InfoCatólica / Liturgia, fuente y culmen / Archivos para: Octubre 2022

29.10.22

Los cantos «eucarísticos» son diferentes a los de la comunión (II)

exposición “Cantos eucarísticos”, según los libros litúrgicos, son cantos que tienen como fin la adoración al Señor en el Sacramento, centrados en su Presencia real y sustancial, etc., para la exposición del Santísimo, adoración eucarística y hora santa y procesiones eucarísticas.

Al finalizar la Misa en la Cena del Señor, se entona el Pange lingua “u otro canto eucarístico”[1], y se inicia la procesión hasta el lugar de la reserva, donde se cantará el Tantum ergo “u otro canto eucarístico”[2] al colocar la píxide en el tabernáculo.

Un canto así, “eucarístico”, se puede entonar cuando “congregado el pueblo… el ministro se acerca al altar” para la exponer el Santísimo (RCCE 93) y cuando, antes de la bendición con el Santísimo, de rodillas se inciensa mientras “se canta un himno u otro canto eucarístico” (RCCE 97)[3].

En la adoración al Santísimo, en las Horas santas, etc., hay que dedicar “un tiempo conveniente a la lectura de la palabra de Dios, a los cánticos, a las preces…” (RCCE 89); “durante la exposición, las preces, cantos y lecturas deben organizarse de manera que los fieles atentos a la oración se dediquen a Cristo el Señor… Conviene también que los fieles respondan con cantos a la palabra de Dios” (RCCE 95).

Para que no nos quede duda alguna, basta acudir al capítulo V del RCCE donde se ofrecen “cantos eucarísticos (e himnos)”, tanto en latín como en castellano: Pange lingua (RCCE 177), Sacris solemniis iuncta sint gaudia (RCCE 178), etc., con sus correspondientes versiones castellanas. Señala, además, que “pueden emplearse otros cantos de la Liturgia de las Horas que celebren el misterio pascual de Cristo” (RCCE 191) citando entre ellos Nuestra pascua inmolada, aleluya, Quédate con nosotros, la tarde está cayendo, etc. Y entre las antífonas: Oh sagrado banquete (RCCE 194), Qué bueno es, Señor, tu espíritu (RCCE 195), Salve, Cuerpo verdadero (RCCE 196), entre otras.

Así pues, propiamente “cantos eucarísticos” (distintos entonces del canto procesional de comunión) son aquellos destinados a la exposición del Santísimo y a la bendición eucarística, a la adoración y a las procesiones eucarísticas. No son exclusivos el “Pange lingua” y el “Tantum ergo”[4] a tenor de las rúbricas actuales.

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23.10.22

El canto procesional de comunión: de la historia hasta hoy (I)

canto en la comunión

Aparentemente sería lo mismo un canto de comunión que un canto eucarístico o, al menos, en la práctica, se piensa que es igual y así se cantan cantos eucarísticos en el momento de la procesión de comunión. Sin embargo, grande es la diferencia como fácilmente podemos comprobar acudiendo a la tradición litúrgica, a la IGMR y a las rúbricas de los distintos rituales, entre ellos, obviamente, el Ritual de la comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la Misa (RCCE).

Salmos que se cantaban en la procesión

Fue tradicional en la Iglesia emplear el canto de un salmo, normalmente en forma antifonal o en forma responsorial (respondiendo el pueblo al salmista con un estribillo) para acompañar la procesión de los fieles al altar y recibir la santa Eucaristía, canto que emparentaba en la forma y en la función con el procesional del rito de entrada y el del ofertorio, si bien éste de la comunión es el más antiguo de los tres cantos procesionales.

Con preferencia, se entonaba el salmo 33 por dos de sus versículos interpretados, según la Tradición, como anuncio de la Eucaristía: Gustate et videte quam suavis est Dominus (Gustad y ved qué bueno es el Señor) o también el versículo, según la Vetus Latina, Acercaos a él y seréis iluminados (la Vulgata traducirá Respicite ad eum et illuminamini, Contempladlo y quedaréis radiantes, según la traducción litúrgica): ¡acercaos al altar del Señor!

Es clásico el empleo del salmo 33 para la comunión, tanto en Oriente como en Occidente. Las Constituciones Apostólicas señalan que lo canta un cantor, por tanto, de forma responsorial[1]. En Jerusalén se entona igualmente, como explica S. Cirilo en sus Mistagógicas[2].

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16.10.22

Eucaristía-Ofrenda y revisión de nuestros ofertorios y «ofrendas»

OfertorioSin duda aún no ha calado en la conciencia general y en la práctica litúrgica la corrección que Benedicto XVI formulara sobre la desmesurada y variopinta, hasta folclórica en ocasiones, procesión de ofrendas en la Misa.

Si se siguieran correctamente las rúbricas de la IGMR, sobrarían las “añadiduras superfluas” con que se recargan. Decía Benedicto XVI en la Exhortación Sacramentum caritatis:

“Este gesto, para ser vivido en su auténtico significado, no necesita enfatizarse con añadiduras superfluas” (n. 47).

Y exponía la razón teológica y espiritual del ofertorio de pan y de vino entregados –sin necesidad de más cosas ni ofrendas- y cómo todo estaba en ellos recapitulado, sintetizado, resumido:

“Este gesto, humilde y sencillo tiene un sentido muy grande: en el pan y el vino que llevamos al altar toda la creación es asumida por Cristo Redentor para ser transformada y presentada al Padre. En este sentido, llevamos también al altar todo el sufrimiento y el dolor del mundo, conscientes de que todo es precioso a los ojos de Dios… Permite valorar la colaboración originaria que Dios pide al hombre para realizar en él la obra divina y dar así pleno sentido al trabajo humano, que mediante la celebración eucarística se une al sacrificio redentor de Cristo” (Ibíd.).

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8.10.22

El valor del «Yo confieso ante Dios»: ni cátaros ni puros ni perfectos

Confiteor

Fórmula medieval, recitada por el sacerdote en voz baja como preparación para la Misa y cuyo uso se fue extendiendo también para los fieles; en el Misal romano de 1962, después del sacerdote, al pie del altar, lo rezan los acólitos (y fieles) y de nuevo, otra vez, mientras el sacerdote comulga lo rezan los fieles preparándose para la comunión.

En la Misa ahora es la 1ª fórmula del acto penitencial para que juntos, sacerdote y fieles, se dispongan a celebrar dignamente, santamente, los sagrados misterios. También, en la fórmula B del sacramento de la Penitencia (celebración comunitaria con confesión y absolución individual), se recita estando todos de rodillas o profundamente inclinados (RP 27; CE 628), antes de acercarse a los sacerdotes para la confesión individual.

Tiene algunos aspectos interesantes que se deben considerar.

En primer lugar el “Yo”, “yo confieso”, personal, concretísimo, sin generalizaciones en las que esconderse o difuminar la propia responsabilidad (“todos somos pecadores”, “la Iglesia-institución es pecadora y necesita reformarse”, y excusas semejantes).

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1.10.22

Solo ante Dios se hace genuflexión (Liturgia frente a ídolos -VI)

Genuflexión

5.2. La genuflexión para el Señor

La genuflexión y la postura de rodillas es remedio eficaz, espiritual, interior, pero visible y claro, contra toda idolatría. La Iglesia lo prescribe en distintos momentos de la liturgia.

¿Cuándo?

La genuflexión se realiza al pasar delante del Sagrario o del Santísimo expuesto, rodilla derecha en tierra, adorando.

“Todos los que entren en la iglesia no descuiden adorar al Santísimo Sacramento, sea visitándolo en su capilla, sea por lo menos haciendo genuflexión. Asimismo, hacen genuflexión todos los que pasan delante del Santísimo Sacramento, a no ser que vayan procesionalmente” (CE 71).

El sacerdote hace durante la Misa genuflexión “después de la elevación de la Hostia, después de la elevación del cáliz y antes de la Comunión” (IGMR 274). También se hace genuflexión al llegar al presbiterio para la Misa y al salir si el Sagrario está allí.

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