Por la restauración de la civilización cristiana (o contra el liberalismo)

Por pura casualidad, encontré un video en Facebook, patrocinado por el BBVA y por el diario El País (entidades de las que no soy muy fan, dicho sea de paso), en el que salía hablando el filósofo José Carlos Ruiz. Y me llamó la atención una parte en la que don José Carlos señalaba la diferencia entre la vida de las personas de “antes” y las de “ahora”. Dice el filósofo (subrayados míos):

“Yo creo que la felicidad anteriormente, la de mi generación, la de mis padres, tenía mucho que ver con una búsqueda y la búsqueda significaba encontrar o no encontrar pero no era prioritario en ninguna de las vidas; es decir, para nuestros padres, incluso para mí, lo prioritario era construirte la vida. Había de vez en cuando un encuentro con la felicidad pero no era el objetivo. El objetivo era la construcción vital. Sin embargo, la felicidad contemporánea me parece que está más orientada hacia la conquista. Como se diría hoy en día en un mapa: “está geolocalizada”. O sea, te dicen que lo importante en esta vida es llevarte una mochila de experiencias encima y que eso te va a dar la felicidad. Entonces, estamos obsesionados con ir acumulando experiencias una tras otra. Entonces, de repente, la gente tiene en su cabeza una especie de check list, donde necesita, pues, consumir la última novedad que ha salido al mercado, visitar el último país que se ha puesto de moda, ir al último restaurante a comer la última comida foodie, practicar el último tipo de deporte, etc., etc. Las consecuencias para mí son catastróficas. ¿En qué sentido? En el que entras en una dinámica en la que el consumo de experiencias se convierte en el eje que va a orientar tu vida. Y al final, cuando no estás en ese proceso de consumo, estás solo o estás tranquilo en tu propia vida, se te genera una angustia. Es decir, somos incapaces de tomar distancia de la realidad inmediata que tenemos y somos incapaces de tener el aprecio del tiempo en un tempo un poquito más tranquilo.”

Don José Carlos no habla de Dios para nada. No sé si es cristiano, agnóstico o ateo. Pero percibe la diferencia evidente que hay entre la sociedad tradicional (cristiana y católica) y la sociedad postmoderna hedonista.

En la sociedad tradicional católica que yo conocí (tengo 56 años), la felicidad tenía que ver, como muy bien señala el filósofo en el video, con “construirte” una vida. Efectivamente, las familias luchaban por sobrevivir (después de la Guerra Civil lo prioritario era simplemente comer cada día), por mejorar las condiciones de vida. Los jóvenes aspiraban a estudiar, si se podía; a encontrar un trabajo lo mejor pagado y lo más digno posible para poder casarse, para iniciar cada uno su propia vida, tener su propia casa; tener hijos, criarlos, educarlos, verlos crecer y formar sus propias familias; tener nietos y, llegados a una feliz ancianidad, entregar el alma a Quien te la dio y morir en gracia de Dios, rodeado de tu familia y de tus seres queridos para dejar en paz esta vida y comparecer ante el Señor con la esperanza puesta en su misericordia de gozar del banquete celestial con los ángeles y los santos. El ideal de la muerte de un cristiano lo expresa maravillosamente Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su padre:

Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
(el cual la ponga en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.

En la sociedad católica tradicional, la vida seguía el ritmo de las estaciones y de las distintas celebraciones del año litúrgico. La vida era caer y volver a levantarse. Pecar y confesarse y seguir adelante. Y las edades de la vida de los hombres y de las mujeres seguían el ritmo de los sacramentos: primero, el bautismo de los recién nacidos para que, si morían, lo hicieran en gracia y como católicos, y fueran al cielo; luego, la primera confesión y la primera comunión, la confirmación, el matrimonio y los últimos sacramentos: la extremaunción, la confesión y la comunión (el viático) para ir al cielo en gracia de Dios. Y la felicidad consistía en “construir” tu vida, en santificarse trabajando y sacrificándose por la familia, por los hijos, que eran la verdadera felicidad de sus padres. Ver crecer a tus hijos, verlos formar su propia familia, ver a tus nietos crecer… Gastar y desgastar la propia vida poco a poco, día a día, por amor, primero a tu familia, luego a tus vecinos y por fin a tu patria y a todos los hijos de Dios. ¿Hay mayor felicidad? La vida era sencilla. No hacían falta tantas cosas para ser feliz: una mesa de amable paz bien abastada me baste… Así lo expresaba Fray Luis de León:

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

La felicidad total no se consigue en este mundo. Aquí podemos tener momentos puntuales y fugaces de felicidad: la boda, el nacimiento de los hijos, sus éxitos (más que los propios)… Pero también hay momentos de amargura, de sufrimiento, de enfermedad… Hay reveses de la vida de todo tipo que te causan preocupaciones, desasosiegos, angustia, dolor. Hay injusticias, traiciones, niños que enferman o que mueren, explotadores y tiranos y explotados que sufren la opresión…

Pero la familia siempre estaba ahí: en lo bueno y en lo malo. Y no era infrecuente que tres generaciones convivieran en la misma casa, ayudándose mutuamente a salir adelante y compartiendo los gozos y las sombras de la vida. Y así, las tradiciones y la fe iban pasando de generación en generación y mientras una generación moría, otra nacía y la vida seguía su curso.

La sociedad tradicional distaba mucho de ser perfecta. No se trata de idealizar falsamente un pasado imaginario. Los siete pecado capitales andaban por sus calles y habitaban en sus casas desde el mismo día en el que nuestros primeros padres cometieron el pecado original. Pero la sociedad tradicional católica creía en el arrepentimiento y en la conversión y no se daba a nadie por perdido. Hasta el mismo momento de la muerte teníamos la oportunidad de confesarnos con el cura de nuestra parroquia y recobrar el estado de gracia. Mientras hay vida, hay esperanza. Todos somos pecadores y todos estamos llamados a ser santos porque Dios nos quiere a todos y quiere que todos sus hijos se salven. Por eso la vida se entendía como un camino de santificación, una peregrinación, un camino hacia Dios: un cargar cada día cada uno con su cruz para ir tras el Maestro. Porque sabemos que quien vive unido a Él, no morirá para siempre y el Señor nos salvará de tanto sufrimiento, tanto dolor y tanto pecado. Y después de tantos sacrificios y sufrimientos, Dios nos concederá participar del banquete celestial.

Pero llegó el liberalismo como la peste y nos dijo que la familia era una institución opresora. Que eso del amor era un cuento, un mito, algo imposible. Que lo importante era el individuo: no la familia. Que eso de sacrificarse por los demás era cosa de tontos. Que lo mejor era ser feliz uno solo. Que los viejos sobran y que son un estorbo que mejor se dejan aparcados en un asilo o se les ayuda a morir con la eutanasia para que no sufran ni den que hacer ni sean una carga ni un gasto para la familia y para la sociedad.

Y nos dijeron que los hijos eran otro estorbo para la felicidad individual porque atan mucho. Y la gente dejó de tener hijos. Porque yo tengo derecho a ser feliz y a disfrutar porque la vida es corta y lo que cuenta es acumular experiencias, mantener relaciones sexuales con cuantas más mejor, viajar y conocer lugares exóticos, ir a buenos restaurantes, comprar el último artilugio electrónico que acaban de inventar. Y el matrimonio se cuestionó como una institución opresora de la mujer porque no entendían el significado verdadero del amor y no les puede entrar en la cabeza que donde hay amor no hay lugar para hablar de explotación ni de opresión. Porque el liberal no sabe de sacrificios, sino de derechos individuales. El hombre moderno es autónomo, libre; y no acepta restringir su autonomía ni su libertad para sujetarse a una familia. Nada de sacrificios ni de renuncias: disfrutar. Eso es el hedonismo hodierno. No hay un nosotros: hay un yo. No hay una familia: hay un ser humano solo que busca frenéticamente una felicidad que no existe. Ya Dios no cuenta para nada: cuentan las experiencias. Y cuando te mueras, es lo que te vas a llevar contigo: un montón de experiencias.

Incluso la Iglesia se ha convencido de lo importantes que son las experiencias. Dice el obispo que Maguncia:

«La persona debe tener experiencias de fe, experimentar lo hermoso que puede ser creer en Dios, lo bueno que es pertenecer a una comunidad de fe. Entonces se interesará por la fe, entonces seguirá siendo un cristiano».

Hay que llegar a la fe a través de experiencias. Se ha invertido el orden natural: antes, lo primero era la fe y luego, las experiencias místicas, si Dios te las daba por pura gracia, que no era lo normal. Ahora, en cambio, para tener fe, hay que tener antes experiencias místicas o pseudomísticas. San Ignacio decía que para empezar a hacer los Ejercicios Espirituales hacía falta “subjecto”; es decir, una persona con cierta madurez y con fe. No se iba de ejercicios a tener una experiencia para encontrar la fe: la fe se daba por supuesta. Ahora dicen que primero hay que experimentar y sentir. La fe no es un don de Dios que se recibe con el bautismo y se vive en la familia y en la parroquia, sino algo que se alcanza, que se conquista; algo que uno mismo consigue asistiendo a retiros de distintos tipos para sentir mucho, llorar mucho… Y así hay verdaderos yonquis de las experiencias – religiosas y profanas. Y hay creyentes que viven en una montaña rusa de subidones y bajones en su vida de fe y que cuando no sienten nada, abandonan la Iglesia porque se aburren. Porque no entienden que la verdadera fe, la verdadera experiencia mística se vive en los sacramentos: en la confesión y en la misa; especialmente, en la comunión sacramental en la que tu alma, si está en gracia, se une verdaderamente a Cristo (lo sientas o no). Porque el amor de verdad no necesita sentir nada. El amor de verdad tiene más que ver con el sacrificio, con el compromiso, con estar ahí. Y sientas o no, Cristo está ahí escondido en las especies del pan y del vino, actualizando su sacrificio en la cruz por ti para entregarse en el Pan de Vida que es Él mismo.

Algunos dejan a sus esposas porque ya no sienten nada con ellas. Otros dejan la Iglesia por la misma razón: porque se aburren y no sienten nada.

En la sociedad tradicional católica, lo importante era el bien común: el de la familia, el de la parroquia, el de la patria. Lo importante era el amor al prójimo: el sacrificio, la entrega, la generosidad. Tú eras feliz haciendo felices a los demás. Y la felicidad mayor era la santidad: cumplir los mandamientos, vivir con honor y morir en gracia de Dios.

En la sociedad liberal, lo importante es el bien individual: disfrutar, pasarlo bien, acumular experiencias, ser feliz tú: hacer lo que te dé la gana. Las relaciones son de usar y tirar: se consume sexo, se consumen relaciones… Y los hijos sobran. Y los ancianos estorban. Y la familia te quita libertad. Y el amor no existe. Y el hombre moderno acaba solo y vacío. Y el suicidio se ha convertido en una epidemia silenciosa, escondida entre las estadísticas oficiales. Y la gran enfermedad de la modernidad es la soledad, la desesperanza: la nada. El hedonismo conduce al nihilismo. Y en esas estamos.

La civilización católica era Cristocéntrica (no teocrática) y el hombre se reconocía frágil y se daba cuenta de que su vida estaba siempre en las manos de su Creador.

La sociedad liberal, en cambio, es antropocéntrica, anticrística: odia a Dios y se enorgullece de desobedecerle.

O recuperamos la cultura tradicional católica o toca adorar a la Bestia del Apocalipsis. El mundo moderno es una bestia cruel e inhumana que exige sacrificios humanos: cientos de miles de niños abortados, eutanasia; sexo sin amor, como si fuéramos animales; elogio del pecado, desprecio de la virtud… Todos adoran al Pensamiento Único que blasfema orgulloso contra Dios.

Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, que oiga. Apocalipsis 13, 6-9.

Y blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores y por sus plagas y no se arrepintieron de sus obras. Apocalipsis 16, 11.

Conversión y penitencia. No ofendamos más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido.

No adoréis a la Bestia.

¡Viva Cristo Rey!

16 comentarios

  
Ricardo de Argentina
Cada vez me convenzo más que el liberalismo de izquierda o de derecha, hijo que es del Iluminismo y de la Francesada, es el que está preparando la llegada del Anticristo.
Con el apoyo, a veces explícito, de muchos grandes bonetes de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
13/08/20 12:51 AM
  
Jorge Alberto
Incluso hay clérigos que hablan tranquilamente de lo "buena persona", incluso creyente en Dios, que puede ser un liberal proabortista.
13/08/20 3:47 AM
  
Padre Federico
¡Muera el laicismo y la laicidad!

¡Restauremos el Imperio Catolico!
13/08/20 7:22 AM
  
hornero (Argentina)
"La civilización católica era Cristocéntrica", esa es la verdad. Se alejó de Dios por una secuencia de actos que encubrían la apostasía; desde el racionalismo hasta el nihilismo, desde el antropocentrismo al suicidio. El camino seguido por el mundo, o Babilonia moderna, es el del precipicio. O se camina hacia el Reino de Dios que Cristo trajo a la tierra, o se despeña y desaparece como sucede hoy con el primero, segundo o cuarto mundos. Y gracias a Dios que se hundan y desaparezcan, porque "no quedará ni recuerdo del pasado, ni se lo traerá a la memoria" (Apoc.) porque el Reino de Cristo que viene, que María está preparando mediante sus Apariciones de los dos siglos anteriores, particularmente la de Fátima, y sus actuales de este siglo XXI, es un Mundo Nuevo totalmente transfigurado, REINO DE LA GLORIA DE CRISTO que supera inconmensurablemente todo cuanto la humanidad del "hombre viejo del pecado" ( ) pudo crear a través de los milenios que vienen desde Adán hasta el presente. La “restauración de la civilización cristiana” comporta la “restauración de la armonía primitiva” (Pío XII, Mens. de Navidad 1957), algo que sobrepasa nuestras previsiones, pero que es racional y lógico. La Virgen, desde su Aurora, irradia manantiales de Luz sobre la Iglesia, la humanidad,y el universo; es la Luz de la Gloria de Cristo que se MANIFIESTA (Col 3, 4) de modo creciente, que se aproxima al horizonte de la Historia. El tiempo Histórico de los milenios que nos preceden, en el que aún vivimos, va poco a poco cediendo paso al “nuevo tiempo” traído por María. Es fundamental que los cristianos seamos CONSCIENTES de la realidad escatológica del momento que vivimos,a fin de orientar conforme a él nuestros esfuerzos por la restauración de la cristiandad en un orden sobreelevado por Cristo, a fin de que “la Creación participe en la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8). El triunfo del Corazón Inmaculado de María en el mundo, demuele definitivamente el poder del demonio, y abre las puertas al Reino de Dios entre nosotros.


13/08/20 8:21 AM
  
JSP
1. La Fe no se impone desde el Estado ni se compra a base de talonario: la Fe entra por el oído, por evangelizar.
2. La Cristiandad ha ido desapareciendo porque la cultura católica ha ido enmudeciendo.
3. El Cristianismo no es una filosofía de vida ni un colectivismo con principios nobles y solidarios.
4. El Cristianismo parte de la Verdad, de Cristo, de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad encarnada. Hoy pocos defienden esta verdad como verdad de Dios en todos los terrenos. Pocos son mártires de la verdadera Fe.
5. La felicidad del cristiano reside en conocer el Amor primero, dejarse amar por Dios y gozar de Él en una relación personal y comunitaria en Su Iglesia y en el mundo.
6. Por Voluntad de Dios es tiempo de prueba de Su pueblo antes de Su Segunda venida.
7. Como decimos en España: "es muy sencillo ser torero desde la comodidad del asiento." Pues eso, que para ser católico hay que ser torero en el ruedo en el Imperio romano, ante el Islam, ante la Revolución inglesa, francesa y/o rusa, ... ante el tiempo de Apostasía y librar la Buena Batalla ante el Enemigo para conservar la Fe.
13/08/20 9:38 AM
  
Palas Atenea
Ciertamente ni la búsqueda de la felicidad ni la búsqueda del sentido, por citar una obra de Viktor Frankl, son cristianas. Como dice Hornero, para un Cristocéntrico-ya pocos cristianos son capaces de distinguir un Pantócrator, pero acabo de descubrir uno en una Virgen que lleva al Niño con la bola del mundo y los dos dedos levantados-tanto la felicidad como el sentido de la vida están en Él. Todo lo demás es la construcción de tu vida con los ojos puestos en Jesucristo, cayendo y levantándote, yéndote por la senda torcida y volviendo al camino recto, dándote golpes de pecho y sabiendo cuándo has obrado según sus preceptos...
Este tipo de vida no lleva a la felicidad, porque ésta nadie sabe en qué consiste, pero da una serenidad que, afortunadamente, en mi familia-todos ellos ya difuntos-era palpable. ¡Que Dios les tenga en su Gloria porque en ningún otro lugar he vuelto a vivir la paz que viví en aquel hogar!
13/08/20 11:42 AM
  
Luis Piqué Muñoz
Conocí los 50, nací en 1956 ¡y los recuerdo sobretodo con los maravillosos Clásicos de Hollyvood ¡por entonces la ¡Ay! Fábrica de Sueños! Es la Epoca de mis dulces y Santos Padres, el Jove y la Mestra, se casaron en el 52 y con todos sus múltiples defectos y Pecados es una de las Epocas más Gloriosas de la Historia ¡junto a la Gloria de la Antigua Roma! La Tradición, el Pasado son Hoy despreciados y maldecidos por el Necio y soberbio Hombre moderno que se Cree en el mejor de los Mundos ¡Ay! El Liberalismo es Pecado ¡satánico! ¡Ay! diviniza a la Diosa Libertad ¡una Diosa Feminista! ¡Ay! y convierte al Hombre en diosecillo que puede hacer lo que le viene en Gana en adoración a su Diosa satánica ¡la absoluta autonomía de la Conciencia kantiana ¡el luciferino y Herético Personalismo! que decide el Bien y el Mal, en vez de la recta Conciencia que voluntariamente sigue el Camino del Bien! Y la principal Víctima es el Pudor, Pureza y Belleza Espiritual de la Princesita de los 50 ¡hoy ¡Ay! mujer moderna fornicaria y abortista! (!?) ¡Muera el liberalismo! ¡Muera la Modernidad! ¡Viva la Tradición! ¡Viva los 50! ¡Viva la Princesita! ¡Viva la Virgen! ¡Viva Dios! ¡Viva Dios! ¡Viva Dios!
13/08/20 1:31 PM
  
Vicente
Cristo en todas las almas.
13/08/20 2:25 PM
  
hornero (Argentina)
Cuando leo la noticia sobre Soros, me parece estar en un mundo irreal, que para la mayoría de los hombres es el mundo real. Observar un hombre que pretende oponerse a un acontecimiento, no digo cósmico, sino sustancialmente mayor que el cosmos, el Reino de Cristo que crece como el árbol de mostaza, como la levadura en la masa. Ignoro si este pobre hermano nuestro es un secuaz del anticristo, y tenga como tal su importancia en las huestes de lucifer, y disponga del poder necesario para obrar mayor iniquidad de la que padece el mundo actual; pero, aún si así fuera, lo miro como a una sombra con apariencia de entidad. Porque ante el Reino de Cristo que crece, que viene a instaurar una nueva edad que lo llevará a su plenitud, los planes y proyectos del demonio son tragados por el infierno como esas hojas que representaban a los pecadores y que veían caer los Pastorcitos de Fátima. Si Soros se atreve a levantar su voz de ruindad en nombre del poder económico, de la masonería, del NOM, o del mismo Lucifer, no merece más que el desprecio por parte de los cristianos, y debe ser acallada con cánticos atronadores que celebran los días de gloria que vivimos, en los que somos contemporáneos de la caída de la moderna Babilonia, como lo reconoce el mismo Soros, y del advenimiento de Mundo Nuevo traído por María de parte de Cristo.

13/08/20 2:31 PM
  
Strauch
Gracias, don Pedro, muy buen artículo. Dios se lo premie.
13/08/20 5:57 PM
  
Hispanicus
Magnífico artículo, Don Pedro. Directo al intelecto y al corazón. ¡Cuántos soldados de Cristo hacen falta para seguir siendo una Iglesia Militante, amén de Peregrina, en este itinerario vital!.

En Cristo y María!
13/08/20 11:48 PM
  
Luis Fernando
Es mucho más difícil, por no decir imposible, convertir una sociedad apóstata de nuevo en cristiana que convertirla desde el mero paganismo.
Tanto más cuando gran parte de la Iglesia ha contribuido y sigue contribuyendo a ese avance de la apostasía.
Digo gran parte. No toda. Rogad que el Señor os conceda ser parte del remanente fiel. Si algo se puede llegar a restaurar, será partiendo del mismo.
14/08/20 12:54 AM
  
Oscar de Caracas
¡Dios mio me he visto retratado en su blog tal cual así!...todavía necesito hacer muchas oraciones para amar a Cristo totalmente.
Dios me de fuerzas.
14/08/20 9:44 AM
  
Juan Fernando Calasanz
Si Cristo hubiera querido llevar a los fieles hacia Él por medio de las experiencias sensibles, no habría escondido Su Presencia Real de los sentidos; ya que no hay cosa más grande en este mundo que la Eucaristía y, como dice el Aquinate en el Pange Lingua: "Et, si sensus déficit, ad firmandum cor sincerum, sola fides súfficit."
14/08/20 6:57 PM
  
Anacoreta
"Cristo en todas las almas". Y en el mundo la paz. Venga a nosotros tu Reino. No tardes Señor, que ante tanta maldad, blasfemia y apostasía, desfallecemos de dolor porque nos hieren en lo que más amamos, Tú, Señor, y en el desprecio a tu Ley. Venga a nosotros el reino de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
15/08/20 1:46 PM
  
Oscar Alejandro Campillay Paz
Impecable análisis Don Luis.
Sin embargo siento dolor por desear esta restauración, y sospechar fuertemente, que esta ya no será posible.
Vislumbro que ya no hay tiempo para el triunfo de una civilización cristiana de orden temporal. La cruz que se aproxima le otorgará a la Iglesia el verdadero y definitivo triunfo; que será también, el del Corazón Inmaculado de la Madre.
Dios le bendiga mucho!
16/08/20 11:06 AM

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