Fiasco absoluto del Tots cap a Lleida

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Llamaron a somatén: Tots cap a Lleida! Y no fue casi nadie. 500 personas, según los cálculos más optimistas. Eso que habían puesto todas las facilidades del mundo: Autocares desde Barcelona, Gerona, Mataró, Reus y Tarragona. Gratis. Solo la voluntad. Ni por esas. La representación política también fue exigua: Puigcercós y cuatro políticos locales. Por cierto, ninguno del PSC y ningún cargo municipal. Ridículo estrepitoso. Pero –cucos que son- han silenciado la manifestación “a posteriori”. Aparte de los medios ilerdenses, solo el Avui informó sobre ella. Silencio absoluto, sabedores del evidente naufragio.

¿Para eso tanto ruido? ¿Tantas energías despilfarradas? ¿Tanto tiempo que se podía haber dedicado a tareas más provechosas? Está claro que –como suele pasar en este país- por un lado van los medios y por otro lado va el personal de a pié. Se han cansado de hablar de la polémica sobre los bienes de La Franja y el Museu de Lleida, convocan una manifestación, a todos los catalanes (no solo los de Lérida) y van 500. Es lo que se llama arraigo popular.

No me he cansado de decir que el litigio entre las diócesis de Lérida y Barbastro-Monzón ha sido un rosario de despropósitos, cuya consecuencia inmediata ha sido la paralización de ambas diócesis, por un conflicto menor, exacerbado hasta la exageración. En ambas direcciones, que en la diócesis aragonesa también ha habido melodrama. No tiene el menor sentido. Roma ya ha hablado, los obispos se han puesto de acuerdo y seguiremos siendo hermanos de los católicos de Barbastro-Monzón, como ellos de los de Lérida. Independientemente de donde estén los bienes. Dejémoslo ya. Hagamos fácil la labor del nuevo obispo. No le recordemos constantemente por los bienes. Su pontificado (que será corto por razones de su edad) debe estar presidido por otros objetivos. Esencialmente, la renovación de la iglesia leridana, en pro de la ya iniciada renovación de la iglesia catalana. Monseñor Piris (al igual que el electo obispo de Gerona) pueden conducir a ese vuelco en nuestra iglesia local, que se ha iniciado en Vic, Terrassa y, en menor medida, en Tarragona. Este “sorpasso” que nos está devolviendo la ilusión y el entusiasmo juvenil. La presencia de nuevos movimientos, de órdenes religiosas también nuevas en esta zona e incluso del milagro de un nuevo –y exitoso- Seminario, pueden calar también en Lérida. Caladero hay donde pescar. Terrassa o Vic no son microclimas. Lo que ha sucedido en aquellas diócesis, puede repetirse perfectamente en Lérida. Solo debe plantarse el árbol y regarlo. A buen seguro, que su nuevo obispo va a procurarlo. Solo debemos dejarlo y no hacer sombra a ese nuevo árbol, ni bebernos el agua que va a él destinada. Para ello es imprescindible olvidarnos del conflicto con Barbastro. La gente lo tiene tan postergado, que no siente la necesidad de manifestarse. Sabemos que ni los políticos, ni los medios lo van a arrinconar. Pero sin el enraizamiento necesario estas cosas van languideciendo. El ridículo de la última convocatoria lo demuestra.

Oriolt

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