15.09.14

(24) Del disparate novaeriano y otras lindezas pseudoespirituales

1 La necedad del apóstata no descansa hasta que por un milagro de la gracia se convierte.

2 Todavía andas con Anthony de Mello y Enomiya Lasalle investigando cómo meditar contemplándote el dedo gordo del pie. Y mientras tanto Cristo hablándote al oído y arrimándose a ti, ¡que no le escuchas!

3 Paulo Coelho, Bucay, y demás apóstoles de la auto-redención, ni pueden ni son capaces de auto- redimirse. ¿Vas a serlo tú, que eres un simple lector de sus libros?

4 Consumir libros de autoespiritualidad como se comen hamburguesas o se va al espá: qué locura hedonista: gnosticismo de centro comercial.

5 La Postmodernidad considera simplemente irrelevante la capacidad de la razón humana para alcanzar verdades. De esta irrelevancia se alimenta el deseo de un conocimiento de consumo, que es como la comida rápida de la inteligencia gaseosa.

6 Las maldades sutiles y diisfrazadas son más difíciles de combatir que las evidentes y encaradas

7 Están siempre con el mismo cuento de una libertad que vale igualmente para el bien que para la elección del mal ,como si esa indeferencia electiva fuera lo propio y esencial de la libertad humana. Y quieren potenciar esa indiferencia con técnicas de psicología transaccional, que elimine toda huella de responsabilidad y de culpa, no sea que sufra la autoestima. ¡Qué camino, perfumado de incienso novaeriano, hacia la esclavitud!

8 Y siguen empeñados en resaltar la voluntad como causa principal y autónoma de la aceptación de la gracia, ¡¡Que no!! ¡Que la voluntad nada saludable puede por sí misma sin la gracia! Tampoco la voluntad tecnificada y deconstruida por el zen novaeriano. ¿O acaso el ki puede substituir a la gracia?

9   Qué aburrido es autosalvarse. Sencillamente, porque es imposible. Y todo lo que no viene de Dios es cansino hasta la muerte.

10 León Bloy tuvo que elaborar una Exégesis de Lugares Comunes para purificar el catolicismo burgués de su época. Nosotros tendremos que redactar un Manual del Disparate.

13.09.14

(23) De la caída y la gracia de la justificación

1 Con la Caída, nos caímos de la amistad con Dios.

Este es el hecho desastroso que atraviesa milenios, y que ha desordenado la Creación entera, aun sin destruir su bondad. Date cuenta: de amigos de Dios, pasamos a ser inmundos a sus ojos, como dice Trento.

A ojos de Dios, estamos injustificados. Sin excusa. Como enemigos. De ahora en adelante, una vez caídos de su gracia, ya ni la naturaleza ni la ley pueden justificarnos a ojos de Dios:

“habiendo perdido todos los hombres la inocencia en la prevaricación de Adán, hechos inmundos, y como el Apóstol dice, hijos de ira por naturaleza, según se expuso en el decreto del pecado original; en tanto grado eran esclavos del pecado, y estaban bajo el imperio del demonio, y de la muerte, que no sólo los gentiles por las fuerzas de la naturaleza, pero ni aun los Judíos por la misma letra de la ley de Moisés, podrían levantarse, o lograr su libertad; no obstante que el libre albedrío no estaba extinguido en ellos, aunque sí debilitadas sus fuerzas, e inclinado al mal.” (Trento, ses VI, cap. 1)

2 Nos caímos de la gracia. ¿A dónde? Al imperio de la muerte, del pecado y del demonio. (Aún así, conservamos libre albedrío, aunque debilitado e inclinado al mal.) Esclavos del pecado. Bajo el imperio del demonio. Y con el mal introducido en la Creación misma, que queda deformada en su figura primigenia. -Debido a una misteriosa relación, lógica, sin duda, teniendo en cuenta el papel del ser humano en el mundo creado,  el universo y el ser humano comparten el desastre de la Caída, de distinta manera, claro.

CAT 1046 En cuanto al cosmos, la Revelación afirma la profunda comunidad de destino del mundo material y del hombre

3 De alguna manera, pues, la Creación también cae con la caída. Muerte, enfermedades, depredación, violencia, desórdenes morfológicos, crueldad… El mundo se llena de pecado, sufrimiento, injusticias. El pecado original y el pecado actual han deformado nuestra identidad. Inmundos a ojos de Dios, aun con nuestra dignidad natural no del todo destruida. ¿Cómo hacemos para volver a ser amigos de Dios?

¿Qué hacemos para arreglar esto? Nosotros, por nosotros solos, con nuestras fuerzas naturales, no podemos arreglar nuestra enemistad con Dios ni sus efectos en la Creación. Tenemos que darnos cuenta de esto.

Ninguno de nosotros puede merecer con obras naturales  la gracia de ser justificado y limpiado. Ninguno de nosotros puede merecer por sí mismo ser de nuevo amigo de Dios.

Ninguno de nosotros, con nuestras propias fuerzas, puede, tampoco, devolver a este universo herido por el pecado su figura y esplendor primigenio, ni a este mundo sufriente traer la salvación.

4 Pero Dios no se contenta con esta situación. Para subsanarla, envía a su Hijo a los hombres injustificados, para que los justifique verdaderamente ante Él.

No sólo a que no les sean imputados sus pecados,no sólo a cubrirlos, no sólo a tapar el mal para que el Padre no lo vea, por así decir, no sólo a arrojar una manta sobre un muerto, como decía Lutero.

Sino a justificarlos real y verdaderamente, mediante una infusión de vida justificante y sanadora, que limpie la inmundicia, libere, y sea principio de vida agradable a Dios, tan agradable a Él, como puede serlo su vida participada.

Es tan bello, que nos quebranta en lágrimas, y en oración de alabanza y agradecimiento. ¡Felix culpa!

5 Dios no se conforma con limpiar al ser humano de su inmundicia, ni con hacerlo amigo. Quiere además hacerlo hijo adoptivo suyo. Quisiera que

“todos recibiesen la adopción de hijos” (Trento, ses VI, cap II)

“No obstante, aunque Jesucristo murió por todos, no todos participan del beneficio de su muerte, sino sólo aquellos a quienes se comunican los méritos de su pasión. Porque así como no nacerían los hombres efectivamente injustos, si no naciesen propagados de Adán; pues siendo concebidos por él mismo, contraen por esta propagación su propia injusticia; del mismo modo, si no renaciesen en Jesucristo, jamás serían justificados; pues en esta regeneración se les confiere por el mérito de la pasión de Cristo, la gracia con que se hacen justos.” (Trento, ses. VI, cap. 3)

6 La gracia con que se hacen justos. La gracia gratum faciens, como se decía en el pensamiento medieval. No hablamos aquí de la gracia que es auxilio eficaz o suficiente. Hablamos de la gracia que justifica, y que de enemigo, vuelve amigo al hombre, y más aún, hijo.

Distinguimos pues en este post la gracia santificante de la gracia actual, eficaz o suficiente.

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8.09.14

(22) Que un lenguaje equívoco siempre trae problemas

Al hilo de la relectura de los magníficos post del P. Iraburu sobre pelagianismo y semipelagianismo, veamos algunos ejemplos de expresiones equívocas que suscitan, como efecto y consecuencia lógica, una doctrina equívoca.

Aquí están algunos de estos tópicos aparentemente inofensivos y bienintencionados que de tanto escucharlos se vuelven feroces y dañinos.

1 Dios sólo te pide un ratito de oración al día.
Se nos dice a menudo a los laicos en la Misa. El sacerdote no quiere agobiarnos con el peso de la oración. De ahí lo del ratito… Y yo me pregunto: ¿podemos ser nosotros, los laicos, santos, con sólo un ratito de oración?
Más bien es lo contrario: 

Orad sin cesar (1 Tesalonicenses 5, 17)

Como nos recordaba no hace mucho Luis Fernando Pérez Bustamente en su post sobre oración

“Tanto rezas, tanto amas a Dios. Tanto te ama Dios, que te sale a tu encuentro en la oración para curarte las heridas, escuchar tus lamentos y peticiones, recibir tu gratitud por las cosas que te concede y es testigo de tu amor a aquellos por los que intercedes.”

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6.09.14

(21) De pelagianismos varios y males que nos aquejan, I

En este post y otros más seremos un tanto negativos y molestos. Porque nos proponemos exponer algunos males que nos aquejan, y no es agradable. Pero es necesario, porque hay mucho que mejorar en la Iglesia.

Nosotros no compartimos la pastoral del avestruz, que consiste en enterrar la mirada y no ver el peligro, porque es mejor pensar que vamos bien. En general, vamos mal si creemos que nosotros sólo por nosotros podemos arreglarlo. Sólo el Señor puede arreglarlo. La prueba, es que allá donde la Nueva Evangelización da fruto, se intenta frenar el orientalismo insano de la New Age  y se predica la primacía de la gracia contra el voluntarismo pelagiano y semipelagiano, y de múltiples maneras: centralidad de los sacramentos y de la oración, respeto al Magisterio de la Iglesia, cuidado de la belleza de la Liturgia, etc. 

El hundimiento del catolicismo en España impone medidas reformadoras urgentes.Y a nadie se le oculta que, como venimos diciendo, el Evangelio de la Gracia necesita ser anunciado a diestro y siniestro, con oportunidad o sin ella. Comprobaremos también cómo, con la moda novaeriana, vuelven y revuelven antiguas herejías y desviaciones, como una tentación permanente.

Vamos a ello.

1 Ser cristiano durante los tres cuartos de hora de la Misa y poco más. Y al salir, volver de nuevo a vivir como burgués liberal, partido de risa ante la idea de la penitencia, el infierno o la castidad. ¿A quién se le oculta que este camino era el camino de la inconversión?

2 Si el párroco permite que se den masajes reiki o sesiones de yoga en la parroquia, tendrá unos parroquianos muy relajados y masajeados, pero que apostatarán.

3 El atractivo de la New Age reside en que colma los deseos insanos de auto-redención al margen de la gracia. Quiere convertir la Religión Revelada en religión natural, en constructo y conquista humana. Por eso el éxito descomunal del orientalismo novaeriano en España: por el pelagianismo autorredentivo que hemos heredado.

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3.09.14

(20) De las virtudes naturales del perro y su relación con el poder de Dios

Lo cierto es que mi perra Mika me mira con escepticismo: ¿con qué objeto filosofas tanto?-parece que me dice . No gusta de filosofías, la premoción física le resulta insustancial, prefiere un hueso, pasear por un parque o por la playa o correr tras una piedra. Pero fiel, sì que es. Cariñosa, sí que es. Siempre se alegra cuando llego a casa y procura tener a toda la familia reunida, ladrando cuando alguien se aleja demasiado.

Un perrillo con una antorcha encendida  acompaña siempre a Santo Domingo de Guzmán, como emblema del sueño de su madre, la beata Juana de Aza.

Un perrito salía de su seno con la luz de una  antorcha encendida en la boca. Acude la madre en peregrinación al monasterio de santo Domingo de Silos, a que le expliquen el sueño. Y allí comprende que su hijo iba a encender el fuego antorchado de Jesucristo en el mundo por medio de la predicación, y a combatir toda impostura de doctrina mediante su santidad de vida y su palabra ardiente y precisa. En agradecimiento, puso a su hijo por nombre Domingo.

Desde entonces, dominicanus es un abrazo etimológico simbólico de Dominus (Señor) y canis (perro), significando “el perro del Señor” , el guardían fiel de su Viña, la predicación de fuego contra toda impostura que amenace al Rebaño.

Cuando surgió el novedoso molinismo, los dominicos españoles, capitaneados por el preclaro Domingo Báñez, clamaron al cielo como una antorcha que ladra. En su escrito a la Inquisición, los hermanos dominicos se presentaron a sí mismos como perros que ladran para proteger la fe católica:

“es propio de nuestro deber, como fieles perros (…)  ladrar contra las doctrinas peligrosas, (…)  incluso si fuese necesario, morder con ferocidad”

Cuando la explicación molinista fue permitida, los perros dejaron de morder, por fidelidad. Pero no de ladrar, que un perro si no ladra no es perro, sino gato. Y el perro bueno es fiel pero no mudo.

El perro es símbolo de la predicación y la vigilancia leal. Pero ya no entendemos su lenguaje cánido. A los que ladran contra los males que nos aquejan los llamamos profetas de calamidades y miramos a otro lado. Preferimos creer que todo va bien, y que nadie nos diga que vamos mal, o que algo o alguien amenaza al rebaño de Cristo.

En la obra maestra de Murillo, El regreso del hijo prodigo, 1668,  un perrillo blanco se alegra del abrazo del padre y del hijo arrepentido, apoyando sus patas en las rodillas del pródigo, para arrimarse al perdón sobrenatural, como participando a migajas de tanta misericordia. Por el gozo que transmite este perrillo de pintura, participamos del gozo del padre y el hijo, y parece que a nosotros también nos llega tanta alegría sobrenatural.

También aparece el perro en el viaje de Tobías 6, 1.

“El joven partió con el ángel, y el perro los seguía”

 Su perro le acompaña con fidelidad, y más adelante por dos veces se dice que les seguía (a él y al Ángel). Ahí aparece su presencia familiar, protectora, fiel. Canis lupus familiaris.

San Antonio María Claret titula así el Capítulo XVII de su impresionante Autobiografía:

 "De algunos animales domésticos de que me he servido para estimularme a la práctica de las virtudes” Vemos qué virtudes son esas pretende practicar inspirándose en la conducta del mejor amigo del hombre:

 "670. Canes muti qui non valuerunt latrare.

1.° El perro es un animal tan fiel y tan constante compañero de su amo, que ni la miseria, ni la pobreza, ni los trabajos, ni otra cosa alguna es capaz de hacerle separar de su dueño. Lo mismo debo hacer yo; tan fiel, tan constante he de ser en el servicio y amor de Dios, que pueda decir con el Apóstol que ni la muerte, ni la vida, ni otra cosa alguna pueda separarme.

 671. 2.° El perro es más leal que un hijo, más obediente que un criado y más dócil que un niño. No sólo hace voluntariamente lo que el amo le manda, sino que además mira la cara del amo para conocer su inclinación y voluntad, a fin de cumplirlas sin esperar que se lo mande, lo que hace con la mayor prontitud y alegría, y aún se hace participante de los afectos del amo; por manera que es amigo de los amigos del amo y enemigo de sus enemigos. Yo debo practicar todas estas bellas cualidades en el servicio de Dios, mi querido Amo.

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