5.01.21

El Evangeliario en la Misa romana de hoy y de ayer (Palabra y Evangelio - II)

  1. El Evangeliario en la Misa romana

    Veamos el rito de la Misa cuando se emplea el Evangeliario.

procesión de entrada    “Cuando el diácono lleva el Evangeliario lo tiene un poco elevado y precede al sacerdote mientras se acercan al altar” (IGMR 172). Si no hay diácono, un lector revestido puede llevar el Evangeliario, pero no el leccionario (IGMR 120d). Así avanza, tras el incensario, la cruz y los cirios, en procesión al altar.

   “Cuando llega al altar, si lleva el Evangeliario, [el diácono] omitida la reverencia, se acerca al altar. Luego una vez depositado el Evangeliario sobre el altar, lo cual es recomendable, juntamente con el sacerdote venera el altar con un beso” (IGMR 173). Hay que pensar que sobre el altar no se puede colocar cualquier cosa, aunque estamos acostumbrados a ver carteles, libros, y muchos otros objetos extraños…, pero sobre el altar, en el centro mismo, sólo se coloca el Evangeliario, signo de la presencia de Cristo en su Palabra, y después la Ofrenda eucarística que se transformará sustancialmente en el mismo Cristo. Nada más sobre el altar que es santo.

   Cuando llega el momento del Evangelio tras las lecturas, un hermoso ceremonial se despliega.

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28.12.20

Venerar el Evangeliario (Palabra y Evangelio - I)

En breve, tras el tiempo litúrgico de Navidad-Epifanía, se volverá a celebrar el nuevo “Domingo de la Palabra”. Las iniciativas de tipo “litúrgico” se multiplicarán, no siempre acertadas y sí en exceso originales. Durante varios artículos ahondemos en cómo la liturgia, en su historia, en su espiritualidad y en sus rúbricas, ha celebrado venerando la Palabra. ¡Ahondar!

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   evangeliarioSiempre en la liturgia, la Palabra de Dios ha sido honrada, escuchada con amor, celebrada ritualmente. De manera muy particular, el santo Evangelio, cuando es Cristo mismo quien nos habla: “en la liturgia, Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el Evangelio” (SC 33). Hay una progresión, del Antiguo Testamento al Nuevo y su cumbre en la proclamación del Evangelio. Ya decía san Agustín: “El Antiguo Testamento está patente en el Nuevo, y el Nuevo late en el Antiguo” (Quaest. In Hept., 2,73), y así se llega a la lectura evangélica en la Misa: “Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador” (Dei Verbum, 18).

      Lo expresa bien la IGMR:

    “La lectura del Evangelio constituye la cumbre de la liturgia de la Palabra. La Liturgia misma enseña que debe tributársele  suma veneración, cuando la distingue entre las otras lecturas con especial honor, sea por parte del ministro delegado para anunciarlo y por la bendición o la oración con que se prepara; sea por parte de los fieles, que con sus aclamaciones reconocen y profesan la presencia de Cristo que les habla, y escuchan de pie la lectura misma; sea por los mismos signos de veneración que se tributan al Evangeliario” (IGMR 60).

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22.12.20

Lectio divina con la liturgia (Notas sobre espiritualidad litúrgica - XIV)

    lectio De la liturgia nace el deseo de conocer mejor la Palabra de Dios en las sagradas Escrituras mediante la lectio divina, y la lectio divina favorece luego vivir la liturgia escuchando la Escritura, cantando los salmos, etc., con mayor conocimiento y fervor.

     Toda la liturgia está impregnada de la Palabra de Dios; en cada oficio litúrgico se lee la sagrada Escritura, en mayor o menor extensión, y con una distribución propia. Y es que la liturgia ofrece diversos ciclos de lecturas en su liturgia para instruir y alimentar las almas:

a)      El ciclo dominical en tres años (A, B y C)

b)      El ciclo anual en ferias de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua

c)      El ciclo bianual para la 1ª lectura y anual para el Evangelio en las ferias del tiempo ordinario

d)     A lo que hay que sumar la distribución de lectura para fiestas del Señor, de la Stma. Virgen, Apóstoles y santos, etc…

e)      El ciclo anual, por ahora, del Oficio de lecturas en la edición española.

f)       Y aunque no son lecturas, habría que añadir los salmos de la Liturgia de las Horas distribuidos en cuatro semanas, especialmente los salmos de las Laudes, Vísperas y Oficio de lecturas.

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15.12.20

Simbolismos de la catedral (Tu Catedral - II)

catedral córdobaHay diferencia entre tu parroquia y una iglesia catedral, entre la iglesia de un convento y la catedral de la diócesis. ¿Es el tamaño? Sí, en la mayor parte de las ocasiones. ¿Es la grandiosidad? Tal vez, aunque hay verdaderas joyas de templos parroquiales a lo largo de la geografía diocesana, grandes, elevados, bellísimos.

¿Qué es, cuál es lo nuclear en una iglesia catedral? ¿Su antigüedad? ¿Su arte más desarrollado y exquisito? ¿Su ubicación en el plano geográfico de la ciudad?

Lo primero y es el gran simbolismo, es reconocer en la catedral la Iglesia madre, la madre y cabeza de todas las iglesias de la diócesis. Aunque haya iglesias más artísticas, mejores, incluso de más capacidad, la catedral siempre será la iglesia madre y cabeza de toda la diócesis.

Ése es su primer simbolismo. Como es cabeza y madre de la diócesis, hay dos actos fundamentales para la vida de la Iglesia local que se realizan en la catedral y que se difunde luego por toda la diócesis como un movimiento de diástole del corazón eclesial.

El primero de ellos es la ordenación de diáconos y de presbíteros: su sitio propio es la catedral, y de la catedral, iglesia madre, son enviados a las distintas parroquias o comunidades a ejercer ese misterio. Eclesiológicamente sería muy pobre ordenar a cada cual donde quisiera, en su parroquia natal o en la parroquia donde vaya a ser enviado. Se debilitaría ese simbolismo tan claro de la maternidad de la Iglesia en la catedral, infundiendo vida a toda la diócesis.

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8.12.20

Monaguillos para el altar (y II)

monaguillos

     Tan cerca del Señor, y acompañados por sacerdotes y catequistas, el grupo de monaguillos puede ser un pequeño seminario, un ámbito donde nazca la vocación sacerdotal, como podemos atestiguar muchos sacerdotes que hemos sido llamados así. Muchas vocaciones nacen del grupo de monaguillos de una parroquia: cercanía del Señor y testimonio de un sacerdote, son los signos indelebles que se graban en el alma.

     ¡Qué importante que en cada parroquia, de modo estable, haya un buen grupo de monaguillos! Servidores del altar, vivirán un itinerario formativo cristiano y espiritual, cuidarán del trato con Cristo adaptado a su edad y, por gracia, puede que nazcan vocaciones de entre ellos:

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