surge el peligro de una ciencia sin conciencia y de una cultura tecnocrática, que muy a menudo confunde lo técnicamente posible con lo moralmente lícito.

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15.10.10

Los desafíos de la técnica según la Encíclica “Caritas in Veritate” (1)

El propósito de esta ponencia es presentar una reflexión sobre los actuales desafíos éticos y sociales de la técnica, a la luz de las enseñanzas del Sumo Pontífice Benedicto XVI en su “Carta Encíclica “Caritas in Veritate” sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad”, y sobre todo en su Capítulo 6º, titulado “El desarrollo de los pueblos y la técnica”.

Mi ponencia constará de una premisa y ocho tesis.

La premisa básica de esta ponencia es el hecho evidente de que nuestra cultura contemporánea está caracterizada en gran medida por un desarrollo científico y tecnológico cada vez más veloz.

La Revolución Científica iniciada en el siglo XVII trajo como consecuencia la Revolución Industrial, que comenzó en el siglo XVIII y alcanzó grandes progresos en los siglos siguientes. Por ejemplo: a mediados del siglo XX la humanidad logró dominar las fuerzas encerradas en el átomo; y hacia fines del mismo siglo produjo la “revolución electrónica o digital”, que está generando lo que comúnmente llamamos la “sociedad de la información y el conocimiento”. Más aún, en los años más recientes ha comenzado a delinearse una “revolución biotecnológica”, que podría llegar a tener impactos sociales mayores incluso que los de la “revolución electrónica”. Por eso el Papa Benedicto XVI dice que “El problema del desarrollo en la actualidad está estrechamente unido al progreso tecnológico y a sus aplicaciones deslumbrantes en el campo biológico.” (Caritas in Veritate = CV, 69).

Mi primera tesis es que la técnica, aunque a priori es moralmente ambivalente, es en términos generales algo muy bueno, porque responde a la vocación humana al trabajo y el desarrollo.

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13.09.10

¿Por qué el aborto debe ser penalizado?

El proceso racional que lleva a concluir que el aborto debe ser penalizado por el Estado consta esencialmente de cuatro pasos, que desarrollaré a continuación.

El primer paso de nuestra reflexión se sitúa en el ámbito de la ciencia, concretamente de la biología.

Los enormes avances de la embriología y la genética durante el siglo XX ya no dejan lugar a ninguna duda: desde el punto de vista científico es una verdad perfectamente demostrada que el embrión humano es un ser humano desde su concepción. Carece de todo valor científico la tesis pro-abortista de que el embrión (y luego el feto) es parte del cuerpo de la mujer embarazada. En la concepción surge un nuevo individuo de la especie humana, un ser humano distinto del padre y de la madre, único e irrepetible, dotado de la capacidad de desarrollarse de un modo gradual, continuo y autónomo. El embrión humano no es un ser humano en potencia, sino un ser humano en acto: embrionario en acto y adulto en potencia.

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19.06.10

Tras la virtud (Alasdair MacIntyre)

Es siempre peligroso establecer paralelismos demasiado precisos entre un período histórico y otro; y entre los más engañosos de tales paralelismos están aquellos que han sido establecidos entre nuestra propia época en Europa y Norteamérica y la época en la cual el Imperio Romano declinó adentrándose en la Edad Oscura. No obstante existen ciertos paralelismos. Ocurrió un punto de inflexión crucial en esa historia anterior cuando hombres y mujeres de buena voluntad se apartaron de la tarea de apuntalar el imperium Romano y cesaron de identificar la continuación de la civilidad y de la comunidad moral con la conservación de ese imperium. Lo que ellos se propusieron lograr en lugar de eso –a menudo sin darse cuenta completamente de lo que estaban haciendo- fue la construcción de nuevas formas de comunidad dentro de las cuales la vida moral podía ser sostenida, de modo que tanto la moralidad como la civilidad pudieran sobrevivir en la era adveniente de barbarie y oscuridad. Si mi descripción de nuestra condición moral es correcta, deberíamos también concluir que desde hace algún tiempo también nosotros hemos alcanzado ese punto de inflexión. Lo que importa en esta etapa es la construcción de formas locales de comunidad dentro de las cuales la civilidad y la vida intelectual y moral puedan ser sostenidas a través de la nueva edad oscura que ya está sobre nosotros. Y si la tradición de las virtudes fue capaz de sobrevivir los horrores de la última edad oscura, nosotros no estamos enteramente carentes de fundamentos para la esperanza. Esta vez, sin embargo, los bárbaros no están esperando más allá de las fronteras; ellos ya han estado gobernándonos por bastante tiempo. Y es nuestra falta de conciencia de esto lo que constituye parte de nuestro problema. No estamos esperando a un Godot, sino a otro –indudablemente muy diferente- San Benito.

(Alasdair MacIntyre, After Virtue. A Study in Moral Theory, University of Notre Dame Press; Notre Dame, Indiana, 1984, Second Edition, p. 263).

(Traducido del inglés por Daniel Iglesias Grèzes).

Nota del Traductor: After Virtue (Tras la virtud) fue uno de los libros de filosofía moral más influyentes de los años ’80 en Norteamérica. El autor, nacido en Escocia en 1929 y residente en los Estados Unidos, se convirtió al catolicismo a principios de los ’80 y ahora procura seguir un enfoque tomista en la filosofía moral. El texto aquí citado es el párrafo final de After Virtue.