"Solo cambiando la educación, se puede cambiar el mundo"

“Sólo cambando la educación, se puede cambiar el mundo". Lo ha dicho el Papa durante una audiencia a los miembros de la Fundación Gravissimun Educationis, según recoge Religión Digital.

Una anécdota y un poco de Doctrina

En este final de curso, les ponía la película de Las Crónicas de Narnia, el León, la Bruja y el Armario a mis alumnos de 3º de Secundaria. Hay una escena en la que la Bruja va al campamento de Aslan para reclamar la sangre de Edmund.

Edmund es un niño bastante repelente. Ha traicionado a sus hermanos, se ha dejado engañar por la Bruja que le ha prometido que podrá cumplir todos sus caprichos, que podrá hacer siempre lo que le apetezca, que será como Dios y podrá convertir a sus hermanos en siervos. Es un niño envidioso, mentiroso… Y además ha traicionado a Aslan… Una joya. El problema es que en la alegoría de C. S. Lewis, Edmund somos todos y cada uno de nosotros. Edmund es el pecador, que traiciona a Dios y a sus hermanos. Se deja engañar y cae en las tentaciones del Demonio pensando que Satanás le va a hacer feliz. Peca. Y cuando peca, el tentador se convierte en acusador y reclama tu sangre a Dios. “Ha pecado y su sangre me pertenece”. Ha incumplido los Mandamientos (la magia insondable) y quien peca es reo de muerte y su sangre le pertenece al Demonio. Pensamos que la Serpiente nos va a hacer como dioses y nos va a hacer felices, si le hacemos caso e incumplimos los mandamientos. Y lo que conseguimos es convertirnos en esclavos del pecado y reos de muerte.

Aslan y la Bruja se entrevistan en secreto y cuando termina su misterioso diálogo, la Bruja renuncia a la sangre de Edmund. Han alcanzado un pacto que libera a Edmund de la condena a muerte. Esa noche, Aslan va solo a la “mesa de piedra” y se deja humillar y sacrificar por la Bruja. El pacto está claro: Aslan se deja sacrificar, entrega su vida libremente, para salvar a Edmund. Aslan ofrece su propia vida, su cuerpo y su sangre, para salvar al pecador: “y todo por amor”. Sobre el altar, Cristo sigue sacrificándose y ofreciendo su cuerpo y su sangre para salvarnos del pecado y ofrecernos la vida eterna. Y todo por amor. Ese es el secreto de la Santa Misa que solo los “narnianos” podemos ver con los ojos de la fe.

Sólo les diré que ese día, a la hora del recreo, muchos de esos alumnos de 3º de Secundaria estaban rezando en la capilla del Colegio delante del Sagrario. ¿Para eso está una escuela católica, no? Para transmitir la fe de la Iglesia y que llevar a los niños a Cristo para que se dejen mirar y amar por Él.

Cristo muere para redimirnos de nuestros pecados y abrirnos las puertas del Cielo. Él murió por todos y cada uno de nosotros. Nos conoce por nuestro nombre y nos ama. Somos reyes. Pero solo somos verdaderamente libres cuando renunciamos a Satanás y aceptamos a Cristo como único y verdadero Rey y Señor.

El final de la película resulta también revelador: en nuestra lucha contra Satanás, la Iglesia siempre parece que está a punto de perecer. El mal siempre parece que va a ganar. Parece que los malos ganan la batalla. Pero cuando Pedro está a punto de morir a manos de la Bruja y todo parece perdido, Cristo Resucitado aparece como un León rugiente y con su aliento destruye a todos los demonios y vence en la batalla.

¡Cristo vence! ¡Cristo reina! ¡Es Cristo quien quita el pecado del mundo!

Esa es nuestra esperanza. Tenemos las de ganar porque, si vivimos en gracia de Dios, es Cristo quien gana nuestras batallas: ¡No nosotros! ¡Cristo! Nosotros debemos combatir a su lado, pero es el Señor quien vence. Esta es nuestra fe. Por eso es tan importante la confesión sacramental y la participación en la Eucaristía: comulgando, Cristo nos cambia el corazón y nos da un corazón de León que espanta al Maligno y nos da la libertad de ser hijos de Dios. ¡Es más importante vivir en gracia que la propia vida! Vivir en gracia es ser feliz y libre. Vivir en gracia, unidos a Cristo, nos permite ver el mundo con los ojos de Dios, amar a nuestros hermanos como Dios los ama; tener un corazón que, poco a poco, se irá conformando con el Corazón de Cristo. Porque es Él quien cura nuestras heridas, quien quita el pecado de nuestro corazón. Cristo lo puede todo: incluso convertir nuestra podredumbre en santidad. ¡Y todo es mérito suyo!

El Señor no nos libra de las humillaciones, de los insultos, de la ingratitud, de las enfermedades, del sufrimiento o de la muerte. Cristo nos invita a cargar con nuestra cruz. No nos ahorra el dolor ni la tumba. También Él, siendo Dios, sufrió y fue sepultado. Pero Cristo nos da la esperanza de la vida eterna. Esa es nuestra esperanza. El dolor, la muerte, el sufrimiento, el pecado… ¡No tienen las de ganar! ¡Vence el Amor, vence la Vida, vence la Verdad, vence la Belleza! Si morimos con Cristo, viviremos con Él. Esa es la lección de los mártires: que merece la pena sufrir y morir por Cristo; que morir por Cristo no es una “desgracia”, sino una gracia de Dios. Por eso los mártires mueren perdonando a sus asesinos y van alegres a la cruz, porque la cruz nos abre las puertas del Cielo. No hay mayor felicidad que entregar la vida por amor a Dios.

La Escuela Católica: Escuela Eucarística

“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con todo tu entendimiento, con todas tus fuerzas”. La escuela católica debe formar guerreros narnianos. Tenemos que procurar que los ciegos vean, que los sordos oigan, que los paralíticos que se pongan en pie, que el veneno de la Serpiente no nos mate. Y para eso hay que transmitir la fe. Tenemos que bautizar a todos para que todos sean hijos de Dios. Tenemos que poner a los niños ante el Señor en el Sagrario. Tenemos que enseñar a nuestros niños que hay una realidad que no se ve que está más allá; que hay una realidad transcendente, metafísica, espiritual… Que hay un armario, con una farola que indica la entrada a Narnia, que nos abre las puertas a un mundo maravilloso donde se libra la batalla entre el Maligno y Cristo: una batalla que se da dentro de cada uno de nosotros y que tiene su reflejo en el mundo. Y en esa batalla tenemos que tomar partido. No podemos permanecer neutrales: o estamos con Cristo o estamos con la Serpiente Mentirosa. Y en esa batalla, es Cristo quien nos salva por amor.

En la Escuela Católica tenemos que anunciar a Cristo para formar verdaderos soldados dispuestos a combatir junto al Señor, junto al verdadero Rey de Narnia, contra un mundo nihilista, que no cree en nada.

El mundo, dominado por la Bruja Blanca, ofrece una felicidad engañosa que termina siempre con la muerte del hombre. Ofrece bienestar, derechos, libertades para pecar… Y siempre acaba pagando derramando la sangre de los inocentes. Satanás ofrece derechos reproductivos y libertad sexual y acaba asesinado a niños inocentes en el seno de sus propias madres. Satanás ofrece una “muerte digna” y acaba asesinando a enfermos y ancianos. Satanás ofrece el derecho a ser madre y acaba esclavizando a mujeres y alquilando sus vientres para gestar niños que se ponen a la venta, para satisfacer el capricho de hombres y mujeres que quieren tener hijos a la carta.

Es la “cultura de la muerte”: el reino de Satanás. El que se alegra y vitorea por la aprobación de leyes que legalizan el asesinato de niños: ¿de qué se alegran? Es el reino de quienes profanan templos católicos, de quienes quieren quemar iglesias o las asaltan. Es el reino de quienes cometen actos sacrílegos y roban Hostias Consagradas, profanándolas con saña demoníaca. Es el reino del Maligno que pretende decidir quién tiene derecho a vivir y quién no; quién tiene una vida digna y quien no. Es el reino de la falsa misericordia que apela a los sentimientos para justificar el asesinato, la impiedad y la crueldad inhumana, paradójicamente en nombre de la compasión humanitaria. Para ellos, la mejor manera de luchar contra la pobreza y la enfermedad es matar a los hijos de los pobre y a los enfermos: para que no lleven una vida desgraciada y no sufran.

¡Hipócritas malvados!

La escuela católica debe enseñar el valor divino de la vida, de cada vida concreta. Debemos transmitir nuestra visión del mundo y del hombre. Debemos enseñar a los niños que somos hijos de Dios con una dignidad inalienable: que somos fruto del amor de Dios y que estamos llamados a cumplir su Voluntad, a cumplir sus mandamientos, a vivir en gracia llevando una vida sacramental intensa, a rezar y a confiar en Dios. Tenemos que enseñar a los niños a amar a Dios sobre todas las cosas y a dejarnos amar por Él para que el Señor cure nuestras heridas con su Sangre Preciosísima y nos dé las fuerzas que necesitamos para recorrer el camino de la santidad.

Del amor a Dios y del amor de Dios, nace el amor al prójimo. Por amor a Él, nos consagramos al servicio a nuestros niños y a sus familias, especialmente a los más pobres, a los más necesitados, a los más abandonados, a los más despreciados…. Sólo desde el Amor a Dios, podemos amar a los niños y a sus familias como Cristo quiere que los amemos: incondicionalmente, con paciencia, perdonando siempre; mirándolos con los ojos con que Dios los mira: comprendiendo y acompañando sus sufrimientos y sus alegrías; consolando, acogiendo, abrazando, corrigiendo, enseñando… La escuela católica debe ser, como gusta decir al Papa, un verdadero hospital de campaña, que cure las heridas de tantos niños y de tantas familias que sufren.

La Escuela Católica – como toda la vida cristiana – vive de la Eucaristía. Y servirá a su misión en la medida en que sea coherente. Amamos a Dios, nos alimentamos de la misma Carne de Cristo y debemos vivir entregando nuestro propio cuerpo y nuestra propia sangre por amor a los demás: en nuestro caso, por amor a los niños y a sus familias. Y sin esperar agradecimientos, reconocimientos ni recompensas. Tenemos que dejarnos la vida por amor a nuestros niños. Y ya está. Nuestra recompensa, si llega, será el Cielo. Nuestra recompensa aquí consiste en arrodillarnos delante del Santísimo, delante del Sagrario, y rezar por todos, implorar por todos, interceder por todos, porque donde está Cristo, está el Cielo.

La escuela católica debe ser una escuela de santidad. Nuestros niños se merecen lo mejor: que nosotros – sus maestros – seamos santos y les enseñemos a ellos el camino de la santidad. No se merecen menos: sólo así serán verdaderamente felices. Eso es lo mejor que les podemos ofrecer. Y para ellos debemos seguir el ejemplo de María: decir sí al Señor, dejarnos preñar por su Gracia y dejar que Él actúe en nosotros para que podamos decir con San Pablo: “No soy yo, sino Cristo que vive en mí”.

¿Qué debe propiciar la Escuela Católica?

La Escuela Católica tiene que propiciar que los alumnos adquieran:

1.- Sabiduría: debemos transmitir conocimiento impregnado de caridad. El alumno aprende cuando se siente amado. Nuestros alumnos deben crecer en sabiduría y para eso tiene que conocer las ciencias, las artes, las humanidades, la gramática, la filosofía, la teología, la literatura… Debemos combatir la ignorancia y promover la excelencia. Pero siempre debemos enseñar desde el amor, desde el cariño, desde la ternura. Y también desde el castigo siempre que sea necesario. Porque amar también es corregir. Y amar también es rezar por nuestros niños y por sus familias.

2.- Entendimiento: debemos desarrollar la inteligencia del alumno para que sea capaz de comprender la realidad que le rodea para que sea capaz de descubrir los signos de Dios inscritos en la Creación. El niño debe desarrollar la razón y la lógica para buscar siempre la verdad y no ser engañado por la propaganda ni ser manipulado por las ideologías y los intereses de los poderosos. Dios es el Logos. Razón y fe no están reñidas, sino que se complementan.

3.- Consejo: debemos ayudar a los niños a discernir sobre lo que deben hacer y lo que no, para que sepan distinguir entre lo que les conviene y lo que deben evitar. Debemos ayudar al niño a formar rectamente su conciencia para que tenga un sentido crítico que le permita elegir lo bueno y rechazar y combatir contra el mal.

4.- Fortaleza: tenemos que educar a los niños para que sean fuertes ante las adversidades. No vale tener a los niños entre algodones. No se debe hiperproteger porque no les hacemos ningún favor a los alumnos. Hoy en día tenemos muchos niños blanditos, incapaces de soportar la frustración. Los niños tienen que aprender a sobrellevar las contrariedades de la vida, a resistir a las tentaciones, a controlar sus pasiones y a resistir las presiones del ambiente y de las modas dominantes.

5.- Ciencia: los niños deben saber valorar rectamente el valor de las cosas. Decía San Juan Pablo II:

“Sabemos que el hombre contemporáneo, precisamente en virtud del desarrollo de las ciencias, está expuesto particularmente a la tentación de dar una interpretación naturalista del mundo; ante la multiforme riqueza de las cosas, de su complejidad, variedad y belleza, corre el riesgo de absolutizarlas y casi de divinizarlas hasta hacer de ellas el fin supremo de su misma vida. Esto ocurre sobre todo cuando se trata de las riquezas, del placer, del poder que precisamente se pueden derivar de las cosas materiales. Estos son los ídolos principales, ante los que el mundo se postra demasiado a menudo”.

El fin de la propia vida no son las cosas, sino Dios: esa es la ciencia que debemos enseñar a los niños. Las cosas deben verlas como manifestaciones verdaderas y reales, aunque limitadas, de la verdad, de la belleza, del amor infinito que es Dios. No es el hedonismo, no es la lujuria, no es hacer lo que me apetece o lo que me gusta lo que me hará feliz: es el amor, es la caridad, es la entrega, es la donación de uno mismo.

6.- Piedad: amar a Dios y amar al prójimo. Debemos desarrollar la capacidad de los niños de mostrar ternura hacia Dios y hacia el prójimo. Esa es la verdadera solidaridad de los cristianos: la caridad. Caridad es compasión, es dulzura, es comprensión, es empatía, es entrega, es ayuda, es generosidad…

7.- Temor de Dios: no miedo a Dios. El temor de Dios consiste en no querer ofender a Dios, en el deseo de cumplir los mandamientos, de cumplir un código ético, de llevar una vida moral coherente. El temor de Dios es el deseo de ser santos y de vivir en gracia ante Dios y ante los hombres. El temor de Dios desarrolla la humildad de sabernos limitados y necesitados de la gracia de Dios para levantarnos de nuestras caídas, de nuestros fallos, de nuestras debilidades. A Dios no se le puede engañar ni ocultar nada. El temor de Dios consiste en tener las lámparas llenas de aceite: nos prepara para el encuentro con Dios. El temor de Dios nos ayuda a llevar una vida decente, a levantarnos cada mañana y poder mirarnos en el espejo sin que se nos caiga la cara de vergüenza.

Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios: son los siete dones del Espíritu Santo. Y la escuela debe ser templo del Espíritu Santo. Los maestros debemos vivir en gracia para que el Espíritu Santo nos enseñe a educar. Y debemos rogar al Señor que envíe sus dones a nuestros niños y nos los envíe a nosotros mismos como educadores. Porque Cristo es el verdadero y único Maestro. Nosotros – desde el director hasta el último maestro – no somos más que inútiles siervos suyos. Si nosotros vivimos llenos del Espíritu Santo, los niños lo perciben. Y aprenden… Pero el mérito y la gloria y la alabanza sea siempre para nuestro Señor. Suyo es el poder y la gloria por los siglos de los siglos.

Sólo dejándonos educar por el Espíritu Santo, puede cambiar el mundo. Sólo los santos cambian el mundo, por la gracia de Dios.

25 comentarios

  
Miguel García Cinto
Pedro L. Llera
Excelente artículo o post, no tiene desperdicios.
Con detalle nos ilustra sobre el fundamento de la caridad.
"Dios mío, te amo sobre todas las cosas y al prójimo por tí, porque Tú eres el infinito, sumo y perfecto Bien, digno de todo amor.
Quiero vivir y morir en este amor.
Amén.
El Señor le bendiga y le guarde.
26/06/18 9:07 AM
  
Miguel García Cinto
Pedro L. Llera Excelente artículo o post, no tiene desperdicios. Con detalle nos ilustra sobre el fundamento de la caridad. "Dios mío, te amo sobre todas las cosas y al prójimo por tí, porque Tú eres el infinito, sumo y perfecto Bien, digno de todo amor. Quiero vivir y morir en este amor. Amén. El Señor le bendiga y le guarde.
26/06/18 9:08 AM
  
Roberto
La educación es importante, pero no lo es todo.
De colegios de élite han salido estafadores. Por mucho que te intenten educar en valores, al final es tu uso de la libertad, de como la quieras utilizar, la que va a marcar el rumbo de tu vida.
Toda mi vida en un colegio religioso, y al llegar al antiguo C.O.U. (hoy sería 2º de Bachillerato), la mayor parte del alumnado, desafecto del mundo de la Iglesia, la fe.......claro que teníamos 17-18 años, con toda la crisis que conllevan estas edades; pero parece que la máxima preocupación de la dirección era el nivel y el número de gente que superaba la selectividad para ir a la Universidad. Si tenías fe o no, si ibas a seguir en la Iglesia al dejar el colegio, si te planteabas una vocación cristiana seria.....todo eso parecía secundario o cuestión personal exclusivamente tuya.
Todo esto me dió mucho que pensar acerca de la escuela católica. Se han perdido muchas oportunidades de evangelización.
26/06/18 10:09 AM
  
YH
¡Por fin! Qué bien, Ya echaba de menos sus publicaciones, D.Pedro....

Roberto: tienes razón, sin embargo no por ello hay que dejar de insistir en la buena educación. Realmente el problema es el sistema actual. Es como el demonio de la parábola de la semilla, una cae en el camino y llega el enemigo y se la lleva.

Hasta que no haya un sistema respetuoso con la Fe, esto es, que no permita la blasfemia, que no se burle de la devoción, que no persiga a los fieles y que no se dedique 24/7 a pervertir a las masas, niños incluidos: hasta entonces, toda buena instrucción quedará aplastada por el hedonismo, la concupiscencia, los vicios y la maledicencia, que se adueñan de nuestras mentes y nuestras almas por medio de la música, los videojuegos, las series, las películas, los programas de TV, Internet y "hasta en la sopa" hay perversión y anticristianismo.
Para nosotros no hay leyes de protección ni "fobias" que sirvan de acusación a nuestros perseguidores. Esto es así.
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Pedro L. Llera
Gracias por echar de menos mis publicaciones: el fin de curso es un tiempo muy duro de trabajo y no queda tiempo para nada... Y el agotamiento es notable.
26/06/18 11:51 AM
  
Claudio
Excelente don Pedro! No sabe lo que nos ayuda con sus palabras de aliento a quienes nos empeñamos dia a dia en esta desigual lucha por ser santos y ayudar a serlo a nuestros alumnos. Desigual, porque el mal encarnizado piensa que vencerá, siendo que Cristo ya lo ha vencido. Por eso es necesario anunciarlo a tiempo y destiempo!!!
26/06/18 12:15 PM
  
Pepe Jacobo
Por bueno que sea un colegio católico, poco va a hacer si en la familia el ambiente no es de fe. O si en las parroquias cada uno dice una cosa y el cura o es un hereje o se dedica a acompañar y pasar la mano a todo el mundo (salvo a los intransigentes, claro esta). La educación esta bien, y en una sociedad técnicamente avanzada como la nuestra es necesario que se prolongue muchos años pero lo de que la educación cambia el mundo no tiene mucho fuste. Cada época y sociedad tienen la educación que le viene bien, para bien o para mal. La nuestra lo tiene (para mal). Tendríamos que intentar tener una que convenga a la Iglesia para educar a nuestros hijos, pero no la habrá mientras la sociedad cristiana haga aguas y se deje contaminar por el mundo continuamente. Cuando pasa eso los colegios católicos pues igual.. hacen aguas y se dejan contaminar por el mundo.
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Pedro L. Llera
Decir que la educación cambia el mundo, así, sin más, es una "pelagianada" de tomo y lomo. Quien cambia el mundo es Cristo: Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
26/06/18 12:35 PM
  
Renzo
Sr. Llera, le pongo la fecha de hoy, creo que se le ha desconfigurado la de su ordenador:

26/06/2018


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Pedro L. Llera
Señor Renzo:
Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Y el Vive y Reina por los siglos de los siglos.
Amén
26/06/18 1:27 PM
  
Ecclesiam
No sé si qué cosa es más maravillosa: los cristianos que, en gracia de Dios, vencen al demonio, o los que temen al demonio.

Los primeros, con la fuerza del Santo Espíritu de Dios, se atreven a combatir contra los Tronos, Dominaciones y Potestades, las criaturas más terribles de toda la creación (Los antiguos griegos maravillados dirían: ''Son hombres contra dioses'') y los vencen, y los demonios, como perros, huyen con el rabo entre las patas.

Los segundos, desconociendo su condición de templos inhabitados por la Santísima Trinidad, temen a los demonios cual elefante a una hormiga, caen bajo el engaño de la serpiente y piensan -o mejor, sienten-, que el espíritu diabólico es más fuerte para demonizar que el Espíritu Santo Divino, Omnipotente, para santificar... Se impresionarían la de cosas que se pierden por no creer en lo que Dios puede hacer en ellos y por medio de ellos con su gracia omnipotente...

Y en este último grupo, estamos casi todos. ¡Cuán grande es nuestra falta de fe, cuando hasta san Juan Bosco fue reprendido por la Virgen María por no haber tenido suficiente fe! Si alguno hubiera leído la historia de este santazo -uno de los más grandes de los últimos siglos-, habría sabido que su obra hubiera tenido más difusión sobre el orbe si él hubiera tenido más fe... Y santos como estos, pocos.

Si ahora sientes que debes humillarte más que el polvo debido a tu falta de fe, bien harás, y aún poco será, pues desconocemos cuán profundamente nos falta fe para que así obremos con caridad, con una caridad más inmensa de lo que podemos creer...

26/06/18 6:14 PM
  
Maria Alejandra
Excelente artículo, sr. Llera. Maravillosa síntesis sobre la Fe, la educación y la vida. Aunque nadie conoce los caminos de Dios para cada alma, quizá mi vida hubiera sido muy diferente de haber podido escuchar y comprender el mensaje que usted nos ha regalado hoy. Cursé el bachillerato en un colegio religioso y desde la última etapa de mi adolescencia hasta hace apenas tres años viví totalmente alejada del Señor. Sé que soy responsable de ello pero también he de decir que mi educación religiosa no fue la que habían soñado mis padres. Soy casi una completa analfabeta, especialmente en materia religiosa- y necesito aprender, darme a mi misma y a los descreídos que me rodean (todos) la posibilidad de razonar y exponer los fundamentos y la infinita riqueza de la Fe. Los tiempos en el mundo y la Iglesia no ayudan mucho. En ésta última veo mucha confusión, mucha palabrería hueca, politiquería barata, mentira, cobardía, populismo……. mejor no sigo. Así que agradezco muchísimo poder leer textos tan ricos y brillantes como el suyo. Muchos necesitamos entender las raíces, impregnarnos de clasicidad -que diría el sr. Alonso Gracián- y sana doctrina, Educarnos, en el más amplio sentido de la palabra.
Gracias a Infocatólica y a sus colaboradores por su labor de Evangelización, tan imprescindible en nuestros días.
26/06/18 7:04 PM
  
Guillermo PF
Sr. Llera, estoy seguro de que no ignora usted qué tipo de "feligresía" suele salir (desde siempre) de los colegios religiosos. De todos. De monjas progres, de salesianos y escolapios, de "la Obra", del Camino... Fábricas de ateísmo, agnosticismo, anticlericalismo y militancia de izquierdas.
¡Claro que la educación puede cambiar el mundo!, el pequeño inconveniente es que cada vez hay menos gente que se deje cambiar por nadie. O piensas por ti mismo o tarde o temprano alguien vendrá a ayudarte a pensar por ti mismo, no falla.
Hablo también por experiencia. Al salir de mi colegio el raro fui yo, y soy el que más he durado.
26/06/18 9:57 PM
  
Cesar Alonso
BELLISIMO articulo. Muchas gracias. Siempre en la Educacion y en la Familia se dan las grandes batallas. Desde Guatemala mi oracion para que siguan adelante en tan "NOBLE COMBATE".
Y desde ya su permiso para editar e imprimir tan bello articulo.
Por la COMUNION DE LOS SANTOS estamos unidos en el SANTO ROSARIO, en el ALTAR DEL SACRIFICIO......y a esa multitud de SANTOS EDUCADORES que caminaron en ESPAÑA y en la IGLESIA UNIVERSAL
26/06/18 10:04 PM
  
María de las Nieves
Muy buen articulo gracias ,seguimos evangelizando todos ,hasta los más peques y haciendo educación integral natural y lo sobrenatural con vocación de eternidad.
26/06/18 10:23 PM
  
Palas Atenea
Un educador debe creer en el poder de la educación, aunque en el caso de los cristianos, el poder es de Dios, de lo contrario no tendría sentido su labor.
De los colegios católicos no han salido siempre militantes de izquierdas, agnósticos y demás gente de este tipo, salen desde hace unos años por la contaminación. El problema de la gente que no se deja cambiar por nadie es que son cambiados por otros sin darse cuenta. El tipo que se ha hecho a si mismo no existe porque no existe la tabla rasa y todos estamos sometidos a bombardeos continuos que pretenden educar aunque no lo digan. Si no fuera así no habría corrientes sociales y las hay. ¿De dónde nacen? Si realmente aquellos que creen ser libérrimos lo fueran todos seríamos distintos, pero la verdad es que siempre que me ha parecido que alguien era único he visto que había muchos como él en los lugares más insospechados del mundo y eso no es una coincidencia porque han tenido padres del mismo tipo, han leído los mismos libros, han sido educados de manera parecida o han reaccionado del mismo modo ante los mismos estímulos.
El mundo de hoy crea la ilusión de la originalidad porque es parte del mensaje, pero tal cosa no existe porque transitamos por caminos que otros han andado antes o que están siendo transitados en este momento.
El modelo católico tradicional es un modelo, pero los demás también lo son, el que crea que no pertenece a modelo alguno se engaña a si mismo. Incluso el que obra por reacción ha recibido una herencia de la que es deudor, nadie se rasca si no le pica.
Guillermo: Nadie piensa por si mismo, no se haga ilusiones, hay montones de gente que piensan lo mismo que usted por idénticos motivos e idénticas influencias.


26/06/18 11:23 PM
  
Palas Atenea
Por muy originales que puedan ser dos ateos no pueden ser más diferentes que León Bloy y G.K. Chesterton, que no se parecen en nada. La originalidad de la persona no está en inventarse una religión o un ateísmo a la carta sino en su idiosincrasia y en su personalidad, el creer en Dios, incluso siendo ambos ortodoxos, no igualó a estos escritores.
C.S.Lewis decía que los santos son más diferentes entre sí que los malvados. Es más fácil hacer un patrón de un malvado-que se lo digan a los psiquiatras y a los psicólogos-que de un santo.
Así que dejemos la originalidad aparte porque esa es otra cuestión que no la da la ortodoxia, el cristianismo como me da la gana, ni el ateísmo.
La educación que pretende el Sr. Llera no es hacer cristianos con un molde como los indios amazónicos que se cortan el pelo poniéndose en la cabeza una tapara.
26/06/18 11:36 PM
  
Ecclesiam
Guillermo PF, no es que haya más personas que no se dejan cambiar por nadie. Es que hay más personas que sienten que no se dejan cambiar por nadie, cuando en realidad se han sometido del todo al que les engañó diciéndoles ''Debes pensar por ti mismo'', y así, cual zombie, van por allí diciendo que ellos piensan por sí mismos, y adoctrinando a los demás con su doctrina.

No hay diferencia substancial entre un ateo y un religioso, entre un militante de izquierda o un militante de derechas. Todos quieren adoctrinar con su doctrina, incluso aquellos que adoctrinan con la doctrina de ''no hay que adoctrinar''. También aquellos que enseñan a los demás a que piensen: ''Debes pensar por ti mismo sin que nadie te diga cómo debes pensar''.

En fin, puede ayudarnos el ejemplo del escéptico: no hay ninguna doctrina verdadera. Por lo tanto, es verdadera la doctrina ''no hay ninguna doctrina verdadera''.

El escéptico no es escéptico de su escepticismo. Se mantiene religiosamente dentro de él sin dudar un segundo de su escepticidad, con «fe» plena y absoluta.

El que siente que piensa por sí mismo a causa de que otro le enseñó ''Debes pensar por ti mismo'', no ha pensado por sí mismo.
27/06/18 5:12 AM
  
YH
Le entiendo D.Pedro, el fin de curso es el momento más intenso y estresante para un profesor.
Pero es usted un gran maestro, ha conseguido que en hora del recreo muchos de sus alumnos acudan a la Capilla a rezar, lo que significa que ha llegado a sus corazones y a sus almas -eso no lo consigue cualquiera y no es nada fácil, y menos tratándose de adolescentes-.
Le animo a continuar porque hace falta revertir tanta maldad y apostasía.

Rezo por usted y porque Dios envíe más obreros a la mies, que es mucha.
27/06/18 9:17 AM
  
YH
Ecclesiam:

Bravo por sus acertadísimos comentarios, los comparto al 100%.
27/06/18 9:27 AM
  
Luis Fernando
Hay quien piensa que lo que propone Pedro Luis es poco menos que una utopía.
Pues no, es una realidad que el Señor le concede hacer en su propio colegio. Con todas las limitaciones que se quieran, pero lo hace.
¿Cuál es el secreto?
La fe. Cree.
La gracia. Le capacita para poner por obra aquello en lo que cree.

No hace falta más, pero es imposible hacer nada sin menos.
27/06/18 6:46 PM
  
Palas Atenea
De eso no tengo la menor duda, L.F y que consideraría a mis nietos, si los tuviera, como privilegiados por ser educados en su colegio tampoco.
27/06/18 9:49 PM
  
Guillermo PF
"La educación consiste en enseñar a los hombres no lo que deben pensar, sino a pensar". Calvin Coolidge.
(Casualmente, buscando al autor de esta frase que conocía desde hace tiempo, he encontrado que la frase del titular la dijo Nelson Mandela antes que el Santo Padre).
Que cada cual le dé las vueltas que quiera. Yo estoy enseñando a mis hijos a que duden. Por sistema. Que no es no creerse nada de nadie, sino asegurarse de si pueden confiar o no.
No es escepticismo, es ante todo sana desconfianza. Por si acaso. ¡Y por experiencia!
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Pedro L. Llera
2.- Entendimiento: debemos desarrollar la inteligencia del alumno para que sea capaz de comprender la realidad que le rodea para que sea capaz de descubrir los signos de Dios inscritos en la Creación. El niño debe desarrollar la razón y la lógica para buscar siempre la verdad y no ser engañado por la propaganda ni ser manipulado por las ideologías y los intereses de los poderosos. Dios es el Logos. Razón y fe no están reñidas, sino que se complementan.
3.- Consejo: debemos ayudar a los niños a discernir sobre lo que deben hacer y lo que no, para que sepan distinguir entre lo que les conviene y lo que deben evitar. Debemos ayudar al niño a formar rectamente su conciencia para que tenga un sentido crítico que le permita elegir lo bueno y rechazar y combatir contra el mal.
27/06/18 10:14 PM
  
Palas Atenea
Pues está equivocado Coolidge, Mandela y quién sea. Todas las sociedades educan para un fin y para ello elaboran un modelo. Ésta también porque el fin es la desestructuración de la familia, la devaluación de la vida humana con el aborto y la eutanasia, etc...Por lo tanto la escuela pública activará los mecanismos necesarios para imponer esta ideología y no dejará cabida para modelos alternativos.
Tú no puedes enseñar a tus hijos a asegurarse de nada porque la postverdad está hecha para que eso sea prácticamente imposible. Es mucho mejor partir de un modelo, y si no te gusta cuestionarlo, que partir de la duda permanente y elaborar un modelo, la consecuencia de eso es el escepticismo y el modelo no se elaborará jamás. Esa es, precisamente, la impresión que das y eso es lo que transmites.
Mandela tenía un modelo claro sobre una sola cosa: la integración racial en Sudáfrica y lo consiguió, pero no partió de la duda sobre si la integración era buena o mala, conveniente o inconveniente, partió de una certeza y, al final, ganó la partida. Así que Mandela no enseñó a pensar sino que enseñó lo que debían pensar. La prueba de ello es que los racistas sudafricanos se tragaron su modelo. Les echó un pulso ideológico y les ganó la partida. Es verdad que el resto de las cosas a Mandela le importaban poco y por eso parece tan tolerante, pero en aquello que le importó bien que se plantó.
El otro día una comentarista que aparece de vez en cuando, Sonia, decía: "Si Dios existe que me libre de mi escepticismo". Y eso tiene bastante más sentido que todas tus peroratas. Bien, pues en lo tocante al modelo que Mandela tenía en la cabeza para Sudáfrica no era escéptico, si lo hubiera sido jamás habría ganado la partida.
27/06/18 11:54 PM
  
Palas Atenea
Por cierto, Mandela dice en su autobiografía que cuando el estado del Apartheid elaboró dos modelos educativos distintos: uno para blancos y otro para los negros de los bantustanes (este último de bajísima calidad), sólo hubo tres instituciones religiosas que se autofinanciaban y, por lo tanto no estaban obligadas a seguir esos modelos: los judíos, los católicos y los Adventistas del Séptimo Día. Se queja, en cambio, de que los suyos, creo que anglicanos, recibían subvenciones y tuvieron que imponer el modelo para negros. Los negros empezaron a hacer cola en esos centros pidiendo plazas para sus hijos y la primera mujer de Mandela-ya que él estaba demasiado ocupado en otras cosas-encontró plazas para sus hijos en los Adventistas. Es decir que su mujer, de alguna manera, consiguió que sus hijos no recibieran una educación casi para analfabetos gracias a los Adventistas que, como las otras dos confesiones, sólo tenían un modelo para todos. Naturalmente la consecuencia de eso es que su mujer se volvió más religiosa, empezó a pensar que no cumplía con sus obligaciones de padre y se divorció de él llevándose a sus hijos.
Naturalmente eso tenía un coste porque esos colegios no eran asépticos, enseñaban su religión pero, mira por dónde, a él eso le preocupó poco en comparación con la capacitación que daban para poder tener acceso a otro tipo de trabajos.
28/06/18 8:58 AM
  
Palas Atenea
Yo diría que Mandela fue un individuo que tenía en grado eminente lo que hoy se llama inteligencia emocional: controlaba muy bien sus emociones y llegó a controlar la más fuerte, el odio. Tradicionalmente se diría que fue un hombre prudente capaz de generar estrategias a largo plazo. En su autobiografía no hay referencias explícitas a Dios, pero no fue ateo o no lo dijo porque no lo consideró conveniente. Sus hijos se educaron gracias a los adventistas; él tuvo un apoyo muy grande en los blancos comunistas que le ocultaron en sus casas en innumerables ocasiones, pero tampoco fue comunista; ni fue un buen marido ni un buen padre, pero comprendió que su esposa lo dejara; tampoco era pacifista pero descartó la lucha armada después de algún intento porque se dio cuenta que aquello le quitaba apoyo en el exterior, y, honradamente, cuenta todo eso en su autobiografía. Sin embargo esto que estoy diciendo lo he leído pocas veces en las innumerables crónicas que su figura ha generado. Se ve que el ser católica no me ha quitado la facultad de la comprensión de textos ni de pensar por mi misma.
28/06/18 8:46 PM
  
Palas Atenea
Con todas estas parrafadas lo que quiero decir es que Mandela tenía las mejores cualidades para ser político porque sólo se preocupó de dos cosas: la igualdad racial y la democracia, pero sinceramente creo que los grandes problemas morales: aborto, eutanasia, gaynomio, etc...le importaban un pito. Aunque parezca raro creo que la base en la que se apoyó siempre fue lo que aprendió de la cultura xhosa a la que pertenecía y luego fue incorporando, con gran astucia, todo lo demás. La cualidad que más respeto de Mandela es su sinceridad porque te lo explica todo, pero no lo querría ni como padre ni como maestro ya que mis intereses no son políticos y para otras cuestiones no tenía respuesta.
28/06/18 10:27 PM
  
hornero (Argentina)
Sr. Pedro Llera: "Sólo dejándonos educar por el Espíritu Santo, puede cambiar el mundo. Sólo los santos cambian el mundo, por la gracia de Dios." Excelentes palabras que sintetizan todo su ejemplar artículo de verdadero maestro católico. Permítame que plantee una cuestión que se relaciona con el bien definido horizonte de la educación cristiana que usted expone de modo acabado. Me refiero a la perspectiva que tiene nuestro mundo actual de continuar por el despeñadero de sus errores y depravaciones. No dudo que usted habrá prevenido a sus alumnos contra este gran peligro que la Iglesia aún no ha podido neutralizar sino sólo en los casos de fieles muy bien formados y que han permanecido firmes en su Fe. Con mucha razón hay quienes piensan que vivimos tiempos escatológicos en los que el misterio de iniquidad debe manifestarse de modo creciente. Por lo cual debemos estar preparados para resistir la tempestad que azota a la nave de la Iglesia, "que hace agua por todas partes, y pareciera a punto de hundirse" (Benedicto XVI, 2017). Pero sabemos que la Virgen anunció en Fátima el triunfo de su Corazón Inmaculado en el mundo. Esto implica la derrota del demonio, es decir, la caída de toda la estructura corruptora de la Babilonia (Apocalipsis). Supone además la purificación de toda la humanidad y de la Iglesia en sus miembros humanos, porque para entrar en los "nuevos tiempos" de la Aurora que anuncia María, debemos estar libres de todas aquellas imperfecciones naturales que arrastramos a causa del pecado original. Cristo ha vencido, pero nosotros como miembros de su Cuerpo Místico debemos completar su Pasión en nosotros (San Pablo). De aquí, que no sea compatible con el orden cristiano el actual orden mundial anticristiano. Ahora bien, todo parece indicar que necesariamente en algún momento Dios permitirá que la Babilonia precipite, provocando un inmenso desamparo y sufrimiento a la humanidad a causa de un general caos tecnológico inevitable, pues, nuestra organización temporal pende de un hilo de un sistema muy refinado y centralizado técnicamente, en primer lugar por la electrónica, cuya avería comprometería el total de los recursos vitales, electricidad, combustibles, transporte, comunicaciones en su totalidad, sanidad, sistema bancario-financiero, producción y distribución de alimentos, provisión de agua potable por falta de electricidad para su bombeo, etc. No es necesario una guerra nuclear para producir esta situación crítica, bastaría una falla importante humana voluntaria o no, u otro factor que afectara de modo decisivo elementos técnicos fundamentales. Es una verdad racional que el mundo actual tal como está constituido no es compatible con el orden cristiano. Creo por ello que debemos prevenir también a los niños y jóvenes sobre la precariedad del mundo en que vivimos y su necesaria transformación. Usted señala la virtud de la fortaleza: “Los niños tienen que aprender a sobrellevar las contrariedades de la vida, a resistir a las tentaciones, a controlar sus pasiones y a resistir las presiones del ambiente y de las modas dominantes.” Porque, afirma usted: “Tenemos que enseñar a nuestros niños que hay una realidad que no se ve que está más allá; que hay una realidad trascendente, metafísica, espiritual… Que hay un armario, con una farola que indica la entrada a Narnia, que nos abre las puertas a un mundo maravilloso donde se libra la batalla entre el Maligno y Cristo: una batalla que se da dentro de cada uno de nosotros y que tiene su reflejo en el mundo. Y en esa batalla tenemos que tomar partido. No podemos permanecer neutrales: o estamos con Cristo o estamos con la Serpiente Mentirosa. Y en esa batalla, es Cristo quien nos salva por amor”. Por lo tanto no temamos la batalla, “¡Cristo vence! ¡Cristo reina! ¡Es Cristo quien quita el pecado del mundo!”. Nuevamente, gracias, Sr. Pedro Llera.


30/06/18 12:34 AM

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