El ejemplo de la parroquia de Núria

Justo detrás de la Avenida Diagonal, en su confluencia con la calle Aribau, en la pequeña calle del Bon Pastor, se encuentra uno de los ejemplos germinantes más significativos de la diócesis barcelonesa. Se trata de la parroquia de la virgen de Núria. Abierta de 9 a 21 horas. Les recomiendo que la visiten un día. Por la mañana acuden las amas de casa que van a la compra, al mediodía los ejecutivos y administrativos antes o después de comer, por la tarde jubilados o madres que van a recoger a sus pequeños al colegio. Siempre hallarán un remanso de paz en esa zona tan transitada de la Ciudad Condal. Un templo pulcro y respirable, con un hilo musical gregoriano que no descansa y con el goteo constante de fieles, que hacen un alto en su camino o en sus obligaciones y dedican unos minutos a la oración, a la visita al Santísimo o a venerar a la Virgen. Además, desde hace un año cuenta con un carillón, audible en aquella vía principal, que recuerda a todos que allí hay un espacio en el que se halla el Señor.

El artífice de este hito es su párroco, mossèn Santiago Bueno Salinas, catedrático de derecho canónico y miembro del Tribunal eclesiástico de Barcelona. No le hará mucha gracia al doctor Bueno este elogio, pues es uno de los furibundos enemigos de Germinans y colaborador necesario de algunos de los embates que hemos sufrido y estamos padeciendo. Pero a los colaboradores de este portal no nos duelen prendas en calificar de germinantes a aquellas parroquias, cuyas semillas brotan, crecen y se desarrollan. Máxime cuando he comprobado personalmente que la actividad del profesor Santiago Bueno no se detiene y sigue con sus cinco misas dominicales, sus tres celebraciones en día laborable y que está procediendo, entre otras reformas, a la construcción de un órgano, a la remodelación del presbiterio, a la rehabilitación de los locales de catequesis y a la iluminación nocturna de las vidrieras. Y con una esplendida pagina web, medio inexplicablemente desdeñado por la inmensa mayoría del clero, no solo el barcelonés. Todo ello con el celo y ortodoxia que distingue a las parroquias germinantes; incluso tiene en el atrio bien visible una hoja informativa respecto a las formas correctas de comulgar. No me cansaré de repetir (ha sido uno de los móviles de esta página) que son las parroquias más esmeradas en su liturgia, aquellas que despiertan el mayor seguimiento de feligreses. Mientras que, por el contrario, aquellas presididas por el abandono y la chapuza litúrgica padecen el olvido de los parroquianos.

El ejemplo de Núria es todavía más extraordinario si se tienen en cuenta las penosas vicisitudes que pasó con anterioridad a que fuese regida por el doctor Bueno (en la fotografía de la izquierda). En especial, tras caer en una grave enfermedad su anterior párroco, mossèn Artur Martín Ejarque y transcurrir más de seis años, en los que se adscribía a la parroquia un sacerdote, que fue cambiando casi cada curso.

Este caso debería servir de acicate ante supuestos similares. Me viene a la mente la parroquia de Sant Ferran. Situada también en un centro neurálgico de la capital catalana: en plena Gran Vía, justo al lado de la Plaza España, del nuevo edificio de la ONCE y enfrente del recién inaugurado centro comercial Las Arenas. También en estado de semi-abandono, sin que ello sea achacable a quien ha sido su párroco hasta ahora, mossèn Amador Roig Santacana; un santo varón, al que acaban de jubilar con 79 años y a quien dejaron absolutamente solo y con una frágil salud en los últimos años. El bueno de mossèn Amador ya no podía ni con dos misas dominicales y tuvo que ir suprimiendo culto y eliminando actividades.

Le ha sustituido un sacerdote muy joven, mossèn Antoni Suriol Castellví. Un cura ortodoxo y, por tanto, renovador. Puede dar mucho de sí. Tiene una parroquia céntrica, enclavada en un lugar de paso privilegiado, la cual puede servir de faro y enseña de la cantidad y calidad de bien que hace la Iglesia. Tiene una ardua tarea por delante, pero igual de dura y difícil la tenía mossèn Bueno en Núria. Necesitará coraje y, en especial, mucha dedicación y empeño. Pero verá como no estará solo, poco a poco recibirá la respuesta de la feligresía y -si nos lo permite- el apoyo de Germinans. La empresa merece la pena.

Oriolt