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6.07.22

Confesar es acusarse de los pecados y es más que una conversación o terapia

diván

La confesión sacramental es sin lugar a dudas una celebración sumamente delicada por su contenido. Es litúrgica y por lo tanto una celebración sacramental delante de Dios, el sacerdote actuando in persona Christi, con saludos y fórmulas rituales.

Por otra parte, es muy personal pues es el penitente quien debe hablar, manifestar su conciencia, realizar la acusación de los pecados de forma clara y directa, sin rodeos ni excusas, sin divagaciones innecesarias ni justificaciones. Es necesario ser claro y concreto, acusándose de todos los pecados mortales cometidos desde la última confesión, en número, género y especie.

Recordemos lo que dice el Catecismo:

“La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la Penitencia: “En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo (cf Ex 20,17; Mt 5,28), pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos"” (CAT 1456).

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20.06.22

Liturgia: Misterio y vida, mucha vida en lo cotidiano

pío xiiMirar la liturgia es descubrir en ella la acción misma de Dios. Se necesita una iniciación a la liturgia y una mirada de fe. Entonces se descubre cómo la Palabra es eficaz, más que una sesión didáctica, y que el tejido de los ritos sacramentales, con sus gestos litúrgicos y fórmulas, son intervenciones de Dios.

La liturgia es más un obrar eficaz de Dios que una manifestación del grupo o de la comunidad, o una acción del “nosotros”, una fiesta secular, un acto reivindicativo. La liturgia es el actuar de Dios, y por ello el protagonista es el Señor y no los participantes o los que intervengan.

Con sus cantos y silencios, ritos y acciones, lecturas y plegarias, gestos y elementos santificadores, incienso y ceniza, agua y aceite, pan y vino, etc., es Dios quien santifica y es el Misterio de Cristo que se hace presente. La liturgia es ante todo opus Dei, ¡obra de Dios!

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8.06.22

«Con los santos apóstoles y mártires»: ¡el cielo, un gran familia santa! (los santos del Canon Romano)

Procesión santos, San Apolinar en Rávena

Dos series de santos se incluyen en el Canon romano; una primera serie en el Communicantes:

“Reunidos en comunión… los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago y Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos”;

la segunda serie, casi concluyendo el Canon:

“admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad”.

¡Hermosas listas, evocación solemne! ¡Qué bella cadencia la comunión de los santos, los nombres de la Compañía celestial!

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17.02.22

Lo que posee la catedral (Tu Catedral - VI)

Pila bautismal, Catedral de Sevilla

La madre y cabeza de todas las iglesias de la diócesis, la catedral, posee tesoros magníficos, que van dando vida a los fieles, a las almas cristianas. Esos tesoros no se pueden cifrar ni calibrar ni ponderar como riquezas materiales, obras artísticas expuestas en las vitrinas del museo catedralicio.

Lo que la catedral posee es vida de Dios, distribuida a raudales. Lo que la catedral posee es capacidad de regeneración de las almas, santificación abundante, guía y luz para la vida, impulso para la misión y evangelización, sentido sobrenatural y fraternidad eclesial. ¡Esto es su principal tesoro, su riqueza invisible y real a un tiempo!

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9.02.22

La iglesia de la cátedra única (Tu Catedral - V)

Cátedra arzobispal de Madrid. S. XX

La iglesia de la cátedra única es la catedral. Es la iglesia donde el obispo ejerce para todos la plenitud de su sacerdocio sacramental.

Es la cátedra única, la Iglesia principal por ser la iglesia de esa cátedra episcopal. ¡Dignidad y honor! Esa cátedra es todo un signo eclesial, de comunión, santificación y magisterio

La iglesia catedral debe su nombre a que en ella, en lugar preeminente, central, normalmente en el ábside, reside la cátedra del obispo, su sede. Baste recordar la cátedra de san Juan de Letrán, hermosísima, o la basílica de san Vital de Rávena con su cátedra y el banco corrido para los presbíteros y otros tantos ejemplos de basílicas y cátedras.

Única, hermosa, algo elevada es la cátedra que sólo el obispo titular puede ocupar, mientras que los demás, canónigos u otros sacerdotes, deberán ocupar otra sede si presiden la Misa catedralicia: la sede es única y es del obispo, cabeza de esa iglesia local.

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