Pastissería Can Pardo

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En el tranquilo y agradable pueblo del Penedés de Torrelles de Foix vino al mundo, un 26 de Junio de 1.946, el recién designado obispo de Gerona, Mossén Francesc Pardo Artigas. Esta simpática localidad, rodeada de viñas y olivos, famosa por la Font de Les Dous y por el “ball dels paperets” de su fiesta mayor, cuenta también con una de las pastelerías más famosas y preciadas en la comarca: Can Pardo. No solo los habitantes de Torrelles conocen la calidad de sus dulces y tartas, sino que sus clientes provienen de las vecinas Sant Martí Sarroca o Pontons y de la mismísima Vilafranca del Penedés. Niños, jóvenes y adultos golosos gozan de las maravillas de la pastelería artesanal de Torrelles de Foix. “Per pastissos a Can Pardo” suelen decir en la zona.

Lógicamente no hemos venido a hablar de pasteles. Tampoco podemos afirmar que el orondo, ufano y quasi-abacial aspecto de Mossén Pardo se deba exclusivamente a los bollos y hojaldres de su pueblo natal. Aunque lleve su apellido, tampoco es suya la pastelería, sino de un primo hermano de su padre. No es cierto tampoco que el logotipo que aparece en el encabezamiento de este artículo vaya a suponer el escudo episcopal del nuevo obispo gerundense. Pero sí queremos prevenir al preconizado obispo Pardo de la posibilidad de que su pontificado sea recordado con el nombre de la pastelería torrellenca. Sus primeras declaraciones, tras conocer el nombramiento, denotan una cierta tendencia al pasteleo. Los que conocen bien el talante de Pardo, saben que su personalidad huye de la intransigencia y el apasionamiento, buscando más bien el acomodo y la contemporización. Ahora bien, tampoco hace falta que esa natural idiosincrasia vaya pareja de una cierta necesidad de hacerse perdonar una mácula egarense. El intentar quedar bien con todo el mundo; el presumir –con un innecesario hincapié- de ser discípulo de Rovira Belloso o resaltar por encima de todo su participación en el llamado Concilio provincial Tarraconense, nos albergan un cierto temor pastelero.

Desde el primer momento en Germinans hemos saludado con esperanza la elección de Pardo como obispo de Gerona. Sabemos que es un destino difícil y que no puede entrar en él como un elefante en una cacharrería. También hemos recordado en innumerables ocasiones que, aunque parezca que en Gerona solo existe el Forum Alsina, la fuerza de la diócesis se halla en la presencia pujante y ascendente de nuevos movimientos, en cuya juventud y audacia seguro que va a encontrar un valiosísimo punto de apoyo.

Somos conscientes, porque no decirlo, que lo mejor del nombramiento de Pardo ha sido que no ha venido Taltavull, el candidato de Soler, Vives y Sistach, También ha supuesto un reconocimiento indiscutible a la labor de Saiz Meneses en Terrassa, de quien Pardo era vicario episcopal y el arrinconamiento de Vives en su feudo pirenaico. No lleva un buen año el co-príncipe, que no puede contar con Pardo, que huyó de Vilafranca del Penedés, para no tenerlo como obispo territorial. Pardo viene auspiciado además por el Cardenal Carles, la auténtica bicha del progrerío eclesial catalán. Estos son los laureles del nuevo obispo gerundense. A partir de ahora, él deberá ganarse el reconocimiento de su labor. En Germinans no concedemos cheques en blanco. Solo le recordamos que su nombramiento es vital para la renovación de una anquilosada iglesia en Cataluña. Esperemos que no abuse de los planteamientos bizcochables y no debamos recordarle por “Pastissería Can Pardo”, por excelentes que sean los productos que elabora aquella pastelería.

Oriolt

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