La fecha del Nuevo Testamento según Robinson (1) (Jean Carmignac)

Yo ya os he presentado a Robinson, quien fue obispo auxiliar (*) de Londres, y es ahora profesor en Cambridge, y publicó primero un libro –Honest to God– que causó escándalo y lo obligó incluso a dimitir como obispo, porque la obra fue considerada como, si se puede decir, de extrema izquierda. Y este mismo hombre, queriendo probar que el Nuevo Testamento es de fecha reciente, es de tal modo convencido por los argumentos que descubre, que llega a la conclusión opuesta. ¡Y ahora todo el mundo lo toma por alguien de extrema derecha! Él mismo me ha escrito la frase siguiente: “¡estoy asombrado de cuántos nuevos amigos encuentro!”

El problema de la fecha del Nuevo Testamento, y no solamente de la fecha de los Evangelios, sino de todo el Nuevo Testamento y de cada uno de los escritos del Nuevo Testamento, es capital, porque, según la fecha que se deduzca de nuestros argumentos, o bien los Evangelios son un testimonio sobre la vida de Jesús, o bien serán simplemente una catequesis sobre la vida de Jesús, o bien incluso una expresión de la fe de las comunidades primitivas. Pero, inevitablemente, será en fechas diferentes; para que sean la expresión de la fe de las comunidades primitivas es preciso que las comunidades se hayan podido formar ya, que haya habido ya una cierta expansión del cristianismo, por lo tanto que sean de una fecha relativamente reciente.

Argumentos provistos por comparación con los eventos contemporáneos:

En Apocalipsis 17,9-10 se habla del sexto rey de Roma. Los «reyes» de Roma son fáciles de calcular: primero César,… y sexto Nerón, y Nerón reinó del 54 al 68. Este pasaje del Apocalipsis lo dice hablando de una ciudad donde hay siete colinas –es claro que es Roma–; y una ciudad donde se habla de siete reyes (pero la cifra siete evidentemente… hay siete colinas y hay otros tantos reyes). Sobre los siete reyes se dice: cinco ya han reinado, todos ellos, hasta Claudio inclusive; hay otro que reina y otro que vendrá después; y bien, después de Nerón estuvo Galba, etc. Por lo tanto el Apocalipsis mismo dice que él ha sido escrito entre el 54 y el 68.

Estos argumentos son serios porque nosotros conocemos por la historia profana la fecha de los eventos que son narrados. Pero sobre todo Robinson insiste sobre dos argumentos que, lo reconozco para mi vergüenza, yo no conocía; ¡y me da vergüenza no haberlos encontrado porque son tan claros! Me parecen absolutamente convincentes y no veo qué se podría objetar para refutar esos dos argumentos. Yo os los doy:

El primero es la diferencia que hay en la mentalidad judía entre la toma de Jerusalén y la destrucción del Templo. Nosotros, que somos occidentales, hablamos siempre de la destrucción de Jerusalén y de la reacción que ésta ha debido provocar en la piedad judía; sí, es verdad, pero Jerusalén ya había sido tomada por los romanos en el 63 antes de Cristo, y esto no había causado un drama: para los judíos, no es la toma de Jerusalén, es la destrucción del Templo –y el Templo fue destruido el 29 de agosto del 70. Tenemos precisiones extraordinarias sobre la destrucción del Templo, por Flavio Josefo; tenemos incluso los nombres de los generales y lo que ellos votaron en el consejo de guerra que la precedió, etc.

Los judíos, después de ese día, no pueden más practicar su religión, no pueden más comer la Pascua –el cordero debe ser inmolado en el Templo; no hay más un Sumo Sacerdote. Éstas son cosas que se nos hace difícil comprender, pero si nos remitimos a la mentalidad judía el 29 de agosto del 70 es una ruptura total en la vida del pueblo judío. Hasta allí, tiene su religión, que se remonta a Moisés y ha sido vivida, más o menos bien, pero ha sido vivida, hasta el 29 de agosto del 70. A partir de allí, la religión judía se ha vuelto imposible de practicar y todo lo que estaba centrado sobre los sacrificios, etc., todo eso no existe más. Cuando uno piensa en eso, se da cuenta de la reacción enorme que eso ha debido ser para los judíos; mientras que nosotros pensamos en la destrucción política de Jerusalén, ellos piensan sobre todo en la destrucción del Templo.

¿Qué nos dice el Nuevo Testamento sobre la toma del Templo? Tenemos un pequeño texto en Marcos 13,1-4: “Cuando Jesús salía del Templo, uno de sus discípulos le dijo: «¡Maestro, mira qué piedras enormes y qué construcción!». Jesús le respondió: «¿Ves esa gran construcción? De todo esto no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».”

Y eso es todo; no tenemos más que esto sobre la destrucción del Templo. Y Mateo y Lucas copian este pasaje tal cual, sin añadir ninguna variación. Que Jesús haya previsto la ruina del Templo, si se cree en su divinidad, no es un problema; pero incluso si no se cree en su divinidad, dada la situación de los judíos en ese momento, que siempre quisieron rebelarse, habiendo hablado Jesús de la destrucción de Jerusalén, era lógico pensar en la destrucción del Templo. En todo caso están esas dos palabras, sin comentario, sin nada: si los Evangelios hubieran sido escritos después de la destrucción del Templo, deberían haber tenido necesariamente una palabra para indicar que, de hecho, esto se había realizado, y ello no debería haber sido indicado solamente por dos palabritas; este evento, el más importante de la vida del pueblo judío, indicado por casi nada…

Otra cosa curiosa es que hay algunos pasajes del Nuevo Testamento donde se habla del Templo como existente hoy. Por ejemplo en Hebreos 9,6-7: “Dentro de este ordenamiento, los sacerdotes entran siempre al primer recinto para celebrar el culto. Pero al segundo, sólo entra una vez al año el Sumo Sacerdote…” Es impensable que se escriba esto cuando el Templo no existe más y el Sumo Sacerdote no puede más entrar en él. También en Hebreos 10,1-3: “La Ley, en efecto –al no tener más que la sombra de los bienes futuros y no la misma realidad de las cosas– con los sacrificios repetidos año tras año en forma ininterrumpida, es incapaz de perfeccionar a aquellos que se acercan a Dios. De lo contrario, no se habrían ofrecido más esos sacrificios, porque los que participan de ellos, al quedar purificados una vez para siempre, ya no tendrían conciencia de ningún pecado. En cambio, estos sacrificios renuevan cada año el recuerdo del pecado…” Por lo tanto, no se ha cesado de ofrecerlos; en consecuencia la epístola a los Hebreos fue escrita antes de la destrucción del Templo –por lo demás también la TOB lo dice–, de otro modo esto no se puede comprender más.

Véase este argumento: si hubiera una parte del Nuevo Testamento que fuera posterior al 70, ella normalmente debería habernos hablado de la destrucción del Templo, y sobre todo los Evangelios en donde ellos hacen alusión a la destrucción de Jerusalén [Lucas 19,43-44]. Otro que habría debido hablar de ello es San Juan, con todas sus polémicas contra los judíos… Si la religión judía se había vuelto imposible, era fácil poner una palabra para indicarlo, ¡pero nada! (Continuará).

Jean Carmignac

(Extractos de una conferencia que el Padre Jean Carmignac pronunció en septiembre de 1978 en un monasterio inglés, donde a él le gustaba ir a descansar).

Fuente: Les Nouvelles de L’ASSOCIATION JEAN CARMIGNAC, n° 0 - Août 1998, pp. 4-6 (la traducción del francés es de Daniel Iglesias Grèzes) - www.abbe-carmignac.org

*) Anglicano (nota de DIG).

6 comentarios

  
Incongruencias varias
Es curioso que todo el planteamiento de este escrito se base en una asunción (que el Apocalipsis 17,9-10 hable de Roma) que en la misma infocatólica se ha rebatido en varias ocasiones:

http://infocatolica.com/blog/apologeticamundo.php/ies_la_iglesia_catolica_la_ramera_de_bab

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DIG: El objetivo central del artículo de José Miguel Arráiz que tú citas es demostrar que "la gran ramera" de Apocalipsis 17 no es la Iglesia Católica, lo cual no excluye que sea la ciudad de Roma como capital del Imperio Romano, considerado como símbolo del poder mundano opuesto a Cristo.

Arráiz no niega que la gran ciudad sobre siete colinas sea Roma (como sostienen Robinson y Carmignac, con mi apoyo), sino que dice que podría ser también Jerusalén, pero esa interpretación no me parece muy verosímil, por al menos las siguientes dos razones:

1) Apocalipsis 17 relaciona las siete colinas con siete reyes; pero Jerusalén, en la época que nos interesa aquí, no tuvo reyes. En cambio los Emperadores romanos podían fácilmente ser presentados como "reyes".

2) Apocalipsis 17,18 dice: "La mujer que has visto es la gran ciudad que ostenta la soberanía sobre los reyes de la tierra"; o sea, Roma. Pero Roma como símbolo del Imperio Romano, no de la Ciudad del Vaticano (muy posterior en el tiempo), ni de la Iglesia Católica.
27/06/12 2:24 PM
  
Carlos.ar
Ese es un dato a evaluar, pero la fecha de destrucción del Templo es independiente y un dato conocido, y es ciertamente extraño que si los evangelistas lo conocían no lo mencionen.
27/06/12 3:34 PM
  
Incongruencias varias
Ciertamente la mención o no de la destrucción del Templo podía dar información, pero no creo que sirva para fechar los evangelios por si misma.

Tengamos en cuenta que, independientemente del momento en que se escribieron los evangelios, estos pretenden ser una narración casi contemporánea de los sucesos que es escrita por gente que los vivió en primera persona. Esto hace que no sea excepcional que conscientemente en su redacción se pueda ignorar un suceso que destruiría dicha pretensión y mostraría que se redactaron con posterioridad.

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DIG: Por cierto la mención de la destrucción del Templo de Jerusalén habría dado una información histórica valiosísima para datar los Evangelios o el Nuevo Testamento (serían sin duda posteriores al 70).

Ahora bien, la interpretación de su no-mención como una omisión deliberada ha sido descartada por la gran mayoría de los exegetas. La versión más popular de esa tesis es la de Brandon, que sostenía la imagen de un Jesús zelota (revolucionario). Después que los zelotas fueron derrotados por los romanos, dice Brandon, los Evangelistas habrían tratado de ocultar la conexión entre Jesús y los zelotas, por ejemplo silenciando todo lo relativo a la destrucción de Jerusalén y su Templo. Esta teoría fue destrozada por numerosas críticas abrumadoras, por ejemplo la de Hengel.

Tu teoría es una variante estrafalaria de la teoría de Brandon. La destrucción del Templo habría sido ocultada para dar la impresión de que los Evangelios fueron escritos con la intención fraudulenta de aparentar ser testimonios directos de la vida de Jesús, cuando en realidad serían construcciones muy posteriores.

En realidad el problema no es que los Evangelios no mencionen la destrucción del Templo, sino que ningún libro del Nuevo Testamento lo hace. Y la mayoría de los hagiógrafos (por ejemplo San Pablo, San Pedro, San Judas y Santiago) no tuvieron la intención de "escribir libros del Nuevo Testamento". Simplemente escribieron (asistidos sí, por el Espíritu Santo, pero no necesariamente ellos tuvieron conciencia refleja de esa asistencia) y luego, a través de un proceso largo y complejo, la Iglesia de los primeros dos siglos (guiada por el mismo Espíritu) fue formando el canon del Nuevo Testamento.

Es absurdo suponer que esos hagiógrafos o la Iglesia primitiva, en su redacción o en su reconocimiento de los libros del NT estuvieron guiados por nuestras preocupaciones apologéticas (las del siglo XXI).

La hipótesis del fraude muy posterior tampoco es coherente con muchos otros hechos: por ejemplo que los Evangelios hablen de la incomprensión de los apóstoles, de sus ambiciones mundanas y disputas, de la traición de Judas y la negación de Pedro, etc.; u, otro ejemplo, que recreen con tantos detalles perfectamente verosímiles el ambiente cultural, político, económico y social del lugar y el tiempo en que Jesús vivió.
27/06/12 5:02 PM
  
juan
Para incongruencias las tuyas hombre. No desvíes hombre, sé coherente. San Juan no hablaba de La Iglesia ´Romana´ por favor sino de la Roma de los Césares, y por supuesto Nerón.

Ahora, lo que nuestro José Miguel expone allá es lo que a gente como el tal Pablo, en ese tu link, les han metido en el coco... no hay incongruencia alguna hombre.

Y claro no te quepa duda que si va a tener lugar una "Gran Apostasía" sin duda habrá de ser en La Iglesia con sede en Roma, y es claro porque es y será, incluso después de tal Apostasía, La única (UNA) IGLESIA; las otras, miles y miles, de agrupaciones de gente más o menos cristiana y de más o menos buena intención, NO SON IGLESIA.

¿Comprendes Pablo? No te desvíes hombre, sigue tratando de probar o contrarestar las fechas, no te descarríes.
27/06/12 8:26 PM
  
Incongruencias varias
No, en ese link, de apologética católica además, lo que se dice es que el Apocalipsis no hablaba de Roma sino de Jerusalén cuando se refiere a la ciudad de las siete colinas. Allí se explica por qué, y la verdad es que algo coherente es la explicación, más que asumir que porque la ciudad con siete colinas más famosa del mundo es Roma, tiene que hablar de Roma.

Por otra parte el tema de la Gran Apostasía no sé qué relación tiene con lo tratado y con ningún intento de fechar los evangelios.

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DIG: No. J. M. Arráiz no dice allí "que el Apocalipsis no habla de Roma sino de Jerusalén". Dice que la gran ciudad de Apocalipsis 17 puede ser interpretada como Roma (no el Vaticano) o como Jerusalén. Ya expliqué por qué la identificación con Jerusalén no me convence.
28/06/12 1:22 AM
  
Manuel Escariz Magariños
Muchas gracias. A ver si algunos se van cayendo del guindo.

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DIG: Gracias a ti, Manuel.

A los que sepan francés, les recomiendo vivamente el boletín de la Asociación Jean Carmignac, cuyo sitio web cito como fuente de mi post. Es realmente muy interesante.

El Padre Carmignac fue un gran erudito católico, cuya obra, lamentablemente, no alcanzó la difusión que merecía, y quedó inconclusa.
28/06/12 12:55 PM

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