20.04.21

Cada año se estrena el cirio pascual

cirio pascual

Es para preocuparse, y se le queda a uno cara de póker, imperturbable, estupefacto, cuando sacristán o sacristana, seglar o consagrado, te comenta entusiasmado antes de la Vigilia pascual: “¡Y este año el cirio pascual es nuevo!” No dices nada, sonríes educadamente y tragas saliva pensando: “¿este año? ¿Los demás años no es nuevo? ¡Ay, Dios mío, dónde me han metido para celebrar!”

La santa Pascua del Señor es la novedad de vida nueva y resucitada: Cristo, resucitando, todo lo renueva, hace nuevas todas las cosas y da vida nueva a quienes se unen a Él por el bautismo.

Todo es nuevo. La creación entera renace: es la primavera y la primera luna llena; la Pascua del Señor repercute en el orbe entero, en la naturaleza y en el cosmos. Pasa el frío, la tierra reseca, el invierno y su letargo, y renace la vida, los árboles, las hojas y las flores, la luz vence la tiniebla y los rayos del sol derriten las nieves y expulsa el frío.

Así como la Pascua es nueva, y Cristo todo lo renueva (cf. Ap 21,5) con su poder salvador, así en la liturgia pascual todo expresa esta novedad de Vida y Resurrección.

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13.04.21

Fuego nuevo de la Vigilia pascual

Es bueno conocer algo de la historia de los ritos para captar su significado cuando aún hoy realizamos antiguas y bellísimas ceremonias así como meditar en los textos litúrgicos que se rezan en esos ritos y ceremonias.

Al entender las hermosas ceremonias de la Iglesia, no las modificaremos porque resulten extrañas, sino que las viviremos con más profundidad, las realizaremos más fielmente y con más cuidado. Son bellas, son tradicionales, son solemnes: así son las ceremonias y ritos de la liturgia y a ello responden sus elementos, como el cirio pascual, con su sentido cristológico, su gran cruz central, el Alfa y la Omega, el año en curso y los cinco granos de incienso. Pero antes, el fuego encendido, fuego nuevo, rompe la oscuridad, y es bendecido.

Hay que preparar una “hoguera en un lugar fuera de la iglesia donde se reúna al pueblo” (CE 336 a), donde también están “carbones encendidos” para el incensario (CE 336 b) y asimismo preparar una mecha (o pabilo) para tomar el fuego nuevo y encender luego el cirio pascual.

Es un rito que ha de ser expresivo, sin ser desmesurado (no es la fogata de un campamento), ya que es una primera parte introductoria, no central y todo debe guardar su medida y equilibrio para celebrar la santa Vigilia:

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6.04.21

Primeras Comuniones: vamos a cuestionarnos sólo algunas cosas hoy (I)

primeras comuniones Aunque a derecha e izquierda, de arriba y de abajo, se puede uno llevar bofetones cuando cuestiona ciertas cosas que parecen intocables, hay que serenarse y empezar a valorar cómo se están realizando las Misas de las Primeras Comuniones en parroquias y colegios católicos.

Pido, por ello, no sacar las uñas antes de tiempo ni estar a la defensiva: especialmente, señores y señoras catequistas, tan trabajadores y abnegados, pero que siguen haciendo por sistema lo que se puso de moda en los años 70, así como párrocos que permiten y fomentan estos excesos pensando en un bien pastoral o por no desentonar con otras parroquias del entorno arciprestal o por no aguantar las iras de alguna catequista cuando ha intentado poner orden.

Lean todos con serenidad, con deseo de hacer las cosas lo mejor posible y con la mayor fidelidad a la Iglesia y su liturgia, así como a las almas de los niños y de sus familias.

El lugar de los niños

De entre las cosas llamativas que se ven, ocurre que el uso del presbiterio se ha convertido en un escenario, donde todos los actores –sacerdotes y niños- deben estar mirando al público, como en una bonita obra teatral escolar de fin de curso.

Habrá que recordar entonces quienes deben estar es el presbiterio y cuál es el lugar de los fieles. Según el Misal, el presbiterio es el lugar de los sacerdotes y ministros (diáconos y acólitos):

“El sacerdote celebrante, el diácono y los otros ministros ocuparán un lugar en el presbiterio. Se prepararán allí mismo los asientos para los concelebrantes” (IGMR 294),

“El presbiterio es el lugar en el cual sobresale el altar, se proclama la Palabra de Dios, y el sacerdote, el diácono y los demás ministros ejercen su ministerio. Debe distinguirse adecuadamente de la nave de la iglesia, bien sea por estar más elevado o por su peculiar estructura y ornato. Sea, pues, de tal amplitud que pueda cómodamente realizarse y presenciarse la celebración de la Eucaristía” (IGMR 295).

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31.03.21

Recordemos rúbricas del Viernes Santo, ¡para hacer bien las cosas!

postración

El Viernes Santo tiene un oficio litúrgico grave y solemne, austero y lleno de majestad, con la Pasión del Señor y la adoración de su santa Cruz. Aquí y allá, en un lado y en otro, y más aún con las redes sociales, se ven celebraciones litúrgicas en ese día que distan mucho de seguir las rúbricas, aquello que marca la Iglesia. Por eso, destaquemos algunos puntos, repasemos algunas rúbricas, interioricemos algunos de sus principios.

Reina una cierta desolación en el templo:

  • el altar está sin manteles, desnudo
  • no hay candelabros ni cirios encendidos en el presbiterio
  • no hay cruz: recordemos cómo al terminar la Misa en la Cena del Señor, se despojó el altar de manteles y se retiró la cruz y los candelabros. La cruz para la adoración se traerá después, pero no puede estar a la vista de todos ya en el presbiterio, perdiendo el simbolismo de traerla y desvelarla; es de una gran pobreza ritual que desde el principio esté un Crucificado grande tapado con un paño rojo: cf. la cruz está preparada “en un lugar conveniente” CE 315 (cf. Misal Romano, Viernes Santo, rúbrica n. 2). Por eso la postración inicial se hace no ante ninguna cruz o Crucificado (incluso tapado), sino se realiza ante el altar desnudo.
  • El obispo preside con la mitra blanca, sencilla, sin el anillo –la Iglesia Esposa está de duelo- y sin el báculo.

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28.03.21

Invitación a la Semana Santa y Pascua

cristo buena muerte ¡Semana mayor!, la gracia de la santificación a raudales y su culmen, la santa Pascua.

No se han de desperdiciar tantos Misterios de amor de Dios como se hacen presentes desde el Domingo de Ramos a la santa Resurrección.

Liturgias distintas, a cada cual más llamativa, más envolvente, subiendo en escala hasta llegar al Triduo pascual, acompasados, marcados los ritmos, por el Oficio divino que canta Laudes y Vísperas, que medita con el Oficio de lecturas, sus salmos, lecturas y responsorios (más aún en su forma tradicional de Oficio de tinieblas), nutriendo el alma, conduciéndola, guiándola.

Van a llegar esos días grandes y santos; está próximo el Triduo pascual. El corazón del año litúrgico palpitando con Jesucristo en su pasión y gloria, Aquel que es el mismo ayer y hoy y siempre. La Iglesia Esposa se va a deleitar en la liturgia de estos días santos con amor esponsal. No se mirará a sí misma, ni vivirá para predicar o evangelizar esos días, sino que entrará en la cámara santa, para vivir la Semana mayor con los ojos vueltos sólo al Esposo Jesucristo.

Dispondrá la Iglesia a sus hijos, a las almas fieles, para que vivan muy unidos a Cristo en su Pascua, muriendo a nuestros pecados, convirtiéndonos, y viviendo en gracia.

Dispondrá la Iglesia Madre que sus hijos oren, mediten, y se entreguen a Cristo viviendo, asistiendo, participando, integrándose, en las grandes liturgias de estos días.

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