El Dr. Matabosch necesita clases de castellano
Hace unas semanas nuestro querido Prudentius de Bárcino nos reproducía en su artículo semanal la poesía que el niño Antoñito Matabosch presentó a concurso titulada “La mona". En aquellos años lógicamente la poesía tuvo que presentarse en castellano, como el resto de los estudios primarios, pero parece que nuestro actual ecónomo diocesano ha olvidado bastante la lengua de Cervantes. Sólo hace falta mirar la información que nos ha remitido la Delegación Diocesana de Economía con motivo de la Jornada de “Germanor” (Día de la Iglesia Diocesana, en el resto de España) para darnos cuenta de que en esa Delegación el castellano no lo dominan muy bien.
Y es que cuando se detallan los gastos del arzobispado del año 2008 hay una partida importante en la que pone “Personal Preberos y religiosos” y un poco más abajo también se lee otra partida con el título “Seguros sociales preberos". Para los que no dominen nada el catalán, les sorprenderá la palabra “preberos” porque de entrada no deducirán que se está refiriendo a los presbíteros, algo más fácil lo tenemos los que hablamos el catalán y que llamamos también a los sacerdotes “preveres". Pues nuestros ecónomos ni cortos ni perezosos han dicho: el castellano de “preveres” pues “preberos", y se han quedado tan anchos.

Hay semanas en que todo sale mal. Sin lugar a dudas, esto habrá pensado Joan Rigol. Primero ha tenido que ver como sus ex - compañeros de mesa en el gobierno de la Generalitat, Macià Alavedra y Lluis Prenafeta, ingresaban en prisión, por orden del Juez Garzón. Después ha visto como la Audiencia Nacional desestimaba el recurso presentado por la Junta Constructora del Templo de la Sagrada Familia, que él preside, para suspender los trabajos del túnel del AVE a su paso por la Calle Mallorca. Esta es la tercera vez que los jueces deniegan la suspensión de las obras. El empecinamiento de Rigol en la paralización de las obras del AVE le está llevando a un ridículo tan extremo que no ha tenido el menor rubor de involucrar en él al Cardenal Martínez Sistach. Los hechos que acontecieron ante el templo el pasado día 23 de septiembre constituyen uno de los episodios más grotescos que ha tenido que sufrir nuestro Arzobispo. Respondiendo al ruego de Rigol, el prelado compareció para hacer el “rendez-vous” a la comisión judicial compuesta por cuatro magistrados de la Audiencia Nacional junto con los peritos judiciales. Mientras Sistach y Rigol se hallaban en la puerta del templo, todos los representantes de la Audiencia pasaron delante de sus narices, sin dignarse a saludarles, no en una, sino en dos ocasiones. Causó rubor ver a todo un Cardenal alargando la mano, sin ser correspondido. Pareció un remedo de la película “Bienvenido Mister Marshall”. El desprecio fue tan llamativo, que el Cardenal puso pies en polvorosa con aquel enojo que conocen – y sufren- solo los que lo padecen muy de cerca. ¿Pero cómo se le ocurre a Rigol embaucar a Sistach para qué se halle presente en lo que no es más que una prueba pericial, a cuya presencia no había sido citado? ¿Alguien se imagina, por ejemplo, al Cardenal de París presentándose ante el templo del Sacre Coeur mientras se realiza una diligencia judicial? ¡Seamos serios!
La muerte del Dr. Samsó nos cuestiona tanto desde el punto de vista religioso, por su testimonio de Fe, como desde el punto de vista histórico. Pone en evidencia que la mitología que se quiere construir, bajo el apelativo de “recuperación de la memoria histórica”, contiene muchas trampas.
Parte 1ª: ¿Un momento sereno, sin desviaciones ni abusos?
Anteanoche, uno de nuestros más estrechos y fieles colabores asistió a la conferencia-cena referida en el cartel que encabeza este artículo y que tuvo lugar en el “Centre Moral i Instructiu de Gràcia” ahora llamado por sus gestores de manera lacónica como “El Centre”. Es más que evidente que acabaron con la moral y la instrucción católica aunque inviten a “cenar y a charlar” al abad de Montserrat.





