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5.11.22

Mejorar el canto de comunión, componer algunos nuevos (y III)

fila de comunión

Conclusiones y perspectivas

1.- Siguiendo lo expuesto, y al hilo de los mismos libros litúrgicos y sus prenotandos, habría de asumir que hay tres tipos de cantos, con funciones distintas y estilo diferente:

  1. un canto procesional de comunión,
  2. un canto eucarístico, centrado en la Presencia del Señor en el Sacramento y
  3. un canto de adoración, durante la exposición prolongada, Hora santa, etc., que podría ser más afectivo, incluso con letra en primera persona del singular, que facilite la contemplación y la advertencia amorosa interior.

Mezclarlos, emplear un canto de adoración durante la comunión, etc., presta un mal servicio a la liturgia, desfigurándola.

2.- La función del canto determina su estilo y su duración: es un canto procesional, es decir, debe cubrir el tiempo de un traslado, de una procesión ordenada, hacia el altar para que los fieles comulguen; si es procesional, es solemne y no intimista ni meditativo, como sería lo normal –en todo caso- en un rato de meditación personal. Pensemos, por ejemplo, la solemnidad procesional de los cantos compuestos por Lucien Deiss[1] que podrían servir de inspiración para componer nuevos cantos procesionales para la comunión.

3.- La forma clásica, que es la que señala la actual IGMR 87, es la más aconsejable: antífona de comunión más el canto del salmo de forma responsorial o antifonal. Cantado así, favorecerá la solemnidad y decoro de esta procesión al altar para recibir la sagrada comunión. O, siguiendo el mismo número de la IGMR, un canto debidamente aprobado por la Conferencia de obispos, que sea procesional, con letra eclesial (no intimista, ni en primera persona del singular), música de calidad.

Por ello, sería conveniente entonar cantos (y componer más) con el salmo 33 (Gustad y ved qué bueno es el Señor), con el salmo 127 (Como renuevos de olivo alrededor de tu mesa), con el salmo 22 (Preparas una mesa ante mí), etc., siendo divulgados ampliamente y empleados como cantos más habituales de comunión[2]. La Tradición de la Iglesia nos ilumina bien para este canto de comunión: retornemos a ello.

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