Dr. Pifarré: una lección de controversia a Matabosch


El pasado jueves 8 de enero la presentadora Olga Valencia del programa “Hola Barcelona” de Barcelona TV moderaba un debate sobre la resabida cuestión de la publicidad atea en los autobuses urbanos de la Ciudad Condal. Sentados en la mesa dos representantes, uno de cada asociación, de la “Lliga per la Laicitat” y del “Ateneu Eclèctic i Liberal d´Ateus i Agnòstics”. Junto a ellos, el Dr. Lluis Pifarré, catedrático de Filosofia y Mn. Antonio Matabosch, quien a pesar de ser el único sacerdote que acumula catorce (14) cargos y responsabilidades en la archidiócesis de Barcelona, fue a sabiendas presentado como el Señor Matabosch, director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Vestido, ¿como no iba a ser así?, con su habitual americana abigarrada y una aparatosa corbata de doble nudo. Es imposible que exista una imagen más aseglarada de un sacerdote, que ya por sí mismo, vive aseglaradamente, sin ninguna referencia a la vida sacramental que le es propia a un ministro del Señor aunque se dedique este a la docencia.

Pero aún siendo esto grave a nivel de imagen y presentación, de mayor gravedad resultó que aquel que preside (tal como él quiso subrayar) la Fundación Joan Maragall para el diálogo entre Fe y Cultura fuese incapaz de argumentar absolutamente nada con pies y cabeza. Bien al contrario del Dr. Pifarré que hizo lo que correspondía al caso: razonar y argumentar.

¿Por qué fue capaz el Dr. Pifarré de hacerlo e incapaz el Dr. Matabosch? Esencialmente por dos motivos: En primer lugar porque es evidente que esa Fundación Maragall lo único que hace no es promover el diálogo entre Fe y Cultura, sino el diálogo de mutuo apoyo entre ellos, el stablishment clerical en el poder y la “cultureta”, de la que reciben pingues subvenciones, precisamente por no hacer nada, por no representar obstáculo a nada y por allanarles el camino hacia la construcción del modelo de sociedad laicista en el que en el fondo coinciden ambas esferas, la política y la del clerical-progresismo izquierdoso. Es por eso que no levantan controversia alguna. Por que ni quieren ni les interesa.

Pero existe otro motivo: al haber abominado de la filosofía tomista son incapaces de elaborar una controversia y argumentar como Tomás de Aquino hacía con los pensadores ante los que se enfrentaba. No basándose en documentos de fe sino en las razones y declaraciones de los propios filósofos.

Santo Tomás de Aquino comprendió lo que muchos “doctores y maestros” no quieren comprender: que de nada vale decir a un ateo que es ateo, ni acusar a uno de negar la inmortalidad, sino se demuestra su equivocación demostrándole que yerra, no sobre principios que le son ajenos y que no son suyos, sino a partir de su mismo lenguaje y racionamientos. Con el ejemplo que Santo Tomás nos legó, quedó establecido, cómo debería haberlo estado siempre para un apologista cristiano, que o no hay que discutir con un hombre, o que hay que discutir en su terreno y no en el nuestro.

Se podrán hacer otras cosas en lugar de discutir, conforme a las ideas de cada cual sobre qué acciones con permisibles; pero si se discute, hay que discutir “sobre las razones y declaraciones de los propios filósofos” como afirma el Aquinate y cómo trato de hacer el Dr. Pifarré a pesar de la brevedad del tiempo de programa a disposición.

Ese es el auténtico sentido común: hay que discutir como sabe discutir un filósofo. Esa sí que es, no sólo una lección de Teología para el “teólogo” Matabosch, sino una lección de controversia.

Prudentius de Barcino

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