[DE] Capítulo 32: Elementos secundarios. Flores, sacras y atril.

Los últimos accesorios del altar son: las flores, las sacras (tabella secretarum ) y el atril.

Flores

El Ceremonial de los obispos, al admitir sobre el altar las flores, vascula cum floribus , y consentir que el baldaquín, la confesión y las puertas se adornen los días festivos con flores y guirnaldas, no hace sino consagrar una tradición antiquísima en la Iglesia, mencionada ya por la Traditio cuando habla de rosas y lirios ofrendados para el altar: sed et aliquoties et flores offeruntur; offeratur ergo rosa et lilium , et alia vero non (1). Desde el siglo IV, y probablemente también antes, los sepulcros de los mártires se adornaban con el perfume de las flores; conforme a la usanza universal, que así honraba todas las sepulturas, eran adornados con el aroma de las flores, y también lo sería la mesa del altar, que guardaba las reliquias de aquéllos.

Festón floral romano tradicional

 

“Nos tecta fovebimus ossa violis et fronde frequenti ” (2). Así cantaba Prudencio (+ 410). San Jerónimo alaba a Nepociano porque adornaba diligentemente con flores la iglesia: qui basílicas ecclesiae et martyrum conciliabula díversis floribus et arborum comis vitiumque pampinis adumbrabat (3). San Agustín recuerda el gesto de un cristiano que, después de haber orado ante el altar de San Esteban, abscedens, aliquid de altari florum quod occurrit, tulio (4). Según Le Blant, los agujeros existentes en el borde de la mesa de algunos altares antiguos servían para colgar festones de flores. En el siglo VI, Venancio Fortunato describe en magníficos versos el uso que de las flores se hacía en su tiempo:

At vos non vobis, sed Christo fertis odores, has quoque primitias ad pía templa datis. Texistis variís altaría festa coronis, pingitur, ut filis floribus ara novis (5).

Por lo demás, todos los siglos han tributado el gentil homenaje de las flores al altar de Dios. La misma Iglesia las ha bendecido en el domingo de Ramos, asociándolas al triunfo de Cristo, y en la festividad de la Pascua de Pentecostés ha escogido las flores como símbolo de las lenguas de fuego y de los dones del Espíritu Santo.

Sacras y atril

Las tabellae secretarum (las tablillas de las oraciones secretas), como las llama el Misal Romano, quieren ser una ayuda para la memoria del celebrante, poniendo delante de sus ojos, en caso de olvido o equívoco, el texto de las oraciones del Gloria, del Credo, del ofertorio, de la consagración, para evitar cualquier interrupción de la celebración buscando en el misal o pasando hojas innecesariamente. Esta sacra central entró en uso después del siglo XVI y es la única prescrita; las otras dos con el Lavabo y el inicio del evangelio de San Juan, fueron introducidas en el siglo XVII. El ejemplo más antiguo de estas tablillas mnemotécnicas nos es dado en un pergamino del siglo XIII dividido en tres columnas: en una se encuentra el Gloria y el Credo, en la del medio la Consagración, adornada de una ilustración con una Piedad; en la tercera columna finalmente el último evangelio (el inicio del de San Juan).

Almohadón y atril de madera

El almohadón o atril que, conforme a la rúbrica, se pone en el altar para reposar el Misal, tuvo su origen en un almohadón que en el siglo XIII es recordado por Inocencio III y que servía para acomodar el Evangeliario o el Sacramentario (misal) con el fin de proteger las tapas de plata y marfil con que generalmente eran encuadernados los sagrados libros rituales. Subdiaconus ferens pulvillum, quem libro supponat, ut molliter sedeat (6). Más tarde, sin desdeñar esa misión de protección y custodia del oracional en cuestión, se añadió el uso práctico de facilitar una mejor lectura del mismo por parte del sacerdote.

Actualmente el almohadón se ha substituido en muchos casos por un armazón de madera o metal llamado atril. Un ejemplar en madera con figuras simbólicas de talla se conserva en Poitiers (en la fotografía), y se considera perteneciente a fines del siglo VI.

 

NOTAS

  1. Pero de vez en cuando también se ofrecen flores; ofrézcanse por tanto la rosa y el lirio, pero no otras.
  2. Nosotros adornaremos los huesos ocultos con lirios y ramajes.
  3. Que embellecía las basílicas de la iglesia y las capillas de los mártires con diversas flores y con ramajes de los árboles y con pámpanos de vides
  4. Al retirarse cogió unas flores del altar que le venían a mano.
  5. Pero vosotros traéis perfumes no para vosotros, sino para Cristo, y también dais estas piadosas primicias a los templos. Tejisteis los altares con variedad de coronas festivas; el altar mediante las flores es coloreado con nuevas hebras.
  6. El subdiácono llevando un cojín que pone bajo el libro para posarlo en él más suavemente.

    Dom Gregori Maria