La cuota progre-eclesial de la Creu de Sant Jordi
Con toda seguridad, no hay actualmente una condecoración más desprestigiada que la Creu de Sant Jordi que concede anualmente la Generalitat catalana. Aparte de algunos patinazos como su otorgamiento al delincuente Félix Millet o al impostor Enric Marcó, que se había inventado su estancia en campos de concentración nazis; en el día de hoy ya es objeto de la mofa más acerada. No en vano, un escritor - nada sospechoso de anti-nacionalismo- como Quim Monzó, sostiene que está más desprestigiada que la rupia indonesia. Algunos ingenuos creían que tras el despilfarro del tripartito, la entrada del gobierno de Artur Mas aportaría un poco de sensatez en la entrega de tan despreciada distinción. ¡Quiá!. Este año se otorgan 44 cruces, 29 a personas y 15 a entidades. El precio de cada galardón es de 1.128 euros. La mera multiplicación de 1.128 euros por 44 arroja unos escandalosos 50.000 euros. 50.000 euros lanzados alegremente, mientras se suprimen camas hospitalarias, se reduce el presupuesto en enseñanza o justicia y se eliminan subsidios a parados de larga duración.

Cuando en mi artículo de la semana pasada les hablaba del epíteto desdeñoso con que el obispo emérito Godayol había calificado a los sacerdotes jóvenes ("jovenets encarcarats") me olvidé de incluir en el elenco al obispo Novell. Ciertamente el prelado de Solsona tiene todos los números -no solo el factor edad- para incorporarse al pelotón de los encorsetados. Y como la inmensa mayoría de estos curas post-conciliares (estos lo son impepinablemente) cumple con creces los parámetros contrarios a la definición de Godayol: es audaz, dinámico, creativo y eficaz pastoral y socialmente. El aire fresco de Monseñor Novell en Solsona se está haciendo notar sin necesidad de forzar la máquina. No solo en su equipo de gobierno (véase la parte inferior de la foto en contraste con los tres de arriba del Forum Ondara de los que hablaré luego) sino en toda su actividad pastoral. En especial son tremendamente motivadoras las glosas semanales que publica en la Hoja dominical diocesana. Voy a traer a colación las dos últimas.
El ruido mediático producido por la incalificable defensa del Pare Manel Pousa por parte del obispo emérito Godayol ha silenciado otros pasajes, similarmente lamentables, de sus declaraciones al portal
Dijo en su día el Cardenal Tarancón que algunos obispos tenían torticolis de tanto mirar a Roma. Me ha venido a la mente la ingeniosa frase al contemplar el renacimiento papista que se está produciendo en estos predios catalanes. Lejos quedan las cartas de protesta contra Juan Pablo II;