Y en eso llegó Fidel

Por marrana

Cuentan las crónicas que en una ocasión el Comandante, Fidel Castro, visitó una granja en una localidad del interior de la Gran Antilla caribeña. El director del estableciendo agropecuario mostró a Castro las instalaciones. Llegados a la sección porcina Fidel posó sus ojos en una rechonchita cerda a la que llamaremos Eliancita (por decir un nombre). El responsable de la susodicha, para quedar bien y hacer puntos, le vendió la moto sobre las grandes cualidades del animal, sobreestimando sus potencialidades, ya que el ganado porcino, en un país comunista, esta afectado de una pereza connatural al sistema que se traspasa hasta a la capacidades reproductivas.

El Comandante, bregado en este tipo de género animal (ya se sabe que el líder comunista sabe de todo), pronosticó que Eliancita pariría diez lechones y mandó que se le mantuviese informado. Pasaron las dieciséis semanas y finalmente la marrana puso en el mundo animal cinco cerditos enfermizos. El pobre responsable, asustado que se pudiera cuestionar sus métodos de trabajo (de hecho no pegaba un palo al agua), informó al director del establecimiento que Eliancita había tenido seis crías. Inmediatamente este último redactó un informe donde se daba noticia al jefe local del partido del feliz acontecimiento. La cochina de Fidel había dado a luz siete lechones. El jefe local llamó al ministerio de Agricultura en la Habana informando que la cerda más famosa del país había sido madre de ocho magníficos y revolucionarios cochinitos, lo cual le comportó la salutación gozosa de su superior, a quien debía el cargo. Bajo el idioma común del ¿No nos vamos a hacer daño, verdad? inteligible para los que alcanzan cargos sin méritos por el método llepa, nadie revelaba la verdad. El ministro, no queriéndose acordar de la previsiones del Comandante, entusiasmado con la noticia de la confirmación, por su subordinado, del compromiso con la causa de la Revolución que ya intuía en los animalitos, y preparando el terreno para su ansiado ascenso, preparó su futuro discurso en la Asamblea Nacional Cubana del Poder Popular cubana donde estaba previsto asistiera el Comandante. Al día siguiente a la sesión parlamentaria, “Granma” y “Juventud Rebelde” titularon:

Eliancita parió diez cochinos.
Fidel ordena la exportación de cinco de ellos. Los otros se destinaran al consumo interno.

Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó aparar

La praxis soviética de institucionalización de la mentira, del engaño y el autoengaño, de promoción por servilismo a pesar de la mediocridad parece ser el espíritu que reina en el día a día de los responsables máximos de la marcha de la diócesis de Barcelona (salvo honrosas excepciones). Una vida inerte, funcionarizada, planificada desde la sede central de la plaza de la Catedral. Allí se esbozan los planes quinquenales a la luz de un flexo que no se apaga ni por el día ni por la noche. Tenemos suerte que un gran

timonel conduzca este barco a pesar que no se sepa los nombres de pila de la marinería rasa, y menos de los grumetes. Que importa esto en un mundo de piezas y de recambios. Pero al cuarto año del fin de la diversión, cuando nadie ya se acuerda de la visita de Jordi Pujol a Roma para influir en el nombramiento del obispo de Barcelona, llegó el toque humano: se han iniciado las visitas pastorales, comenzándose por el patio trasero del centralismo barcelonés de la Unió Sacerdotal: Cornellà i Mataró.

Allí estaba la figura del arcipreste, que aun a sabiendas de la falta de confianza y de la nula capacidad de colaboración de los sacerdotes de su demarcación, le espeta a nuestro bien amado un discurso cantando las excelencias de la pastoral de conjunto de sus parroquias o describiendo el buen estado de unos movimientos juveniles inexistentes. Mientras, acomodado en un sillón de gran funcionario, el bien amado oye la “rondalla” (cuento catalán) asistiendo con la cabeza a sabiendas de la trola.

Las primeras visitas del Dr. Martínez

Acabada la perorata, más propia de una asamblea del PCUS, que del realismo y seriedad demandada a un acto que congrega a todos los consejos parroquiales del arciprestazo, nuestro s.b.a. “comandante” tomó la palabra. Que por algo ha venido a clausurar una visita pastoral donde sólo se ha encontrado con los consejos parroquiales, sacerdotes incluidos. A clausurar lo que no ha sido ni iniciado. Y si no, busquen ustedes las actas de lo que eran las auténtica visitas pastorales. Cuando el obispo se encerraba con los fieles en la sacristía con el cura fuera y les exhortaba a “cantar”. Cuando se hacia pasar fuera a todos ellos y hacer entrar al párroco para que le explicara las grandezas y miserias de su feligresía. Todo ello en un contacto directo sin filtros, sin coartadas ni trampas para decantar las voces que poden el dedo en la llaga (a veces la voz de los feligreses mas discretos y con mas dificultades para articular un discurso trabado, pero con la sabiduría de apuntar al centro de lo que no va). Cuando todos los establecimientos contemplativos, escolares y caritativos católicos eren visitados así como los lugares de culto de la parroquia. Cuando el obispo quería escuchar lo cómodo y lo incómodo y no solo lo que quería oír.

Y tomó la palabra nuestro s.b.a. comandante y envió cinco cochinillos a la exportación. Expuso en un discurso no conocedor del punto y a parte y tan envolvente y largo como el “Rotoloni Regina”,

la evolución del régimen: “no estamos tan mal”, “el 50% de la juventud de Barcelona se mueve por instituciones de la Iglesia”. Frases literales que quedaron registradas en los muros que acogían la reunión para pasmo de la afición. No es de extrañar que, con tanto realismo, en las hinchadas estadísticas del Seminario que se envían a Roma se registren como seminaristas todo lo que transita por la casa. ¡Que vigilen las señoras de la limpieza! Con esta autosugestiva política de maquillaje podemos enviar vocaciones a Madrid para convertirla a la recta senda del “tarannà” catalán.

Salvo nuestros “espaordits i garratibats” (asustados) “confidentes” y “confidentas”, el resto del foro aplaudió. Ya saben ustedes que tipo de ganado acostumbra a pastar por los consejos pastorales. Al lado de los benditos aguantalotodo, el resto es para tirar cohetes (el día que se marchen a su casa). Estos últimos, faltos de afecto, encuentran en los consejos parroquiales su lugar en el mundo, el pequeño escalón desde donde esperar que alguien les mire. El primer escalón de la pirámide “llepa” que como en Cuba se inicia en el ámbito local y finaliza en las estancias curiales de la capital. Una patética y sin prole gerontocracia de revoluciones fracasadas que se han creído que la iglesia en Barcelona es suya (un bien privado). A todos ellos, a los miembros del “sistema”, para que se desagrien, desentumezcan los músculos de su cuerpo y del cerebro y piensen que otras cosas pueden hacer: una canción.

Quinto Sertorius Crescens

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