Un guionista llamado Juliana

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Juliana, el estereotipador

Había una vez un joven periodista que vivía en una linda ciudad a las orillas de un hermoso mar. Esta bonita población, Badalona, tenía, encaramado a la montaña y a poca distancia, un gran y pacífico monasterio donde vivían unos honrados religiosos dedicados a la oración y el trabajo. Habían hecho voto de silencio. El joven periodista había oído hablar de este recoleto paraje y de estos laboriosos ermitaños que vivían en pequeños eremitorios independientes unos junto a los otros. Interesado por escribir un reportaje sobre ellos, “va fer mans i mànigues” (movió cielo y tierra) para encontrar un contacto que le permitiera franquear su impenetrable muro. Un mundo de ermitaños que querían vivir apartados del mundanal ruido, pues, como dijo el poeta, habían escogido la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en este mundo han sido.

Finalmente, emulando y en parte anticipándose a Philip Gröning en “El Gran Silencio” (Die große stille) consiguió entrar en la cartuja de Montalegre. Sorprendido con la vida de los ermitaños, el joven Enric de Bétulo no contento en recoger las florecillas de la radicalidad del cotidiano cartujo, añadió a la descripción elementos literarios nacidos de su propia cosecha. Así, los ermitaños, cada día, daban una palada de tierra a su propia tumba. Con sorna, después de leer el reporte, un cartujo de Montalegre exclamó: “si esto fuera cierto habrían llegado ya a Australia”.

Tener un relato: la clave del culebrón

Este es, si cabe, el problema de nuestro también bien amado Enric Juliana, el “vaticanista” de La Vanguardia:

En primer lugar embota (hacer perder detalles, perfiles y matices) las noticias que hacen referencia a la Iglesia Católica. Si para Juliana cuando el texto estaba fresco (y demasiado disponible), la Conferencia Episcopal Española (C.E.E.), implícitamente, aconsejaba votar PP. Ahora, cuando ya todo aquello es solo una sombra, el periodista basa sus argumentos del momento en el fundamento que la C.E.E. habían pedido el votar al PP “de manera casi explícita” (La Vanguadia 8/VII/2008 pg. 11). Si esto continua así, dentro de unos meses, Juliana acabará argumentando sobre la base que los obispos habían sido interventores del PP en las mesas electorales de las pasadas Elecciones Generales. Todo es cuestión de ir apretando el manillar del gas.

En segundo lugar, el Juliana info-eclesial introduce y abusa de recursos literarios que sobrepasan la contemplación serena del asunto tratado, transportando al lector al mundo de la dramaturgia. Cuando uno lee al periodista badalonés informando sobre temas de Iglesia, el lector acaba por quedar colocado más en un patio de butacas delante del cual se desarrolla una representación teatral, que en la silla de un científico que está intentado describir, por medio del microscopio, que está sucediendo. La estereotipación de los personajes en el gran escenario hispánico: interesante para la novela romántica, peligroso para la información clásica.

Un tercer punto. Aunque aparente lo contrario, a Juliana le falta información sobre la Iglesia, sea en España o en Italia. Se le escapan datos. Este espejismo es fruto de la falta de competencia en la información eclesial en Cataluña. La sección “Desde los últimos bancos” de Germinans ha dado brillante cuenta de ello (10 y 17 de junio de 2008). “El borni al país del cecs és el rei” (el tuerto en el país de los ciegos es el rey). Esta es una de las causa de la literaturización de sus noticias. Falto de una buena inmersión, recurre a la historia de indios y vaqueros, ladrones y serenos, buenos y malos. Las entiende todo el mundo. Es el relleno emocional a demasiados espacios intersticiales informativos que tiene vacíos.

Y por último, el “info-dramaturgo” Juliana guioniza la información de la Iglesia en España. No solo no se contenta con flirtear con la simplificación, sino que construye y enlaza sus artículos a manera de un guión de los episodios de un culebrón televisivo. Construye un relato coherente que da juego mediático, aunque fuerce la realidad de los acontecimientos strictu senso.

Así todo el mundo sabe, y le es fácil reconocer, quienes son los buenos (el abad de Montserrat y el mundo moderado que representa, etc, etc,etc, en el fondo el rollo del talante catalán –que tapa el oasis podrido, esto no lo dirá nunca Juliana-) y quienes son los malos (Rouco y sus compinches). Los buenos hacen cosas buenas y los malos, ¿adivinan? Cosas malas. Hasta la portera puede seguir la telenovela.

“Yes, Archbishop”

Todos estos recursos permiten escribir. Tener al lector enganchado. Todo artículo puede tener secuelas (es decir otro artículo). Pero ensucian la trayectoria de un brillante periodista político (el gran activo de Juliana).

¿Por qué no preguntó en su pasada entrevista-masaje al n.s.b.a. obispo Martínez en La Vanguardia por el caso del cura que pagó abortos en Barcelona o por otros escándalos de la vida diocesana local? O por la desertización del Seminario. O ¿porqué el dinamismo de otras latitudes católicas europeas occidentales nunca enraíza en nuestro obispado? ¿Por qué no le preguntó, si eso sí tenía su “morbo”, algo que un periodista no acostumbra a dejar pasar?

Juliana necesitaba la entrevista para afianzar su relato: Barcelona, la Iglesia Catalana no es como la de Madrid (Y eso es cierto. La de Barcelona está casi muerta. La segunda, tiene un dinamismo que ya querríamos). Pero no iba por aquí Juliana.

Objectivo de Juliana: Martínez tenía que asumir alto y claro el rol del obispo anti-Cope que por cobardía o tacticismo no acababa de arremeter. N.s.b.a arzobispo cuando iba a Madrid a la Conferencia Episcopal no decía ni mu y nunca se oyó su voz de manera significada encabezando una corriente anti-Cope. ¿Puede encabezar valientemente algo que sea a contracorriente?

Sistach firmaba renovaciones de directivas del medio radiofónico sin rechistar junto a sus compañeros de episcopado español. No fue hasta que se le oyó meridianamente al cardenal Cañizares (19 de mayo de 2008) que Martínez se sumó, entonces, a la contestación contra Federico Jiménez Losantos. Con, y solo con, este escenario que actuaba de paraguas, Sistach pudo decir sí a la llamada de Juliana, quien enseguida vio la jugada. Llamar al cardenal y pactar la entrevista para el primero de junio. No le podía decir que no. Juliana hacia aparecer como moderado a n.s.b.a a cambio de no preguntarle impertinencias (el peaje). Este cogió el envite pues, en su mentalidad tan atenta al ojo de una cámara, es un camino de ganar simpatías del respetable sin tener que visitar parroquias de verdad o atender a los sacerdotes con afecto y atención paternal-filial. Pura ingeniería propagandista de medio pelo para hacer pasar gato por liebre típica de Sir Humphrey Appleby, el famoso Secretario Perpetuo para el Ministerio de Asuntos Administrativos del Gobierno de su Graciosa Majestad (BBC).

Un guión en toda regla. Los dos se hacían un favor, uno afianzaba el relato, el otro podría ir de simpático. Barcelona no es visigótica (es mediocre –¡perdón! esto lo diría Bernard, Bernard Woolley -).

Incluso puede haber en todo ello buena fe por parte del periodista. Incluso puede que intentara hacer un favor a Cataluña (Iglesia-Nación). Solo hay un problema: fue un montaje.

Y es que detrás del “llautó” (el plumero), aparece el mismo “ritornello” de siempre, también en Enric Juliana, por muy Juliana que sea: unir nación y Iglesia y leer la vida eclesial católica con las mismas categorías utilizadas en la interpretación política. Juliana, brillante periodista, de tanto “barrejar la roba” (mezclar la ropa en la lavadora) se le mezclan los colores.¿Un nacional católico mas? ¿De qué le ha valido la experiencia italiana? Esperemos que la próxima vez, cuando Sir Humphrey Juliana Appleby vuelva a llamar al Arzobispo, no se haga el pingüino, no pastelee, haga de periodista y no de guionista y pregunte todo lo que tiene que preguntar.

Quinto Sertorius Crescens

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