El cardenal Newman y la Fe Católica (I)
GERMINANS con el deseo de rendir homenaje al Cardenal Newman con ocasión de su beatificación, inicia hoy la publicación de un corpus de reflexiones sobre la Fe, un tema tan magistralmente tratado por el nuevo Beato de la Iglesia.

MARCO HISTÓRICO-SOCIAL
La vida de Newman transcurre entre 1801 y 1890. Prácticamente todo el siglo XIX. El único siglo que cuenta con adjetivo calificativo: “decimonónico”. Será inevitable en algún momento recurrir a él. En 1845, justo en el ecuador de su vida, siendo presbítero de la Iglesia Anglicana, John Henry Newman se convierte al catolicismo. Su vida transcurrió pues durante la era victoriana (en 1837 es coronada la reina Victoria, que morirá en 1901). Un reinado que cuenta también con adjetivo calificativo. Si juntamos decimonónico y victoriano, y recordamos que este último adjetivo a menudo estuvo asociado al sustantivo “moral”, asentamos dos de los caracteres que mejor definen esa época.

Esta frase es de Federico Jiménez Losantos, agnóstico donde los haya, la bestia negra de nuestro nunca suficientemente bienamado Cardenal Martínez. Hasta en esto tenían que chocar, hasta en la valoración de la liturgia. El agnóstico antinacionalista conservador, reclama la misa en latín y la liturgia tradicional. El devoto y eminentísimo cardenal nacionalprogresista está por la liturgia light-kumbayá populista. ¡Qué contraste!, ¿no?
La Casa de Santiago es uno de los grupos más peligrosos del obispado de Barcelona. Nitroglicerina pura. Especialista en sembrar minas eclesiales, su labor es como la del rey Midas pero al revés. Todo lo que toca acaba saltando por los aires. A los escándalos de la Casa en Sant Jeroni de la Murtra que obligaron a su clausura o al desplome de ventas de Catalunya Cristiana desde que está a su cargo Jaume Aymar, entre otros ejemplos, se ha sumado el pollo de verano que le ha montado a Sistach el actual párroco de la parroquia de la Mare de Déu de Montserrat de Mataró.
Es la primera parte del título de un opúsculo de 24 páginas, editado por el Arzobispado de Barcelona. En el dorso, al pie, en el lugar que suele reservarse a los patrocinadores de eventos y ediciones, hay dos logos: el del “Centre de Pastoral Litúrgica” y el de la “Generalitat de Catalunya, Departament de la Vicepresidencia”. El subtítulo, con el que no he acabado de quedarme, dice: “la confianza en la vida de Dios”. Puesto que tengo interés en ver cómo gestiona la diócesis la oportunidad pastoral que pone en sus manos la asistencia a los servicios funerarios de gran número de cristianos olvidados de la Iglesia, me adentro en las páginas del folleto.
Emocionado por la sorpresa de la semana pasada en Catalunya Cristiana, vuelvo a comprar un nuevo ejemplar esperando agradables sorpresas. Pero lamentablemente a Mn. Jaume Aymar parece que ya le abrán estirado las orejas por diversos lados y ha vuelto a su despacho para evitar nuevas meteduras de pata de sus redactores.




