Anécdotas de verano (y III): ¡Prohibido arrodillarse!
Finalizo hoy el relato en tres entregas de mi “suplencia” en otra parroquia de nuestra diócesis, aunque la realidad que me encontré tristemente no es extraordinaria, podríamos hallarla en muchísimas parroquias de nuestra diócesis y en general de toda Cataluña.
Vayamos al grano. En el momento de dar la Sagrada Comunión, que finalmente administré en solitario, a pesar de las sugerencias del “monitor” (CPL), todo el mundo comulgó en la mano, excepto una señora que fue la última y que se arrodilló muy devotamente y comulgó en la boca.
Al finalizar la Eucaristía, esta señora vino a saludarme y con una gran alegría en sus ojos me dijo:
-No sabe la emoción que he tenido por volver a comulgar de rodillas
Y yo que ingenuamente le pregunto:
-¿Pero no lo hace, cada vez que viene a Misa?