La Fundació Escola Cristiana se moviliza... a favor de la inmersión lingüística
La Fundació Escola Cristiana de Catalunya, cuyo patronato preside el cardenal Martínez Sistach y su secretario general es el jesuita Enric Puig Jofra (en la foto con corbata) ha decidido salir del letargo y pasar a la acción. ¿En defensa de la clase de religión? ¿En apoyo a las acciones a favor del derecho a la vida? ¿Por una mejora de la enseñanza, que mitigue los graves casos de fracaso escolar? ¿Apoyando una acción pública que ayude a aquellos padres en paro que no pueden ni pagar los comedores escolares? ¿Criticando los recortes de la Generalitat a la escuela pública y a la escuela concertada? ¡Quía! A pesar de su nombre y apellido (escuela y cristiana), la principal preocupación de esta fundación no es otro que el mantenimiento del modelo escolar de inmersión lingüística, después de que se dictase el Auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que insta a la Generalitat a equiparar castellano y catalán como lenguas vehiculares en la enseñanza. Efectivamente, la Fundación de Sistach y Puig se ha unido a la histeria colectiva producida tras aquel fallo judicial y ha emitido un comunicado instando a las autoridades educativas catalanas a desobedecer la resolución judicial.

Exhortación digital de Prudentius de Bárcino (Ad internauticum rete)
Los últimos accesorios del altar son: las flores, las sacras (tabella secretarum ) y el atril.
Estamos en un mundo realmente desquiciado; y más vale que tengamos clara conciencia de que es el mundo el que está salido de sus goznes, porque así podremos afrontar la realidad con mejor conocimiento de causa. Ha sido tan intenso y tan eficaz el trabajo que han hecho desde todas sus plataformas los promotores de la muerte, que hoy ya lo “normal” es estar a favor del aborto y de la eutanasia; mientras que lo estrafalario, lo sospechoso y lo anormal es estar a favor de la vida. De ahí que sea lo más cómodo y lo que más gente hace, dejarse llevar por la corriente. Pero es pertinente que los católicos nos preguntemos cuántos de los que lleva esa corriente impetuosa, están a favor de ella, y cuántos simplemente se dejan arrastrar por no tener el valor suficiente para ir contra corriente.
Ahora que José Manuel Vidal nos dedica 




