Primer aniversario de Germinans: el precio de ser católico en Cataluña

Al pensar en el camino recorrido en este intenso año de singladura de Germinans vienen a mi mente dos escenas que me vuelven a causar escalofrío. La primera y más dolorosa la de un grupo de sacerdotes que ante la incipiente propuesta, aún sin cuerpo, de actuar según nuestra conciencia y organizarnos junto con el laicado mediante una página similar a la actual, acabaron cada uno cantando las excelencias de todo lo bueno que hacían en sus parroquias y como ellos sí decían las cosas claras al Arzobispo. Un compañero allí presente y yo mismo, calificamos aquel instante como el momento “yoyá”, a sabiendas, la escena en la que la mayoría tomaba la palabra comenzando por un egocéntrico y clarificador “Yo ya….” Cada cual había hecho y dicho particularmente antes que nadie lo que ahora yo les proponía de manera pública. Ante tanto personalismo, que se me antoja un tanto ramplón, todo quedó evidentemente en agua de borrajas.

Además se me aseguraba que eso constituía un suicidio: un grupo de sacerdotes de Gerona junto con algunos laicos habían elaborado una página para denunciar las barbaridades a los que les sometían los miembros del Fòrum Joan Alsina mostrando al obispo Soler su absoluta disposición y lealtad al servicio de la Iglesia gerundense y la respuesta de su “legítimo Pastor” no fue otra que la dispersión de los susodichos sacerdotes incluso fuera de la Diócesis dejándole claro al laicado de esta manera, que iba a utilizar cualquier recurso hasta llegar a la absoluta disolución del grupo.

La otra escena, no menos hiriente, la de un grupo de sacerdotes militantes en las filas más rabiosas del progresismo y nombrados por Mons. Martínez Sistach para los más relevantes y estratégicos cargos de la Diócesis, haciendo mofa de lo poco que había podido durar el “De Bello Pallico” y cuán pronto habían desistido en su empeño “los indeseables que estaban detrás” (sic) Entre ellos y en su corro, un obispo auxiliar asintiendo y riéndoles las gracias.

Al llegar a casa no me lo pensé dos minutos: si para la imprescindible logística podía contar con Pauper Maestus, un seglar de militancia convencida y probada, y con un par de laicos y otro par de sacerdotes para el pistoletazo de salida, Germinans saldría a la luz.

Y así fue, con la ayuda de Dios en apenas diez días todo estaba preparado para el nacimiento “al menos de la página”. Escogimos el 10 de mayo, fiesta de San Juan de Ávila. Pronto la página se convertiría en algo más, se convertiría en un movimiento, en una actitud y una tozuda voluntad: hacer valer nuestro derecho a ser católicos sin más. Sin más apelativos y sin más restricciones. Sin más cautelas y sin más prevenciones que las necesarias para continuar sobreviviendo.

En este año Germinans ha conseguido esencialmente dos cosas que deseo resaltar. En primer lugar que el progresismo que se paseaba con chulería y descaro por Cataluña, amo absoluto del coto de caza con la complicidad de muchos, ahora se lo piense dos veces antes de hacer un movimiento y emprender una acción. Ya no gozan de la absoluta impunidad de la que disfrutaban. Ahora alguien les planta cara al menos en los medios, porque hay que añadir a todo ello, que junto a Germinans se han alineado otros medios con la misma afinidad de ideas y actitudes. Ha constituido el fenómeno Germinans lo que otros han denominado el alzamiento de la derecha cavernaria mediática. Así están las cosas para gloria de Dios. Así queda clara la actitud de muchos corazones. Germinans como bandera discutida puesta para que muchos se levanten y otros se arruinen. Signo de contradicción.

El segundo logro y no por ello menos importante ha sido el sacudir el miedo a muchos seglares y sacerdotes que estaban acobardados y que observando el camino que iban desbrozando esos “renglones torcidos de Dios” que somos nosotros, locos suicidas donde los haya, han dado un paso adelante y han mostrado su absoluta disponibilidad para todo cuanto sea menester. Y lo más hermoso de todo ello es que somos gente de edades e itinerarios de formación diversos, de carismas diferentes, de personalidades a veces muy dispares, pero unidos bajo un mismo techo y una única meta: sembrar en el erial que ha dejado el progresismo en Cataluña y hacer evidente la fuerza de la gracia y la fecundidad del catolicismo en nuestra tierra cuando la fidelidad a Cristo y a su Iglesia es el único lema.

El número de artículos escritos, más de trescientos, las viles estrategias del progresismo denunciadas así como nuestra campaña a favor de que los candidatos a auxiliares presentados en Roma representasen una renovación y no una línea continuista con el desastre presente, constituyen sólo anécdotas al lado de los principales logros conseguidos.

Seguimos lamentando la impasible actitud de nuestro Cardenal Arzobispo al mantener su firme resolución de no dar cancha a esta pequeña pero dinámica porción de su Iglesia. Y lo peor, tras la persecución y voluntad de hacernos desaparecer, la convicción de que podía “reducirnos” con agasajos y pequeñas prebendas. “Todo el mundo tiene un precio”. Triste muy triste. La prueba de que lo que buscamos no son favores ni cargos es nuestro anonimato. ¿Cómo premiarnos si desconocen nuestra identidad?

A partir de ese momento Germinans empieza a mirar más lejos: tenemos que crecer y robustecernos hasta la sucesión. Plan quinquenal de desarrollo lo ha denominado alguno de entre nosotros. Y en ello estamos. La entrada en la plataforma digital de “Religión en libertad” con todas las consecuencias que ello conlleva, ha constituido un firme paso en esa dirección.

Hoy deseaba junto con mis compañeros compartir con todos y cada uno de vosotros, los lectores y amigos de Germinans, el gozo de este primer aniversario reiterando la absoluta necesidad de seguirnos encomendando en vuestra oración y mostrando ese conjunto de apoyos y simpatías con que nos habéis acompañado en este año de existencia, y del que nos sentimos profundamente orgullosos y agradecidos.

Bene Valete

Prudentius de Bárcino

http://www.germinansgerminabit.org