Oriol Domingo prefiere el fax


Oriol Domingo es un periodista obstinado y contumaz. Venga o venga o no venga a cuento, sus artículos siempre hacen referencia a “esos individuos o grupos que actúan en el anonimato de internet”. Su profilaxis es ejemplar: jamás nombra a Germinans, aunque se refiera a Germinans y todo el mundo entienda que se refiera a Germinans. Está claro también que a Oriol Domingo no le molesta el anonimato (aunque, en realidad los que escribimos en Germinans, utilizamos algo tan viejo como el pseudónimo o tan moderno como los nicks), sino que lo que le enerva es el éxito de la web. Oriol Domingo, aunque añore la época del vinilo, también tiene su blog. Bajo el manto protector de La Vanguardia, no vaya a coger un resfriado. El audaz Domingo. Pese al prestigio del medio, su blog es un auténtico fracaso en visitantes, comentarios y repercusión.

Dejando aparte su escaso apego internáutico, su artículo en la edición impresa del pasado domingo en La Vanguardia alcanza el súmmum del delirio. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, vuelve a hablar “de los individuos o grupos que actúan en el anonimato de internet y cuentan con el apoyo de ultraconservadores, católicos o no, españoles”. El matiz de la última línea revela el pensamiento Domingo. Fíjense en los dos epítetos despectivos: ultraconservadores y españoles.

La información que nos aportaba Oriol Domingo se refería al documento que va a presentar el episcopado catalán, con motivo del año jubilar paulino, que se dará a conocer el próximo miércoles. ¿Qué tiene que ver el asunto con Germinans? Absolutamente nada. Al revés, el esbozo del texto es perfectamente asumible por los que escribimos en esta web. No dice nada que sea especialmente criticable. Indudablemente, tampoco nos sentimos aludidos por los párrafos que transcribe el periodista de La Vanguardia. Germinans no ha venido a levantar muros, sino a derruirlos, en especial aquellos muros que separan la iglesia catalana de la iglesia universal. Cuando pueda leer el texto en su integridad, será analizado de forma pormenorizada y exhaustiva, aunque ya intuyo que no va en la dirección que, sesgadamente, señala el periodista de La Vanguardia.

Todo ello no viene a ser sino una muestra más de la “obsesión Germinans”. Esta obsesión se ha convertido en un fenómeno enfermizo. Empezando por nuestro Cardenal, que tiene una verdadera paranoia con nosotros (ya es público que, al menos, a uno de los sacerdotes de la diócesis, le obligó a entrar en la web en su presencia); continuando con el Obispo emérito Tena (que brindó por nuestra pronta desaparición -se supone que solamente a efectos dialécticos-); siguiendo por un gran número de curiales y finalizando por Oriol Domingo. Se ha convertido en una monomanía. El fenómeno Germinans les ha superado. Lo han intentado todo, desde detectives, a prestigiosos bufetes que estudiasen querellas, pasando por webs “ad hoc” contra nosotros. No han logrado nada. Al revés, las visitas a esta página se han multiplicado, alcanzando unos registros descomunales. Lo que se inició de forma artesanal y rudimentaria, limitada al minúsculo ámbito eclesiástico catalán, ya tiene una dimensión mundial. No lo entienden. No comprenden que mucha gente piense como nosotros. Que muchísimos de ellos sean catalanes. Dice uno de los puntos del documento que nos avanza La Vanguardia: “No tendríamos que criticar o fiscalizar los dones y los carismas de los hermanos en la fe, sino ver en ello una forma laical y eclesial propia, capaz de expresar la misma fecundidad en la fe”. ¿Ahí no cabe Germinans, ni los que piensan como Germinans? ¿Nos van a recluir en un lazareto? No conciben que haya mucha gente que se identifique con lo que escribimos y no saben desentrañar las causas del éxito.

Olvídese Oriol Domingo de repetir a machamartillo su consabido sonsonete de “los individuos o grupos que actúan en el anonimato de internet”. Olvídese y baje al día a día. Al día a día de las iglesias que más celebraciones ofrecen, que más concurrencia tienen, que más vida aportan. Olvídese de tener a internet como la bicha o el 666. Sabemos que añora los tiempos del fax, pero desde Germinans jamás le haremos una broma como la que, por ese medio, le remitió Albert Boadella, cansado de otra campaña inquisitiva y reiterativa hasta la extenuación del periodista de La Vanguardia. El fax ya es historia, aunque a nuestro buen amigo le causara en su día un gran disgusto.

Oriolt

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