Las extrañas alianzas cardenalícias de Sistach

Ayer mi buen amigo Oriolt comentaba la posibilidad de que n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach podría convertirse en vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española. Formaría tandem con S.E.R el cardenal Antonio Mª Rouco que ocuparía la presidencia. Esta opción estaría bien vista desde Roma, porque significaría por una parte dar una imagen de unidad en el episcopado español y porque representaría un final conjunto de ambos cardenales en sus diócesis (las más importantes de España) y en la cúpula de la Conferencia Episcopal, propiciando a continuación una verdadera y clara renovación de los pesos pesados de la Iglesia en nuestro país, es decir un final de ciclo.

Personalmente esta opción me parece catatrófica porque significaría prorrogar aún más la agonía de nuestra castigada diócesis de Barcelona, porque se alargaría el pontificado de nuestro arzobispo que además estaría más tiempo fuera que dentro de la archidiócesis. Algo parecido sucedió ya con la vicepresidencia de Don Ricardo Carles, pero entonces habían aquí cinco obispos auxiliares (aunque algunos pésimos), actualmente sólo hay uno (Don Sebastià Taltavull) y nuestro cardenal no le deja ni dar un paso sin su permiso.

He consultado algunos prelados y me han dicho que no están por la labor de hacer vicepresidente a nuestro cardenal, pero las cosas que un día son blancas luego pueden ser negras, sobre todo si el cardenal gallego se empeña en ello, y además argumenta que Roma quiere esa solución.

Pero para que este tándem haya surgido, aunque aún no esté rubricado, ha tenido que haber sintonía entre ambos cardenales (Rouco y Sistach) algo que hace algunos años parecía imposible. No sólo representaban dos polos opuestos sino que nuestro cardenal había marcado claramente distancias con su colega de Madrid. Pero como ya he dicho en otras ocasiones, la política (también la eclesial) hace extraños compañeros de viaje.

Repasando la historia, he recordado como hace unos años nuestro cardenal formó tándem con el entonces arzobispo de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo, ambos compartían muchas cosas: su "talante" aparentemente abierto y moderadamente progresista, su deseo explícito de no ganarse enemistades con los gobiernos socialistas, y su oposición al otro tándem que entonces representaban sus eminencias Don Antonio Mª Rouco y Don Antonio Cañizares. De esos tiempos vinieron los plantones a los actos que organizaban el cardenal Rouco en Madrid o la campaña para que el gallego no repitiera como presidente de la Conferencia Episcopal propiciando la candidatura de Don Ricardo Blázquez.

El fracaso de Blázquez al frente del Episcopado Español (el cargo le venía muy grande), y sobre todo el ver que su amigo Amigo (valga la redundancia) salía por la puerta de atrás de Sevilla, al nombrársele a Don Juan José Asenjo como coadjutor un año antes de presentar renuncia, le debió hacer pensar en aquello de "cuando veas las barbas de tu vecino mojar…" Entonces empezó a cambiar de aliado cardenalício. La ocasión la propició el debate sobre la COPE, un indignado cardenal Sistach por los ataques de Jiménez Losantos y César Vidal al nacionalismo catalán y a él mismo, encontró un inesperado aliado en el cardenal valenciano Antonio Cañizares (en otro tiempo gran amigo del también valenciano Don Ricardo Carles), es cierto que el valenciano estaba molesto con la COPE por otros motivos muy distintos que el catalán, pero se convirtieron en aliados y con la ayuda de otros miembros de la permanente dejaron sólo a Don Antonio María que finalmente acabó cediendo.

Parecía una amistad anti-natura, el cardenal Cañizares había defendido claramente la Nación Española en la Conferencia Episcopal y se había mostrado muy duro contra los nacionalismos periféricos, pero el traslado a Roma del entonces arzobispo de Toledo, creó una clara complicidad. Cañizares tenía un aliado en España (sobre todo después del distanciamiento con el cardenal Rouco) y Sistach tenía un aliado en Roma, cosa que le hacía mucha falta.

Pero nuestro cardenal aún ha dado una pirueta más en sus extrañas relaciones cardenalicias, dejándose querer por el cardenal de Madrid. Parece que se ha olvidado que Rouco es persona "non grata" en Cataluña, donde es visto como un enemigo por ser considerado "españolista" y "PePero". Además es considerado respnsable indirecto del nombramiento de muchos obispos no nacionalistas en Cataluña. Sólo hace falta recordar la entrada de Don Roman Casanovas como obispo de Vic, cuando unos cuantos indeseables llevaban pancartas donde podía leerse: "Carles i Rouco, botxins de l’Església catalana" (Carles y Rouco, verdugos de la Iglesia catalana).

A pesar de sus diferencias, ambos se necesitan. Además ambos saben que son sus últimos años (un trienio) en que van a estar en lo más alto de la Iglesia en España, después se acabará todo de golpe, por eso hay que aprovechar el momento y apoyarse mutuamente. Nuestro cardenal Sistach sabe que la batalla de Barcelona la tiene perdida, aquí ya nadie le quiere, ni los conservadores ni los progresistas, y además, consciente de que no ha podido colocar en el episcopado catalán ni uno sólo de sus peones, sabe que como ya sucedió en Sevilla, su sucesor no seguirá en absoluto su linea, por tanto no le sirve de nada preparar una supuesta "sucesión".

Con una Barcelona desencantada y necesitada de cambios urgentes, en caso de confirmarse su vicepresidencia, nuestro cardenal se centrará en Madrid en su flamante nuevo cargo, codeándose con el hasta hace poco gran enemigo (Rouco). Y en su espíritu viajero, tan acentuado recientemente, no regateará viajes a Roma, donde está su otro amigo (Cañizares) y donde también podrá lucir su cargo ESPAÑOL en las altas instancias vaticanas. ¡Pobre diócesis de Barcelona! ¡Qué castigo más grande nos espera!

Antoninus Pius