Misa de Primeras Comuniones: sobriedad, liturgia y sentido común (II)

El sentido pastoral, y el sentido común inclusive, pide sobriedad a las familias y sensatez para evitar gastos desmesurados y lujos innecesarios con las primeras comuniones:
“La preparación para la Primera Comunión, a pesar de los inconvenientes que provienen de los excesos en la fiesta familiar y social con este motivo, debe orientarse hacia una verdadera integración de los niños y de sus padres en la vida de la comunidad cristiana, evitando los inconvenientes que, no pocas veces, se organizan en la desmesura que rodea la fiesta familiar y social de las primeras comuniones” (CEE, La iniciación cristiana. Reflexión y orientaciones, n. 58).
¿No hará falta también ser mucho más moderado, más sobrio, con espíritu litúrgico y pastoral, en la celebración litúrgica de las Misas de primera comunión? ¿O no se fomenta más bien el despropósito cuando pastoralmente se ha presentado todo como una gran fiesta infantil, liturgia incluida?
La misma liturgia es, nada más y nada menos, que la celebración de la Santa Misa con mayor solemnidad si cabe, pero siendo la misma Misa en modo y forma que se celebra habitualmente el domingo en la parroquia. No es una Misa distinta, ni tiene ritos particulares, o usos especiales, sino que los niños van a participar e integrarse comulgando en la misma Misa a la que asistirán cada domingo.



Aunque a derecha e izquierda, de arriba y de abajo, se puede uno llevar bofetones cuando cuestiona ciertas cosas que parecen intocables, hay que serenarse y empezar a valorar cómo se están realizando las Misas de las Primeras Comuniones en parroquias y colegios católicos.
La dignidad de la liturgia -¡que es para Dios!- y la belleza de la misma liturgia requieren que todo se prepare con antelación, con tiempo, revisando que todo esté a punto, en su sitio, y que los distintos ministros realicen bien todo y sólo aquello que deben realizar, que era lo que decía el Vaticano II: