Señor Nuncio: ¡Un Munilla o un Léonard para Cataluña, please!
Don Renzo, Excelencia Reverendísima, aunque usted no nos ve a los de a pie y sólo se ha entrevistado con los prelados de nuestra tierra, permita que le escriba esta carta un presbítero catalán, nacido en Cataluña, que habla y escribe en catalán, que celebra en catalán, que ama profundamente a su tierra y que le importa un cuerno que Cataluña sea o no un estado libre e independiente o España una unidad de destino en lo universal. Lo que a mí realmente siempre me ha importado, sin embargo, es la Iglesia, Una Santa Católica y Apostólica (los catalanes añadimos en el Credo también lo de “Romana”).
Después de la hecatombe postconciliar un predecesor suyo, Mons. Riberi, concibió instigado por el Venerable Pablo VI, un plan genial: encontrar y entronizar en la sede de Barcelona un prelado ortodoxo, fiel al Concilio Vaticano II, preparado intelectualmente, con suficiente experiencia pastoral y fiel a la Santa Sede. Lo halló en Marcelo González Martín, Obispo de Astorga que, por cierto, había encontrado no pocas dificultades en llegar a aquella sede por parte del gobierno franquista que lo tenía catalogado como “socialista” por su labor en Valladolid con la “clase obrera”: había promovido una encomiable campaña para proporcionar viviendas a los trabajadores. “ Volem Bisbes catalans ” fue la divisa de una campaña xenófoba y racista que el nuevo arzobispo de Barcelona, mal aconsejado por su querida hermana y sus dos secretarios, no supo aguantar.