Al Rey no toca
La lucha contra la ley del aborto ha sido uno de los galardones del episcopado español, no del catalán, con alguna excepción. Todos hemos oído tronar cual nuevos Crisóstomos al Presidente de la Conferencia Episcopal Española y a su Secretario General. Pero no hemos encontrado al Ambrosio que fuera capaz de impedir la entrada en la iglesia al Teodosio impenitente. El pueblo cristiano y católico, que el domingo pasado día 7 llenó plazas y calles por toda España, ha quedado escandalizado al oír que el Rey, al promulgar la ley del aborto con su firma, era un caso aparte.
Las explicaciones al respecto de Martínez Camino nos han dejado atónitos. Como nos dejaron, antes, atónitos su identificación de la excomunión canónica con el sólo y simple apartamiento de la comunión eucarística. ¿Estos señores obispos son tan ignorantes como parecen? ¿O son víctimas todavía del regalismo borbónico? ¿No se podrían al menos callar cuándo su cobardía o sus intereses les impiden decir lo que deben?

En la Historia ha habido monjas de fuste que, lejos de ser doncellas apocadas o señoras timoratas, han sido mujeres de pro, que participaron en la vida social de su tiempo de una manera decisiva (no siempre con igual fortuna, sin embargo). Y es que el velo religioso en la Iglesia Católica no ha sido símbolo de sujeción, discriminación o explotación de las mujeres que lo tomaron, aunque a veces se las haya considerado una especie de sirvientas (no servidoras) de la Iglesia y domésticas de los sacerdotes. Por el contrario, las órdenes y congregaciones femeninas permitieron en el pasado a sus miembros una efectiva autonomía e independencia. Contrariamente a lo que se suele pensar, las monjas de la Edad Media y de la Edad Nueva eran personas letradas y cultas. La tradición fue comenzada por Santa Paula y su hija Santa Eustoquio, amigas de San Jerónimo, que fundaron un cenobio en Belén, donde se dedicaban al estudio de la Sagrada Escritura guiadas por el doctor dálmata. También ejercieron muchas veces influencia en su tiempo. Vamos a repasar aquí algunos casos de monjas célebres que tuvieron relación especial con el poder temporal.
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El tratamiento de los tres periódicos de papel de Barcelona, al día siguiente de la confirmación de la visita del Papa, cuanto menos debe ser calificado de sorprendente. Así, tanto El Periódico como el diario Avui (con mayor o menor extensión) llevaban la noticia de la visita del Papa en portada. Sin embargo, para La Vanguardia (diario más clerical, al menos en cuanto a dedicación a la información eclesial) no merecía este tratamiento. No solo eso, sino que la atención periodística que le dedicaba era particularmente menguada, sí se compara con otras noticias eclesiales del rotativo. Recuérdese, sin ir más lejos, el anuncio de Enric Juliana sobre el nombramiento cardenalicio de Monseñor Martínez Sistach. 