La curiosa estancia de Rouco en Montserrat

El pasado día 26 de abril, víspera de la festividad de Nuestra Señora de Montserrat, se celebraba en su basílica la tradicional Vetlla de Santa María, con la que se inicia la liturgia propia de la solemnidad. Los miles de peregrinos que acuden a las diez de la noche al cenobio benedictino se encontraron con la sorpresa de que, junto al abad Soler, se hallaba ni más ni menos el cardenal Rouco Varela. Y junto a ellos el obispo de Lugo, su sobrino Monseñor Carrasco Rouco. ¿Qué hacía el prelado madrileño -acompañado de su sobrino- en día tan señalado en el monasterio? La versión oficial es que pararon en Montserrat, camino de Roma, adonde acudían a la beatificación de Juan Pablo II. No me dirán que la excusa no es conmovedora. El cardenal de Madrid no viaja en avión, sino que se desplaza a la Santa Sede en coche. Además, le acompaña el obispo de Lugo que debe realizar un larguísimo periplo para recoger a su tío en la capital de España y luego desplazarse en automóvil hasta la ciudad eterna. No contentos con el tortuoso viaje, al pasar el túnel de El Bruc, deciden llamar al Abad Soler y anunciarles su visita, coincidiendo con la celebración de la Vigilia de la Virgen de Montserrat. Dom Josep María recibe la noticia con alborozo y se presta a anunciar a los monjes que la celebración se verá honrada con la presencia del todopoderoso purpurado. ¡Qué ternura!

Es obvio que ni la mentalidad más ingenua puede creerse un pretexto tan rebuscado. La presencia del cardenal gallego en Montserrat inaugura la partida de ajedrez que se ha empezado a desarrollar en vistas a la sucesión del cardenal Martínez Sistach como obispo de Barcelona. Tres días después del arribo del arzobispo de Madrid a la montaña santa, el purpurado barcelonés cumplía 74 años. Su último año de mandato antes de que presente la renuncia preceptiva al Papa. Y en esa batalla juegan muchos intereses, no solo eclesiales, sino personales. En los últimos meses ha venido trascendiendo que Monseñor Rouco ha apostado por el obispo Taltavull para suceder a Sistach. El auxiliar barcelonés cotiza muy al alza dentro de la conferencia episcopal española, donde fue elegido -sorprendentemente- como Presidente de la Comisión de Pastoral, derrotando ni más ni menos que al arzobispo de Oviedo, Monseñor Sanz Montes. Pero la posible candidatura del menorquín tropieza con las aspiraciones del Abad Soler, que se hallan muy bien ancladas en su ascendencia con el cardenal Bertone. Ambos son muy buenos amigos, desde la época en que el salesiano era arzobispo de Génova. En aquellos tiempos, Bertone estuvo en varias ocasiones en el monasterio y el Abad le devolvió la visita. La relación -de verdadera amistad- se ha intensificado entre ambos desde su designación como Secretario de Estado. Como suele suceder entre altos dignatarios eclesiales -dotados de esa impagable delicadeza curial- la visita de Rouco obedece a una cordial sugerencia del número dos vaticano; el cual, a su vez, congratula una sutil observación del mitrado benedictino. Un exquisito encaje de bolillos.

Lo único cierto es que se ha dado el pistoletazo de salida a la que puede ser la madre de todas las batallas. El candidato de Rouco es Taltavull. El de Bertone el Abad Soler ¿Y el de Sistach? Porque el todavía arzobispo barcelonés se supone que algo tendrá que decir en su propia sucesión. La verdad es que no coincidió con Rouco. La vigilia fue celebrada por el obispo de Sant Feliu de Llobregat, Monseñor Cortés Soriano, a cuya diócesis pertenece el monasterio. Pero Sistach no faltó al día siguiente y celebró la misa propia de la festividad. Seguro que moderadamente se refirieron a la visita del cardenal de Madrid. Pero Sistach y Soler nunca han congeniado mucho. Me extrañaría que apostase por él como su sucesor. Más bien sus preferencias se decantan entre Pujol Balcells y Vives. Aunque Vives está que no cabe de gozo como Jefe de Estado de Andorra. Lo hubieran visto este domingo en la beatificación de Juan Pablo II. No se hallaba entre los obispos, sino entre los dignatarios estatales. Y allí se le pudo ver departiendo con el mismísimo Berlusconi (foto de la izquierda).

Queda un año para que el cardenal de Barcelona presente su renuncia. Todos ya van moviendo sus peones en aras a reemplazarlo. Menos él. Sinceramente creo que, en estos momentos, su verdadera apuesta no se centra en su sucesión, sino en una prórroga de dos años largos, que no puede ser inferior a la que se concedió al cardenal Carles. Y en mi opinión la conseguirá. El también sabe moverse sutil y eficazmente. Y Rouco cumple los 75 en Agosto. Que también hay quien dice que se sustituirá a ambos a la vez. En todo caso, la partida ha comenzado.

Oriolt