InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: Domus Ecclesiae

30.12.11

[DE] Capítulo 47: La indumentaria litúrgica. Origen y desarrollo (II)

Hacia el siglo VI con la introducción de costumbres bárbaras en Occidente, empieza a delinearse un más que notable cambio en la moda profana, que llevará a la radical diferenciación de la indumentaria civil de la eclesiástica.

La túnica talar ( alba ) que hasta finales del siglo III constituía la indumentaria básica común, cede progresivamente el puesto a una túnica bastante más corta y menos ceremoniosa ( sagum ); y la tradicional penula , cerrada por los lados, es sustituida por un largo manto abierto por delante. Eran los nuevos aires puestos de moda por los bárbaros. Tenemos un ejemplo en el mosaico de San Vital de Ravena que representa al emperador Justiniano con su corte y al arzobispo Maximiano con sus diáconos. En él el vestido litúrgico de los eclesiásticos se presenta en sus formas tradicionales (dalmática, casulla…) mientras que el de los funcionarios imperiales es ya diverso.

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16.12.11

[DE] Capítulo 46: La indumentaria litúrgica. Origen y desarrollo (I)

El origen de la indumentaria litúrgica no hay que buscarlo, como erróneamente aseguraban algunos liturgistas medievales, en las vestiduras litúrgicas prescritas por Moisés y adoptadas por el Templo; como máximo, la Iglesia pudo adoptar de éstas la idea de la conveniencia de una indumentaria litúrgica diferenciada para el servicio del culto.

Nuestros indumentos litúrgicos derivan simplemente de las antiguas vestiduras civiles grecorromanas. El mismo estilo de vestir que utilizaban en su uso civil las personas en sus relaciones sociales, sirvió en la celebración del servicio litúrgico. Escribe W. Strabon: “ Primis temporibus communi indumento vestita missas agebant, sicut et hactenus quidam orientalium facere perhibentur ” (1). A este propósito no tenemos testimonios explícitos de los primeros siglos, pero podemos suplirlos con pruebas monumentales aportadas por las pinturas de las catacumbas, en las cuales los ministros sagrados están representados durante la celebración del culto con vestiduras no diversas de las usadas por el común de los ciudadanos romanos.

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10.12.11

[DE] Capítulo 45: Pilas y Acetre

 

La pila es el vaso para depositar el agua bendita. Cuando se halla colocado en la puerta de entrada de las iglesias, tiene generalmente forma de cuenco o barreño y suele ser de piedra esculpida (mármol, alabastro…), muchas veces dotada de un pie a manera de tronco que la fija de manera estable en el pavimento. A veces las de menor tamaño se encuentran fijadas o empotradas en el muro. Muchas veces asumen formas artísticas y monumentales.

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2.12.11

[DE] Capítulo 44: Los Vasos Sagrados secundarios: Vinajeras y crismeras

1º Las vinajeras

 Son los vasos que contienen el vino y el agua para el sacrificio ( amae, amulae, urceoli …) El uso litúrgico debió requerir de ellas desde el principio; de hecho aparecen en los más antiguos documentos como parte de los utensilios de una iglesia. El inventario de la iglesia de Cirta del año 303 comprende 6 ampollas de plata, y el Liber Pontificalis enumerando las ofrendas realizadas por Constantino para las basílicas romanas recuerda muchas de oro y plata. Más tarde en los Ordines Romani , en las rúbricas ofertoriales a menudo hacen mención de las amulae del clero y del pueblo. Conteniendo el vino ofrecido por ellos, y del cual el arcediano (archidiácono) tomaba la cantidad necesaria para la consagración, trasvasándolo mediante un filtro ( colatorium) al cáliz. Hacia finales del siglo V los Statuta ecclesiae antiqua hacen mención del urceolum cum aqua, consignado al subdiácono en el rito de su consagración y del urceolum vacuum ad suggerendum vinum in eucharistiam sanguinis Christi (ampolla vacía para el vino que en la eucaristía será la sangre de Cristo) confiado al acólito durante el rito de su institución como tal.

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25.11.11

[DE] Capítulo 43: Los Relicarios

 

Lipsanoteca de Brescia (s. IV) compuesta y descompuesta en cruz

 

Nos referimos aquí a los vasos o receptáculos de diversos tipos en los que la Iglesia a través de los siglos ha guardado determinados objetos de culto. Entre éstos figuran, en primer lugar, las reliquias de los mártires y de los santos. La memoria de éstos no se limitaba únicamente a la lectura de sus gestas, ni sólo a la inscripción de sus nombres en los dípticos, sino que principalmente iba unida a la veneración de sus reliquias, ya estuviesen éstas encerradas dentro de una capsa, si se trataba del cuerpo entero, o en una capsella o cofrecito, si era solamente una parte de los huesos o cenizas, ya fuesen, en fin, reliquias de mero contacto ( brandea, palliola ).

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