Consejos en forma de copla que dirige a Su Eminencia un leal y fiel servidor

              
Eminencia,
                por más que la junta de  habladores me amenace,
soy leal y he de deciros,  como fiel servidor,
lo que ya me habéis oído  cuando me habéis recibido:
que anda el mar de la  diócesis revuelto,
y no por los descontentos,
sino por los malos contentos,
infieles e inciertos.
Eminencia,
todos os estiman mucho,
mas sienten que han habido  más pérdidas que días.
Ved que aunque todos son  hijos,
unos bien os quieren,
mas otros, mal os desean.
Y así os mostraré
a éstos del mal deseo.
Eminencia,
os voy a contar
las verdades que os quieren  ocultar,
pues realmente todos sabemos,
quiénes son y dónde enseñan  los malos contentos.
Eminencia,
bien sabe usted que desde  cierta y destacada montaña,
queda acogida religiosa 
que prohibido tiene de Roma
públicamente disertar,
por ser locuaz su boca que  expulsa falsedad y vileza.
Y no es la única que en la  diócesis parlotea 
contra la Santa Madre Iglesia.
Que también la hay que se  dice misionera, 
que será de charanga y  pandereta,
que no del Corazón de María  Santísima,
que dolorido se encuentra por  tanto oprobio y ofensa.
Y aún hay otra que se dice  religiosa y de San Pedro seguidora,
que de sacerdotisas pretende  asaltar a la Iglesia.
Eminencia,
              vea usted que no acaban aquí  la ignominia y blasfemia, 
              la infamia y la bajeza de  ciertos hijos de la Iglesia. 
              Y es que no ha de buscar muy  lejos 
              para encontrar obispo de la  liberación.
              De indianas altas tierras  procede el renegado,
              que llegó platicando sin  traer a cuento.
              Mire que habiendo diócesis,  que haberlas haylas, 
              conforme a su infidelidad y  vileza 
              encontró aquí hospedaje y  socorro.
Eminencia,
              ya le tengo representado el  malestar que ha traído 
              el rodearse los malos  contentos,
              de los que sirven al César,
              y de los que prestan los  bienes de la Iglesia
              para alentar ideologías y  realizar referéndums,
              y enfundarse en banderas de  sospechosas doctrinas y escuelas.
Eminencia,
              hay uno que dicen que aspira  a notable oficio y, mientras,
              dirige Seminario donde no hay  heterodoxo que se precie sin oficio cierto,
              y que no intente enternecer  al tonto y enloquecer al cuerdo.
              Y ved que, con megáfono en  mano, se manifestó contra vuestro antecesor,
              cosa que es de oscuros y  tenebrosos.
              Mas un segundo hay dirigiendo,  en Seminario,
              otro centro de heterodoxo  magisterio.
              Encorbatado os sirve, mas no  os fiéis, 
              pues si el clergyman sólo en  Roma se enfunda,
              no es fiable sino incierto.
Eminencia,
              no ha mucho que salió  espantosa novedad,
              de boca de un pagador de  cruel e inhumana brutalidad.
              Contra el más inocente actuó  y al despacho usted le llamó.
              Pálido e inocente se retrató  el delincuente,
              en despacho tan eminente.
              Y aún cayendo por la  pendiente
              presto y fiado le ofreció usted  la mano.
              Y es que depreciado está el  valor de la eminente condonación.
Eminencia,
              cómo puedo articular la  desdicha presente
              pues hallé en El Hospital
              un bebé aquí descuartizado, 
              allí otro asfixiado,
              y aún allá, sin cabeza otro  observé.
Eminencia,
              Llore estas pérdidas  criminales
              porque no tendrá consuelo su  aflicción.
              Y bien sabe que Roma,
              ordenado le tiene retirar su  legado.
              Pero consejeros le dicen continúe  el delegado,
              que ya flaquearán los que se  manifiestan, con horror y espanto,
              el 25 de cada mes, dando del  desastre aviso.
Eminencia,
              llora esta afligida diócesis,
              porque aun teniendo usted  potestad y autoridad,
              hay malos eminentes muy  contentos,
              que ocupan oficios y dan  razones para nuevos desmanes y des-Templos.
Eminencia,
              hay fieles que sienten ser  necesario el restaurar.
              Haga, pues, cosa de  importancia.
              Haga, pues, oficio de buen  Padre.
              Mire que le fue dada la  diócesis,
              por el Sumo Prelado.
              Vea que la gracia bautismal
              no puede ser
              con pecado original.
Eminencia,
              vea que ante tan gran  quiebra,
              si busca santidad,
              aún puede encontrar la  virtud,
              de dar a esta diócesis júbilo  y conforte.
              Y esto, sí puede ser.
    
De rebus ecclesiae
