La liturgia incide en lo espiritual (Notas de espiritualidad litúrgica - XXXVI)
La constitución Sacrosanctum Concilium trazó líneas fundamentales, pautas de trabajo a fin de que la liturgia sea u manantial de espiritualidad y los fieles encuentren en la liturgia la misma vida espiritual, beban en la liturgia el espíritu verdaderamente cristiano, uniéndose al Señor y siendo transformados por Él.
La liturgia es de la Iglesia, por tanto, de todo el Cuerpo místico, y no es clerical, ni privilegio del clero: es de la Iglesia, pertenece a todos. Y celebrar la liturgia compromete la vida, la existencia cristiana queda marcada: se ofrecen los fieles con Cristo y así “se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos” (SC 48). Por eso la Iglesia “procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores” (SC 48).


Siendo un concepto tan capital, merece volver una y otra vez sobre él, conocerlo y matizarlo para evitar confusiones, o para que la participación activa reciba su exacto significado sin ser malinterpretado. Debe ser redescubierta, aplicada, enseñada en catequesis, formación y vida litúrgica.
Entendiendo bien –y es lo que vamos a tratar- el sacerdocio bautismal, comprenderemos mejor la propia vocación a la santidad, el culto a Dios y la auténtica participación plena, consciente y activa en la liturgia.





