InfoCatólica / Razones para nuestra esperanza / Archivos para: Agosto 2012

31.08.12

Mitos Hebreos

En mi post anterior critiqué dos errores teológicos del libro de Gustavo Daniel Casetta, El código sombrío. Lo oculto en El Código Da Vinci, Editorial Candelero, Rosario (Argentina), 2006, errores que provenían de un ex sacerdote católico dedicado a popularizar la “espiritualidad céltica”. En esta ocasión voy a criticar otros errores del mismo libro, que provienen de supuestos mitos hebreos.

En las pp. 99-100, apoyándose en el libro de Robert Graves y Raphael Patai Los Mitos Hebreos, Casetta hace algunas afirmaciones acerca de un episodio narrado en la novela de Dan Brown El Código Da Vinci, donde no queda claro si él se adhiere a lo afirmado, que no es cristiano: “Aparte de su hálito ocultista, en las palabras del cántico encontramos el más fuerte de estos elementos. Esta indefinida entidad que existía antes de la creación (“en el alba de todo lo sagrado”) no es de ninguna manera el amor o el sexo, como pueda pensarse. Es el caos “Tohu y Bohu, es decir el Caos y el Vacío”; justamente por amor, Dios transformó el caos en cosmos.”

Otra vez se evidencia aquí una interpretación mitológica de Génesis 1,2: “La tierra era caos [Tohu, en hebreo] y confusión [Bohu, en hebreo] y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.”

Según la fe cristiana, Dios es el Creador de todo lo visible y lo invisible. Antes de la creación, sólo existía Dios, no ninguna “indefinida entidad”. Dios no creó el cosmos a partir de un caos preexistente, co-eterno con Dios, sino de la nada (ex nihilo). Sí es verdad que la creación del mundo no fue un suceso instantáneo, sino un proceso continuo de evolución cósmica, en el que gradualmente se fue poniendo de manifiesto un orden cada vez mayor y más bello. Pero ese orden estaba presente desde el principio en la Inteligencia creadora de Dios, que desplegó gradualmente su plan creador en el tiempo.

En las pp. 101-102, Casetta de nuevo interpreta un pasaje de El Código Da Vinci en función del citado libro de Graves y Patai, y dice lo siguiente: “Vemos entonces que la idea de la unión sexual no fue del hombre, fue una nueva incitación de Satanás –al igual que el pecado original–, quien conocía la naturaleza eterna de aquel, su vínculo con la perpetuidad ahora perdida y, por ende su deseo de experimentarla. (…) El matrimonio como bendición de Dios es otro intento de reconciliación y de salvación: del caos al cosmos, del pecado a la libertad, de la muerte a la resurrección.”

El contraste de estas afirmaciones con la enseñanza bíblica es evidente. Es Dios mismo (no el demonio) quien creó al hombre como ser sexuado, varón y mujer, y les dio desde el principio el mandato de multiplicarse en la unión matrimonial, haciéndose una sola carne en la relación conyugal. Todo esto está en los Capítulos 1 y 2 del Génesis, antes del relato de la caída (Génesis 3). De modo que el matrimonio es algo bueno y querido por Dios desde el principio, no un intento tardío de enderezar un invento demoníaco. Por otra parte, en rigor el hombre no tiene una “naturaleza eterna”. Es un ser finito, creado por Dios, no co-eterno con Él, aunque llamado a participar (por gracia de Dios) de la naturaleza divina. La vida eterna del hombre es eterna sólo hacia adelante, no hacia atrás.

Según lo que he podido leer en Internet, el libro de Robert Graves y Raphael Patai Los Mitos Hebreos pretende explicar el libro del Génesis en función de mitos mesopotámicos anteriores, reconstruidos a partir de la literatura judía posterior, principalmente el Talmud. No estoy en condiciones de juzgar si es cierto que el Talmud enseña esos mitos, pero llama la atención cuán lejos están éstos de la revelación bíblica. El contenido de esos mitos, tal como son presentados por Graves y Patai, altera y contradice el contenido del Génesis. El autor judío Raphael Patai escribió muchos otros libros, entre los cuales se destaca La diosa hebrea (sobre el mito de Lilith). No parece que los libros de Graves y Patai sean una referencia firme para un apologista católico.

Como común denominador de los cuatro errores teológicos señalados en el post anterior y en el presente hasta aquí, me parece percibir la afirmación de una especie de prioridad del mal, la oscuridad, el caos o el desorden en el mundo y en el hombre. Esa supuesta prioridad es contraria a la fe cristiana, expresada por ejemplo en este axioma de la filosofía tomista: “ens et bonum convertuntur” (el ser y el bien se identifican). Todo lo que es, en tanto que es, es bueno. El mal no es un ser, sino una carencia o privación de ser. El mal es una especie de “parásito” del bien.

En la p. 133 Casetta afirma: “En la cosmogonía mítica hebrea, y por ende cristiana, el Infierno, el abismo, está en las profundidades de la Tierra, adonde fue arrojado Lucifer por Dios, quien no admitía rivales en su gloria, y allí permanece.”

La doctrina cristiana no incluye ninguna cosmogonía mítica.

El Infierno no está en las profundidades de la Tierra, sino que es un estado de separación radical de Dios por parte de los condenados.

Dios no arrojó a Lucifer al Infierno porque “no admitía rivales en su gloria”. El autor parece manifestar aquí la noción de un Dios celoso de sus criaturas. Al contrario, Dios creó a los ángeles y a los hombres para compartir con ellos su gloria, es decir para comunicarles su propia bondad y felicidad infinitas. El pecado de Lucifer (y el de Adán) no consistió en querer asemejarse a Dios –que es lo que Dios mismo quería y le ofrecía– sino en querer arrebatar en cierto modo por la fuerza o lograr por sí mismo (sin Dios, sin Su amor, sin recibirlo de Él) el lugar de Dios, contraviniendo libremente su propia naturaleza creada.

Daniel Iglesias Grèzes


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28.08.12

Ecos Eternos

Hace cuatro años leí el libro de Gustavo Daniel Casetta, El código sombrío. Lo oculto en El Código Da Vinci, Editorial Candelero, Rosario (Argentina), 2006. Ante todo felicito al autor por su firme defensa de la fe católica frente a los ataques del famoso libro de Dan Brown, El Código Da Vinci. Se necesitan muchos apologistas católicos para contrarrestar la actual oleada de anticatolicismo, especialmente en el mundo de la cultura.

Por otra parte, no puedo ocultar que, pese a su evidente buena intención y a su ferviente piedad, el autor incurre a mi juicio en varios errores teológicos importantes. A continuación señalaré y comentaré dos de ellos, que provienen de sendas citas aprobatorias del libro Ecos Eternos, de John O’Donohue.

En la p. 64, G. D. Casetta incluye la siguiente cita de John O’Donohue, Ecos Eternos: “No existe nadie que, en algún momento de la vida, no deba transitar por el oscuro valle del sufrimiento. Es un sendero sin esperanza, sin refugio ni luz. Cuando el sufrimiento entra en nuestras vidas, trae consigo una gran soledad y aislamiento”.

Considerada literalmente, esta visión tan negativa del sufrimiento no es compatible con la fe cristiana. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento nos enseñan a conservar firme la esperanza en Dios incluso en medio del mayor sufrimiento.

Véase por ejemplo el Salmo 22: “Yahveh es mi pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre. Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan. Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa. Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a lo largo de los días.”

Véase también las Bienaventuranzas, en la versión de Lucas 6,20-23: “Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.”

Véase también cuántas veces Jesús y los ángeles de Dios nos dicen: “No temáis” y cómo Jesús promete a sus discípulos que Él estará con ellos todos los días hasta el fin del mundo y que ellos recibirán la ayuda y el consuelo del Espíritu Santo. Y así podríamos multiplicar las citas bíblicas contra lo dicho por O’Donohue. Tal vez él pretendía referirse al sufrimiento del hombre en pecado mortal, apartado totalmente de Dios, pero en ese caso debió aclararlo para evitar confusiones.

En las pp. 73-74, G. D. Casetta incluye esta otra cita de John O’Donohue, Ecos Eternos: “Aunque vivamos y trabajemos en la luz, fuimos concebidos y formados en las tinieblas. La oscuridad es una de nuestras compañías más íntimas. En realidad, nunca puede sorprendernos, algo en nuestro interior conoce la oscuridad más profundamente de lo que conoce la luz. La oscuridad es más antigua que la luz. En el comienzo todo era oscuridad. La primera luz nació de las tinieblas. Tenemos un parentesco interior con la oscuridad, que nada puede disolver.”

Aquí O’Donohue manifiesta de nuevo una visión no cristiana del hombre y del mundo. Compárese el texto de O’Donohue con el comienzo del Evangelio de Juan: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.” (Juan 1,1-5).

En el principio no era la oscuridad, sino la luz. Dios es Luz y en Él no hay tiniebla alguna. La oscuridad no es más antigua que la luz. Dios es anterior al mundo y es el Creador de todo lo que existe.

Es cierto que la Biblia comienza diciendo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.” (Génesis 1,1-3).

Aquí, haciendo uso de una cosmogonía arcaica, se enseña que Dios creó gradualmente un cosmos ordenado. Filosóficamente se puede demostrar que el caos o desorden depende del orden y no al revés. Un caos absoluto no podría existir. Incluso modernas teorías científicas muestran que tras el caos hay un orden subyacente y que en el comienzo de la historia conocida del mundo hubo un estallido de energía (el Big Bang). Además, la Escritura dice que el Espíritu de Dios (“un viento de Dios”) aleteaba por encima de las aguas del abismo primordial, incubando su vitalidad y su sentido. Resulta pues abusivo interpretar este pasaje en el sentido de un mundo sometido constitutivamente a la oscuridad. Que la luz no surge de la oscuridad sino de la palabra creadora de Dios (“Hágase la luz”) está manifiesto en este mismo pasaje.

No fuimos formados en las tinieblas, sino creados por Dios a su imagen y semejanza en un mundo luminoso y considerado bueno por Dios. Lo más íntimo a nosotros mismos (nos enseña San Agustín) no es la oscuridad, sino Dios mismo, que es Luz. La Gracia de Dios vence al pecado que hay en el hombre, lo santifica verdaderamente y no sólo putativamente, en el sentido pesimista de Lutero.

Buscando en la Wikipedia, me he enterado de que John O’Donohue (1956-2008) fue un poeta irlandés, filósofo hegeliano y sacerdote católico que abandonó el sacerdocio. La Wikipedia dice que O’Donohue es conocido sobre todo por su “popularización de la espiritualidad céltica”. Véase: http://en.wikipedia.org/wiki/John_O’Donoghue_(poet)

La obra de John O’Donohue no parece ser una referencia adecuada para la apologética católica.

Daniel Iglesias Grèzes


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25.08.12

Comentario a la carta de una comunidad católica a los Obispos uruguayos

En 2009, año electoral en Uruguay, llegó a mi casilla de correo electrónico una singularísima carta de la Comunidad Eclesial de Base (CEB) NN (omito su nombre) a la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU). A continuación reproduciré dicha carta íntegramente en letra itálica, intercalando mis comentarios en letra normal.

Montevideo, 16 de junio de 2009.

Sr. Presidente de la C.E.U. Mons. Carlos Ma. Collazzi sdb
Querido hermano en Cristo:

En nuestra C.E.B. NN hemos leído atentamente las “Pautas para el discernimiento político en el año electoral” que la C.E.U. publicó en abril de 2009. Mucho apreciamos el interés que los obispos tienen por comunicarse con sus fieles en momentos críticos para una opción cristiana al momento de votar para el futuro gobierno. Hemos decidido dirigirnos a la C.E.U. a fin de hacer algunas sugerencias sobre el documento que puedan servir a futuras reflexiones, sin ánimo de inmediatismos.

En el Nº 19 se tilda de negativas a “leyes que atentan contra el derecho a la vida y el valor del matrimonio y la familia”. Entendemos que estas leyes no afectan la conducta del cristiano auténtico que se rige por su recta conciencia iluminada por el Espíritu Santo y conforme a las enseñanzas de Cristo.

La moralidad o inmoralidad de una ley no depende de que afecte o no “la conducta del cristiano auténtico”. De acuerdo con la doctrina católica, la ley civil debe ser conforme con la ley moral natural, la cual rige para todos los hombres, cristianos o no cristianos, porque es la ley intrínseca e inmutable de la misma naturaleza humana, común a todos los seres humanos. Es absurdo decir que al “cristiano auténtico” no le debe importar, por ejemplo, que se legalice el aborto, porque de todos modos él, por ser un “cristiano auténtico”, no va a abortar. El cristiano debe procurar ordenar el mundo según la voluntad de Dios, expresada en la ley moral y conocida tanto por medio de la fe como por medio de la razón. En lo que respecta a la comunidad política, lo mínimo que se le debe exigir es que respete y haga respetar los derechos humanos fundamentales, de los cuales el derecho a la vida es el primero. Si no se respeta ni siquiera ese derecho primordial, ¿qué garantías tenemos de que se respetarán todos los demás derechos? Cuando la comunidad política deja de tutelar el derecho a la vida, se corrompe íntimamente y destruye el fundamento del Estado de derecho. Por lo demás, el cristiano no es un individualista, a quien le tiene sin cuidado la suerte de los hijos de sus conciudadanos. “Hombre soy, y nada de lo humano me es ajeno”, dice el Concilio Vaticano II al comienzo de la constitución pastoral Gaudium et Spes, citando al escritor pagano Terencio. Hemos de procurar que se respete el derecho a la vida, no sólo de los hijos de los cristianos, sino de los hijos de todos los uruguayos.

A El tampoco lo detuvieron las leyes farisaicas e impuso el amor como supremo camino hacia la verdad y la vida.

He aquí un punto fundamental, al que me referiré muy brevemente. Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, caridad y verdad son inseparables, porque Dios es Verdad y Amor. No hay amor auténtico fuera de la verdad.

Por ejemplo las uniones concubinarias, tan comunes entre auténticos católicos prácticos,

Las uniones concubinarias son hoy comunes entre los católicos incoherentes con su propia fe (los “malos católicos”, dando a la palabra “malos” su sentido de juicio objetivo, no necesariamente subjetivo), no entre los católicos “auténticos”.

así como el de las parejas divorciadas vueltas a casar, no se legalizan por una ley que las acepte pero se hacen valederas ante los ojos de Dios si las une un verdadero amor mutuamente declarado y aceptado.

Según la doctrina católica, el concubinato y el adulterio (en el que incurren los divorciados de un matrimonio válido, vueltos a casar) son pecados mortales, que ofenden a Dios y dañan gravemente al propio pecador. Un acto intrínsecamente malo no se vuelve bueno a los ojos de Dios por una buena intención (aun suponiendo que ésta se dé realmente). Incluso en el caso de la ignorancia inculpable, el hecho de que el acto malo no se impute subjetivamente a la persona que lo cometió no significa que el acto deje de ser malo. Si doy veneno a alguien creyendo que doy una manzana, el error no se me imputa (si mi ignorancia es inculpable), pero la víctima muere igualmente. El veneno del concubinato y del divorcio sigue siendo veneno aunque yo no lo vea.

La legalización del divorcio y, más aún, la legalización de las uniones concubinarias representan pasos importantes en un proceso de reingeniería social anticristiana, que va minando progresivamente el matrimonio y la familia, base de la sociedad, y va construyendo (por medio de dichas medidas y de otras similares) una sociedad individualista, donde no existen vínculos humanos permanentes con valor y vigencia sociales.

La Iglesia Católica no podrá imponer reglas a católicos y menos aún a no católicos si estos sienten que están cumpliéndolas en oposición a sus sentimientos de amor verdadero y cristiano.

La Iglesia Católica no impone ni pretende imponer reglas a nadie, sino que anuncia a todos la verdad revelada sobre Dios y sobre el hombre y sus necesarias consecuencias, también en el terreno político. Para aceptar plenamente esa verdad hace falta la fe, virtud sobrenatural o teologal que antecede a las otras dos virtudes teologales (esperanza y caridad).

Ha llegado el momento en que los pastores cambien su prédica pastoral

¿Por qué? ¿Por qué lo dice la CEB NN? ¿No son más importantes las palabras de Jesús (“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”) o las de San Pablo (“el que anuncie un Evangelio distinto, sea anatema”; “no os conforméis a la mentalidad de este mundo”)?

y orienten a los cristianos fundamentalmente a pensar y vivir como Cristo pues El es la Verdad y la Verdad nos hará libres.

Por eso mismo, y como el mundo está en muchos aspectos lejos de Dios, la Iglesia debe exhortar constantemente a la conversión. El mundo se debe convertir al Evangelio, no el Evangelio al mundo.

Por favor, seamos realistas y prediquemos el amor de Cristo desde la situación personal de cada uno, que ya tiene en sí su calvario.

El amor de Cristo se predica ante todo “desde la fe apostólica”, no meramente “desde la situación personal de cada uno”, lo cual puede dar origen a un relativismo doctrinal y moral, y a una “moral de situación” ajena a la doctrina católica.

Por luchar contra la eutanasia (2º criterio) nos olvidamos del sufrimiento del enfermo terminal o irrecuperable, que ya no vive sino sobrevive con una vida indigna y que si pide que lo alivien no está pidiendo que lo maten (eutanasia) aunque lo que lo va a aliviar acorte su sobrevida.

Éste es un argumento absurdo. El rechazo a la eutanasia no supone dejar de lado el deber de paliar el dolor del enfermo ni incurrir en el encarnizamiento terapéutico. La vida del enfermo no se vuelve indigna por su enfermedad. Es terrible que alguien se arrogue el derecho de decidir cuáles son las personas dignas de seguir viviendo. Por supuesto, la doctrina católica admite la administración de sedantes en dosis adecuadas para calmar el dolor, aunque puedan acortar algo la sobrevida. Esto es absolutamente distinto a la eutanasia, que consiste en una acción u omisión dirigida deliberadamente a causar la muerte del enfermo.

Digámoslo así para que se entienda que, como Jesús, preferimos la misericordia al sacrificio.

Esta frase bíblica se refiere a los sacrificios rituales externos de la Ley Antigua, no al sacrificio de la propia vida por amor a Dios y al prójimo, que recibe una máxima valoración en el Nuevo Testamento: “No hay amor más grande que el de dar la vida por los amigos”. “El que quiera salvar su vida, la perderá; el que la pierda por amor a mí y al Evangelio, ése la salvará”.

Mucho tiene que reflexionar la Iglesia de Cristo sobre la sexualidad humana y su significado (4º criterio),

“Quita primero la viga de tu propio ojo y así podrás ver bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”.

más aún teniendo en cuenta hechos recientes de pública notoriedad, antes de aconsejar lo que un cristiano debe hacer.

¡Es asombroso escuchar este malicioso argumento ad hominem en labios de una comunidad católica, y precisamente contra sus propios obispos! ¿El pecado de un mal obispo quita autoridad moral a los demás obispos para predicar la fe católica y apostólica? ¿Desde cuándo el abuso invalida el uso? Por lo demás, la labor del Magisterio no consiste sólo en aconsejar a los fieles; ante todo consiste en el servicio de la verdad, que ilumina las mentes y enciende los corazones.

Preferimos seguir a San Pablo que nos enseñó: “Todas las cosas son de vosotros (incluida la sexualidad), vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios”.

Sí, siempre y cuando no se interprete estas palabras en el sentido de una derogación de la ley moral en materia sexual, de acuerdo con el pansexualismo y la anarquía sexual que están hoy de moda, y en absoluto contraste con el pensamiento de San Pablo.

Ansiamos que lean esta carta y nos lo hagan saber e incluso poder dialogar personalmente con cualquiera de ustedes y recibirlos en nuestra Comunidad para lo cual dejo un teléfono y un correo electrónico.

Espero que algún lector de esta carta haya dejado a los miembros de la CEB NN el teléfono y el correo electrónico de un buen profesor de teología bíblica, dogmática y moral, dado que al parecer ellos lo necesitaban más de lo que nuestros Obispos necesitaban sus sugerencias.

Lo saluda con un abrazo fraterno por NN.

Omito el nombre del autor, su teléfono y su email.

Daniel Iglesias Grèzes


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5.08.12

Revista "Fe y Razón" (Nº 71 - Agosto de 2012)

Para acceder a todo el Nº 71, por favor presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


Un renovado llamado a la movilización

Equipo de Dirección

Se dice, y con razón, que los cristianos debemos aprender a leer “los signos de los tiempos”. Pues bien, parece indudable que una de las principales características de nuestra época, y no precisamente positiva, es la fuerte tendencia al divorcio entre la técnica y la ética. Hoy muchos parecen pensar que (al menos en algunas materias) todo lo técnicamente factible es también éticamente lícito. Las señales que apuntan en esa dirección son casi innumerables. Aquí consideraremos sólo un ejemplo.

El Centro de Bioética, Persona y Familia (de la Argentina) ha publicado un documento estremecedor: un análisis de los contratos de alquiler de vientre en India. Helo aquí: http://centrodebioetica.org/2012/07/las-abusivas-clausulas-de-los-contratos-de-alquiler-de-vientre-en-india/

En un sobrio lenguaje jurídico, los comentaristas denuncian la aberrante explotación del ser humano realizada a través de este tipo de contratos. La lectura de este texto nos reafirma en nuestra convicción de que el negocio de la reproducción humana artificial tiende en última instancia a convertir al ser humano en un producto industrial más, comprable y vendible por catálogo. Además, esta lectura nos ayuda a percibir algunas posibles consecuencias muy negativas de los proyectos, probablemente bienintencionados, de “adopción prenatal”.

El Parlamento uruguayo está considerando actualmente un proyecto de Ley de Reproducción Humana Asistida que legalizaría muchas prácticas gravemente inmorales. Y, aunque no se prevé que legalice también el alquiler de vientres, la aceptación de dichas prácticas colocaría a nuestro orden jurídico sobre una pendiente resbaladiza. Habiendo abandonado los principios del sentido común y la moral natural, sería muy fácil seguir deslizándonos hacia abajo, hacia aberraciones cada vez peores. Y, como dice un sabio refrán: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas a remojar”.

El Papa Benedicto XVI ha llamado a todos los católicos del mundo a movilizarse en defensa de los valores morales no negociables en la vida política. Hermanos, por el amor de Dios, reaccionemos, defendiendo vigorosamente, por todos los medios lícitos, la vida humana, el matrimonio, la familia, la libertad de educación, la libertad religiosa, etc., antes de que quedemos sumergidos en una pesadilla colectiva al estilo de la novela Un mundo feliz de Aldous Huxley.


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1.08.12

Los contratos de alquiler de vientre

Interrumpo momentáneamente mi serie de artículos sobre el Nuevo Testamento para compartir con ustedes un documento estremecedor: un análisis de los contratos de alquiler de vientre en India.

He aquí ese documento: http://centrodebioetica.org/2012/07/las-abusivas-clausulas-de-los-contratos-de-alquiler-de-vientre-en-india/

En un sobrio lenguaje jurídico, los comentaristas (argentinos) denuncian la aberrante explotación del ser humano realizada a través de este tipo de contratos.

La lectura de este texto me reafirma en mi convicción de que el negocio de la reproducción humana artificial tiende en última instancia a convertir al ser humano en un producto industrial más, comprable y vendible por catálogo.

Además, esta lectura me abrió los ojos sobre algunas posibles consecuencias muy negativas de los proyectos, aparentemente bienintencionados, de “adopción prenatal”.

Hermanos, reaccionemos, defendiendo por todos los medios lícitos la vida humana, el matrimonio y la familia, antes de que quedemos sumergidos en una pesadilla al estilo de la novela “Un mundo feliz” de Aldous Huxley.

Daniel Iglesias Grèzes


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