Caminantes

                    I

   Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
 contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
 tan callando;
   cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
 da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
 fue mejor.

                    V

   Este mundo es el camino
para el otro, qu’es morada
 sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
 sin errar.
   Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
 e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
 descansamos.

¡Espabilad!

La vida pasa rápido y la muerte llegará cuando menos lo esperes.

Desde antiguo, se ha visto la vida como un camino hacia el cielo, hacia Dios, hacia esa “morada sin pesar” de la que nos habla Jorge Manrique en sus Coplas a la Muerte de su Padre.

Pero hay que tener «buen tino para andar esta jornada sin errar». Dice León XIII en la encíclica Libertas praestantissimum:

Como la razón y la voluntad son facultades imperfectas, puede suceder, y sucede muchas veces, que la razón proponga a la voluntad un objeto que, siendo en realidad malo, presenta una engañosa apariencia de bien, y que a él se aplique la voluntad. Pero, así como la posibilidad de errar y el error de hecho es un defecto que arguye un entendimiento imperfecto, así también adherirse a un bien engañoso y fingido, aun siendo indicio de libre albedrío, como la enfermedad es señal de la vida, constituye, sin embargo, un defecto de la libertad.

Erramos y no encontramos el camino del cielo. El corazón soberbio es duro e impío, seco de todo rocío de gracia espiritual porque Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes les da la gracia. A veces, muchísimas veces, nos equivocamos y perseguimos males que nos presentan una engañosa apariencia de bien. Es el pecado… «Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (Mateo 7:14). En cambio, la senda del pecado es ancha y no tiene más meta que la muerte eterna: Si vivís según la carne, moriréis (Rom. 8, 12). A quienes se entregan totalmente a los deleites corporales y a sus propios caprichos hay que recordarles que la vida es breve y debemos gritarles que espabilen para que se arrepientan porque cuanto más pecan, más enloquecen… ¿O no es verdadera locura lo que estamos viviendo hoy en día, cuando niegan las verdades evidentes de la naturaleza y promueven la inmoralidad y la depravación? ¿No es locura creerse dios quien no es más que polvo?

¡Cómo se pasa la vida y cómo se viene la muerte, tan callando! Espabilad. El alma dormida debe despertar y el seso debemos avivarlo. Seamos listos, espabilemos. El pecado nos ofrece libertad pero nos encadena a los vicios. La ley de Dios es, en cambio, un yugo ligero.

Ningún hijo de Adán vive aquí sin trabajo y sin dolor. Vivimos exiliados de nuestra verdadera Patria; desterrados en este valle de lágrimas. Esta vida es una mala noche en una mala posada. «Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanseen Ti» (Las Confesiones, i, 1, 1).

En esta vida caminamos hacia nuestra meta, que es Dios. Todos queremos ser felices. Todos ansiamos el bien que no tenemos y la belleza que nos extasíe. Esa felicidad, ese bien, esa belleza que anhelamos… Todo eso es Dios. Por eso aquí disfrutamos de felicidades imperfectas, breves y pasajeras. Pero nosotros queremos la felicidad, no para un rato, sino para siempre: eso es el cielo; esa es nuestra morada sin pesar en la que queremos descansar eternamente, por la gracia de Dios.

Pero hay muchos que viven la tragedia de no saber de dónde vienen ni a dónde van. Y no lo saben porque viven en las tinieblas del pecado y en la oscuridad no se ve nada, salvo el terror de las tinieblas.

Esa desorientación, esa falta de sentido de la vida, ese no saber ni dónde estoy ni de dónde vengo ni a dónde voy; ese espanto, lo han cantado los poetas de manera extraordinaria. Vean a Bécquer, en la Rima II:

Saeta que voladora  
cruza, arrojada al azar,
y que no se sabe dónde  
temblando se clavará;

hoja que del árbol seca  
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco  
donde al polvo volverá;

gigante ola que el viento  
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y se ignora  
qué playa buscando va;

luz que en cercos temblorosos  
brilla, próxima a expirar,
y que no se sabe de ellos  
cuál el último será;

eso soy yo, que al acaso  
cruzo el mundo sin pensar  
de dónde vengo ni a dónde  
mis pasos me llevarán.

Ese terror de no saber de dónde vengo ni a dónde voy lo expresa como nadie Rubén Darío en su obra maestra Lo fatal:

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!…

No saben a dónde van ni de dónde vienen… Muchos son los que cruzan el mundo al acaso: al azar. En el fondo, queramos o no, todos somos peregrinos que buscamos a Dios, aunque muchos no sepan ni qué buscan ni dónde buscar. Eso le pasa a Gerardo Diego, que llega al Monasterio de Santo Domingo de Silos como un «peregrino al azar», porque su alma está aún «sin dueño», sin Señor.  Y basta con contemplar un ciprés en el claustro del Monasterio para que sienta esa ansia de «diluirse y ascender, vuelto en cristales». Todos tenemos ansias de eternidad, ansias de Dios.

Enhiesto surtidor de sombra y sueño  
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza  
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme  
y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.

Para que el alma tenga Dueño y Señor, tiene que salir de la oscuridad del pecado. Por eso es tan importante que los que escribimos llamemos a la conversión machaconamente. En la oscuridad del pecado mortal, no hay gracia de Dios. No se ve nada. No entiendes nada. Dice Santo Tomás que «no hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan obscura y negra» que un alma en pecado mortal.

Y el único que puede romper la oscuridad y abrirte los ojos es Cristo: Él es la Luz del mundo. Pero tenemos que dar el paso para ir a buscar al Amado. En la noche oscura hay que salir de casa por la secreta escala, sin otra luz y guía sino la que arde en el corazón. Porque Cristo es esa zarza ardiente que no se consume nunca.

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡Oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando a mi casa sosegada.

 A escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche, que me guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada con el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo me guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Hay mucha gente que vive en pecado mortal: ¿Cómo van a ver otra cosa, sino oscuridad?

Confesión, penitencia… Salid de la oscuridad del pecado. El bautismo y la confesión son las medicinas purgativas que preparan al alma para encontrarse son su Amado, con su Señor. Para salir de la oscuridad del pecado no hay otra medicina.

«El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado» (Mc. 16)

«A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedarán retenidos» (Jn. 20, 23).

Una vez libre de pecado y en gracia de Dios, el alma se transforma con el Amado y se une a Él en el momento cumbre de la unión mística: la sagrada comunión. Ese es el anticipo del cielo: pregustamos la gloria de Dios que esperamos disfrutar en el más allá. La comunión es el alimento que nos da fuerzas para el camino. La Hostia Santa es el Pan de Vida, es el Pan de Dios que baja del cielo. «Yo soy el pan de vida; el que viene a mí, no tendrá más ya hambre, y el que cree en mí, jamás tendrá sed».

El Catecismo del P. Astete nos deja claro dónde buscar a Cristo:

Y Cristo en cuanto hombre, ¿dónde está?

R: Solamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Unidos a Cristo, podremos vivir en caridad, amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por Dios. No hay caridad sin vivir en gracia de Dios. No hay felicidad sin Cristo. No hay luz sin Cristo. No hay esperanza sin Cristo.

Nuestro alimento para el camino hacia el Cielo es el propio Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Él se da a sí mismo para que no desfallezcamos. Porque el camino es duro y cansado. Pero en ese camino, también podemos encontrar un refugio seguro donde reposar. Así lo cuenta Berceo:

Yo, maestro Gonzalo de Berceo llamado,
yendo en romería, me dentro de un prado,
verde y muy sencillo, de flores bien poblado,
lugar muy agradable para un hombre cansado.
[…]

Todos cuantos vivimos y sobre pies andamos
-aunque acaso en prisión o en un lecho yazgamos-
todos somos romeros que en un camino andamos:
esto dice San Pedro, por él os lo probamos.

Mientras aquí vivimos, en ajeno moramos;
la morada durable arriba la esperamos,
y nuestra romería solamente acabamos
cuando hacia el paraíso nuestras almas enviamos.

En esta romería tenemos un buen prado
en que encuentra refugio el romero cansado:
es la Virgen Gloriosa, madre del buen criado
del cual otro ninguno igual no fue encontrado.

Este prado fue siempre verde en honestidad,
porque nunca hubo mácula en su virginidad;
post partum et in partu fue Virgen de verdad,
ilesa e incorrupta toda su integridad.

Todos somos romero, peregrinos hacia el fin para el que hemos sido creados. Aquí vivimos en ajeno: no somos de aquí, sino que aspiramos a ser santos y llegar algún día a la patria celestial. Nuestra romería solo acaba cuando morimos.

¿Y quién es el refugio del romero cansado? ¿Quién es nuestro refugio? La Santísima Virgen María, la Inmaculada Concepción. Ella es nuestro locus amoenus, nuestra delicia. Bajo su amparo podemos descansar y retomar fuerzas para el camino. Ella nos lleva a su Hijo. Ella es la Puerta del Cielo, el Refugio de los Pecadores, el Consuelo de los afligidos y el Auxilio de los cristianos.

A la intercesión de la Reina del Cielo nos encomendamos en estos tiempos de tribulación que Dios ha dispuesto para nuestra santificación.

10 comentarios

  
Maran Atha
¡Santo Cielo! Y yo que me preciaba de tener magníficos Profesores de Literatura. . . Tus alumnos no van a tener el tiempo suficiente en sus vidas para darle gracias a Dios por haberles enseñado como egregio Maestro. Y aprovechando al máximo esas enseñanzas, además de Cultura con Mayúscula, habrán asimilado un nada corriente acercamiento a la Vida y a su Creador . Manrique, Berceo, S.Juan de la Cruz, Rubén Darío, Gerardo Diego, Bécquer. . . Si pudiera pedirse un deseo loco, yo lo haría :
¡¡Quiero ser tu alumna !! Debe de ser glorioso escucharte desde un pupitre y difícil disimular la emoción. Dios te conserve ese Don. Y sigue enseñándonos desde las redes, por favor, por favor. . .
________________________________
Pedro L. Llera
Muchísimas gracias. He tenido buenos alumnos: la verdad. Y algunos han aprendido algo y han disfrutado con mis clases. Si es que se puede utilizar el verbo "disfrutar" cuando hablamos de aprendizaje, que siempre supone esfuerzo.
26/08/22 11:56 PM
  
carlos
"Nacemos por casualidad, vivimos por inercia y morimos por accidente. El hombre es una pasión inutil." Jean Paul Sartre
_______________________________________
Pedro L. Llera
Perfecto. Pues ahóguese en su náusea.
27/08/22 3:18 PM
  
Alejandro
Muy estimado Don Pedro, (mi madre fue maestra de verdad , como usted)que Dios le pague su caridad al escribir sobre La Verdad , El Camino , y La Vida (que sabemos es El Verbo Encarnado) . Lo escrito contribuye ( con el favor de Dios) a aumentar nuestra Esperanza , y fortalecer nuestra Fe . La cultura y la belleza del lenguaje y poesía es un exquisito premio añadido. Rezamos en casa por usted y todos los de Infocatólica ( y sus familias). Pídole por Caridad rece usted por la mía. Sí , pidamos a Dios Nuestro Señor con la intercesión de María Santísima el don de la perseverancia final.
__________________________________
Pedro L. Llera
Muchísimas gracias a usted por su amabilidad y generosidad. Cuente con mi oración por su familia. Y pidamos a Dios la fortaleza que necesitamos para afrontar estos tiempos tenebrosos, en los que parece que la oscuridad del pecado lo quisiera cubrir todo. Si con mis artículos puedo aportar un poco de luz, ya le doy gracias a Dios. Porque todo lo bueno viene de su gracia. Y lo malo, de mis propios pecados.
27/08/22 8:34 PM
  
Franco
Me hizo acordar a las "Décimas para despertar al pecador" de San Antonio María Claret. Cito la primera décima, ya que son varias:

Piensa bien que has de morir,
Piensa que hay gloria e infierno,
Bien y mal, y todo eterno,
Y que a juicio has de venir:
Ponte luego a discurrir
Tu vida y modo de obrar,
Y que ahora sin pensar,
Si te diese un accidente,
Y murieses de repente...
¿Dónde irías a parar?
27/08/22 11:07 PM
  
Argia
Nacemos, porque alguién nos ha diseñado y nos ha dado la vida, vivimos detras de la felicidad que encontramos en Dios, y morimos porque hemos de encontrarnos con el amado, unos con Dios, otros con ....
28/08/22 12:31 PM
  
Pub
Franco. A mí, y supongo que a otros, nos gustaría conocer otras "décimas para despertar al pecador" del Padre Claret. Si tienes a mano alguna otra, ¿podrías publicarlas en este mismo blog? Gracias de antemano.
28/08/22 9:25 PM
  
Josep
hacia el Cielo.
28/08/22 9:47 PM
  
Franco
Pub

Dejo el enlace al pdf (las décimas empiezan en la página 25):

www.apostoladomariano.com/pdf/111.pdf

Aparte de esa obra, esa web contiene muchísimos otros libros muy útiles.
28/08/22 10:08 PM
  
Juan
EL ALMA EN EL MAR TURBULENTO DEL MUNDO”
-CON DEUDA GRANDE A DON LOPE DE VEGA Y CARPIO-
Et ecce motus magnus factus est in mari, ita ut navicula operiretur fluctibus; ipse vero dormiebat. Et accesserunt et suscitaverunt eum dicentes: „Domine, salva nos, perimus!“ Et dicit eis: „Quid timidi estis, modicae fidei?“. Tunc surgens increpavit ventis et mari, et facta est tranquillitas magna.. San Mateo 8, 23-27

¡Oh pobre barquilla mía!
sola y en la mar airada,
ya vienen la altas olas
murmurantes de amenazas,
y tú con sólo el escote
de una vela ya rasgada,
¿ cómo podrás defenderte
de tan codiciosas garras?.

No has cuidado que el gobierno
de alguna mano avezada,
fuera señor de las ondas
y de los vientos muralla;
sino que muy presurosa
por las mil sendas saladas
saliste a probar fortuna
estando poco adiestrada.

Hoy no sirven los reproches
ni excusas desatinadas ,
ni puedes volver los pasos
a la costas añoradas
con solo tender tus velas
y enfilar hacia las playas.
Pues la mar es ruda y vieja,
y son profundas sus aguas.

En sus muy oscuros fondos
amarradas a sus algas,
se han sepultado ilusiones
de embarcaciones más altas.
Y tú con cuatro maderas
y unas muy delgadas jarcias,
¿quieres de pronto vencerla
y en su furor doblegarla ?.

Hoy excede tu dominio
trocar fortunas o darlas,
o soñar con caracolas
que se posan en las playas,
porque ya el muy fiero celo
del mar se encrespa, y alcanza
el escabel de los cielos,
y ante tu audacia se planta.

En vano tú buscarías,
de otras naves atoradas,
alivios de tus fatigas,
o guías de tus pisadas.
¡Ay, que las mismas querrían,
ser a su vez encontradas,
y descargar sus fatigas
y enderezar sus pisadas.!

La mar es feroz tormenta,
de negras e infaustas alas,
y está sembrada de vientos
que zozobras desparraman,
y allí voces de sirenas,
a muy negras simas llaman,
que cercan temibles riscos,
donde las naves se clavan .

¡Oh barca mía, Oh barquilla!,
sola y en la mar airada,
¿cual sería tu fortuna,
si la temida desgracia,
te arrebatara en sus ondas
de agreste masa salada,
y por siempre tus mejillas
de agua salobre bañara ? .

No te aconsejo que fíes
en manos de necio nauta
que no ha cuidado sus naves,
el rumbo de tus andadas;
pues quien no cela su hacienda
poco cuida de la extraña ,
de tales guías el fondo
barcos y veleros guarda.

Barquilla mía, barquilla,
en la furia desatada,
sólo te queda por suerte
poner en Dios tu esperanza,
y que se arrime a tu esquife,
Quien las terribles borrascas
tiene a su imperio sujetas,
y a que lo llames aguarda.

Así cuando al fin El llegue
y haga aposento en tu barca,
no lo importunes con quejas
que tu corazón levanta.
Deja que plácido duerma
mientras las tormentas braman,
pues El estando presente
no te sumirán las aguas.
30/08/22 4:15 PM
  
Rosario
Don Pedro, hago mías las palabras de Maran Atha y Alejandro. ¡Qué maravilloso post! Muchas gracias.
Y gracias también a quienes nos han traído aquí tan acertados y consoladores versos. Se necesitan en esta terrible época que vivimos.
_____________________________
Pedro L. Llera
Muchísimas gracias, Rosario.
31/08/22 12:45 PM

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